Murió Diane Keaton y la noticia pegó en la educación sentimental de la generación que creció pagando entradas para ir al cine. La actriz ganadora del Oscar, la bella mujer que se hizo conocida en El Padrino y que se llenó de prestigio por sus papeles en el cine de su expareja Woody Allen, murió el sábado a los 79 años.
Se la recuerda en las luces de neón de Annie Hall: Dos extraños amantes. Falleció en California, Estados Unidos. Se sabe eso, se sabe que no está más entre nosotros, pero lo que no podemos informar -aún- tiene que ver con los motivos de su muerte.
Según informó la revista People, la familia de la actriz tiene un perfil demasiado bajo para las expectativas, y aún no dejó trascender los motivos de su fallecimiento. Pidió la mayor de las privacidades y eso hace que sólo puedan sospecharse las causas y demás datos oficiales sobre el deceso.
Al parecer, según el entorno, su salud habría sufrido un cambio imprevisto en los últimos tiempos. La palabras que más se leen por estas horas al respecto son “declive” y “repentino”. Un amigo que no es conocido dijo: “Esto fue inesperado, especialmente para alguien con tanta fuerza y espíritu”.
Lo que llama la atención de esas voces que hablan es que en los últimos meses sólo estuvo rodeada exclusivamente por su familia más cercana. ¿Tenía una enfermedad? ¿Estaba deprimida? Ella eligió el silencio. La noticia del sábado fue inesperada. Ni siquiera sus amigos de toda la vida estaban completamente al tanto de lo que estaba sucediendo.
Diane Keaton era una señora que tenía dos millones y medio de seguidores en Instagram. Su actividad social en la red fue llamativa. En el último año, sin embargo, los posteos se habían espaciado y eso también llamó la atención. ¿El último que hizo? En abril con su mascota, publicación que se volvió viral y está funcionando como una especie de altar por donde desfila el pésame de todo el mundo.
“Gracias por tu talento, tu defensa animal, tu inconmensurable encanto”. “Terminé de ver una película y me entero. No quiero creerlo”. “Acabo de oír la noticia y estoy tan sorprendida y triste”.
La muerte de Diane Keaton provoca profundo dolor, no solo en la industria del cine. Luego del “repentino desenlace” este sábado 11, entre las decenas de preguntas aparece también su patrimonio, y qué pasará.
A lo largo de su prolífera carrera, la actriz acumuló un patrimonio neto de 100 millones de dólares, de acuerdo con los datos que maneja Celebrity Net Worth, que incluye sus proyectos de actuación, empresas y obras filantrópicas.
De acuerdo a reportes citados por medios como Page Six, la salud de Keaton había decaído “inesperada y muy repentinamente” en los últimos meses. La actriz había revelado su lucha contra el cáncer de piel, por la que en más de una oportunidad dijo que tuvo que someterse a tratamientos y extirpaciones luego de ser diagnosticada con carcinoma de células basales y carcinoma de células escamosas.
El asunto es que ese diagnóstico lo tuvo a los 21 años y, según ella, es una condición que tenía antecedentes familiares. En una entrevista con Los Angeles Times en 2015, permitió que se hablara del tema de su salud. “Es una historia familiar. Recuerdo que mi tía Martha tuvo un cáncer de piel tan severo que le retiraron la nariz. Mi padre tuvo cáncer basal de piel, y mi hermano también”, explicó.
Otra lucha de la actriz había sido un prolongado episodio de bulimia, también en su juventud, cuando esa enfermedad todavía no era tan reconocida. Al parecer, mientras trabajaba en un espectáculo de Broadway, le pidieron perder peso. Desde entonces, su relación con la alimentación supo ser problemática.
Ahora, Woody Allen escribió un texto conmovedor: “Era tan encantadora, tan hermosa, tan mágica, que cuestioné mi cordura. Pensé: ‘¿Podría enamorarme tan rápido?’”.
“Con el tiempo, hice películas para una sola audiencia, Diane Keaton. Nunca leí una sola reseña de mi trabajo y solo me importaba lo que Keaton dijera al respecto”, relata.
Cierra así: “Hace unos días el mundo era un lugar que incluía a Diane Keaton. Ahora es un mundo que no la incluye. Por lo tanto, es un mundo más deprimente. Aun así, están sus películas. Y su gran risa aún resuena en mi cabeza”.
Cortesía de Clarín
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