Fuente de la imagen, Sammi Cannold
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- Autor, Ahmen Khawaja
- Título del autor, BBC News
Cuando Kabul cayó en manos de los talibanes en agosto de 2021, el mundo fue testigo de las caóticas imágenes de los afganos apiñándose en el aeropuerto, desesperados por escapar.
En la capital estadounidense, Washington D. C., un exmédico de la Marina llamado Safi Rauf estaba iniciando discretamente una misión propia: ayudar a amigos y colegas atrapados en Afganistán.
Nunca imaginó que, mientras salvaba vidas, encontraría el amor y que él, como musulmán, se enamoraría de una mujer judía, superando las diferencias religiosas y las divisiones.
“Con dudas, empecé a ayudar a una persona. Y funcionó. Luego ayudé a otra, y a otra más. De repente, se convirtió en una operación enorme, con cientos de personas sobre el terreno en Afganistán y docenas de nosotros en Washington”, recuerda.
Fuente de la imagen, Sammi Cannold
Safi, que nació en un campo de refugiados y emigró a Estados Unidos cuando era un adolescente, se vio envuelto en una frenética operación de rescate.
En medio de estas intensas circunstancias, conoció a Sammi Cannold, una directora de teatro afincada en Nueva York que había estado intentando desesperadamente sacar a la familia de un amigo de Kabul.
Fuente de la imagen, Sammi Cannold
“No tenía ningún contacto que me pudiera ayudar. Entonces vi un programa especial en televisión sobre el grupo de rescate de Safi. Le escribí para pedirle ayuda. Y me dijo que lo mejor que podía hacer era ir a Washington y trabajar como voluntaria con su equipo”, cuenta Sammi.
Así que hizo la maleta, se subió a un tren con destino a Washington D. C. y entró en un centro de operaciones lleno de veteranos militares. “Vengo del mundo del teatro. Fue un choque cultural tremendo”, cuenta Sammi riendo.
Sammi no sabía nada sobre Afganistán, pero tenía habilidades que pronto resultaron esenciales.
“Estaba acostumbrada a las hojas de cálculo y las comunicaciones. Así que me convertí en la encargada de las comunicaciones. ¿Quién lo hubiera imaginado?”.
Fuente de la imagen, Safi Rauf
Chispas en medio del caos
En mitad del estado de emergencia y el caos que se vivía en el centro de operaciones, algo más empezó a surgir.
“¿Hubo atracción? Creo que la respuesta es sí”, admite Sammi. Recuerda haber buscado en Google la edad de Safi para comprobar si era “lo suficientemente joven como para salir con él”.
“Busqué en Google el nombre y la edad de Safi porque estaba tan estresado y delgado en ese momento que parecía mucho mayor de lo que es ahora”, añade.
Su primer paseo largo juntos fue a las 3 de la madrugada, durante una tensa noche en la que esperaban a que algunos de los evacuados pasaran los controles talibanes. Deambularon por los monumentos de Washington hasta llegar al Monumento a Lincoln.
Fuente de la imagen, Getty Images
“Era como una película. Pensé: ‘¿Me voy a casar con este chico?'”, dice Sammi.
Su primer beso llegó más tarde, en el balcón del centro de operaciones. Nervioso, Safi se encontró charlando sobre autos. Pero el vínculo creció rápido, incluso mientras superaban las barreras culturales.
Fuente de la imagen, Sammi Cannold
“Sammi me preguntaba si iba a presentarla a mi familia y yo siempre le respondía que eso era imposible”, dice Safi.
Porque la devota familia musulmana de Safi esperaba que se casara con una mujer afgana mediante un matrimonio concertado. Y, además, Sammi es judía.
Aun así, siguieron adelante. Una prueba para la pareja llegó cuando Sammi introdujo a Safi en su mundo: el teatro. Fueron a ver el musical “Los Miserables”.
Fuente de la imagen, Andy Henderson
“Por resumir la experiencia, Safi perdió la cabeza. Estaba totalmente enamorado de los musicales y, en concreto, de “Los Miserables”. Era la respuesta soñada para mí”.
Safi estaba fascinado. “Crecí luchando por sobrevivir y me identifiqué mucho con el protagonista principal, Marius, que es un rebelde, pero también un amante”.
Fuente de la imagen, Sammi Cannold
Cautiverio
En diciembre de 2021, Safi regresó a Kabul para realizar labores humanitarias junto a su hermano. A pesar de que le aconsejaron que no viajara, Safi afirma que los talibanes le garantizaron amnistía y protección.
Sin embargo, en lo que debería haber sido su último día en Afganistán, Safi, su hermano y otros cinco ciudadanos extranjeros fueron detenidos por los servicios de inteligencia talibanes.
Durante los primeros días, estuvo recluido solo en una celda subterránea helada.
“La habitación medía dos metros por dos metros. No tenía ventanas ni cama”, recuerda.
Fuente de la imagen, Sammi Cannold
Cuando Sammi, que estaba en Nueva York, lo supo, entró en pánico. Comprobó la ubicación de Safi en Google Maps y vio que el marcador indicaba la sede de inteligencia de los talibanes.
“No sabía mucho sobre las ubicaciones en Kabul, pero sí sabía que eso era algo malo”, recuerda.
Durante semanas no hubo noticias, hasta que Safi se hizo amigo de un guardia descontento.
Safi no desaprovechó el estado de ánimo de su captor. Tampoco la confidencia que le hizo de que necesitaba dinero para su boda. Así que hizo los arreglos oportunos para que su primo le hiciera llegar a este guardia dinero en efectivo… Y un teléfono móvil.
Fuente de la imagen, Safi Rauf
Desde su celda en el sótano y subido a los hombros de su hermano para poder tener algo de señal, envió un mensaje de texto a Sammi: “Hola, ¿cómo estás? Te quiero”.
“La primera llamada llegó a los 17 días. El simple hecho de saber que estaba vivo, lo era todo. Fue increíble poder oír su voz, pero también un poco aterrador pensar en las implicaciones de lo que podría estar pasando”.
Durante su cautiverio, Safi se aferró a los recuerdos de “Los Miserables”.
“Durante los primeros 70 días, no vi el sol. Estuvimos en el sótano todo el tiempo. Había otros siete rehenes extranjeros y uno de ellos enfermó gravemente y otro se desesperó mucho”, rememora.
Fue entonces cuando empezó a cantar en voz baja una de las canciones más emblemáticas de “Los Miserables”: Do you hear the people sing? (La canción del pueblo).
“Se convirtió en mi canción de resistencia”, afirma.
“Con toda la incertidumbre, es algo bonito a lo que aferrarse, ¿no?”.
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Las llamadas secretas con Sammi continuaron.
“Susurraba para que los guardias no me oyeran y estaba debajo de una manta”, dice.
“Además, mi hermano estaba a medio metro de distancia. A veces intentaba tener conversaciones muy románticas por teléfono con Sammy, pero… era demasiado”.
Fuente de la imagen, Safi Rauf
Conocer a los padres
Fuente de la imagen, Sammi Cannold
Las negociaciones con los talibanes se prolongaron. Pero al cabo de 70 días, se llegó a un acuerdo para liberar a Safi.
Sammi cuenta que, en un momento dado, los talibanes amenazaron con ejecutarlo si Estados Unidos no actuaba.
“Se decidió que los padres de Safi y yo debíamos ir a Qatar, donde se estaban llevando a cabo gran parte de las negociaciones, para ayudar a acelerar el proceso”, cuenta.
Fuente de la imagen, Safi Rauf
Sammi voló a Qatar, donde se estaban dando las conversaciones. Allí vio a los padres de Safi por primera vez.
“No sabían que yo existía. Y de repente nos encontramos viviendo juntos en un apartamento durante dos semanas”.
Y añade: “Como los padres de Safi no hablan inglés con fluidez, se decidió que yo fuera una especie de representante de la familia”.
Para estos musulmanes afganos conservadores, descubrir la novia judía secreta de su hijo fue un shock. Pero la crisis les obligó a aceptarla. “Le doy todo el mérito a los padres de Safi. Su acogida ha sido extraordinaria”, dice Sammi.
Después de 105 días, Safi fue liberado y abandonó Afganistán para reunirse finalmente con Sammi.
Fuente de la imagen, Sammi Cannold
La vida juntos
Reunidos en Estados Unidos, se mudaron a vivir juntos.
Se casaron poco después y en la celebración mezclaron tradiciones afganas, judías y teatrales: invitados vestían trajes afganos, se cantaron canciones judías y Safi incluso se unió a sus amigos para interpretar el baile de las botellas de “El violinista en el tejado”.
En un gesto conmovedor, Sammi leyó el diario que había escrito durante el cautiverio de Safi.
Fuente de la imagen, Sammi Cannold
Esta es una de sus anotaciones, la del día 32 de cautiverio:
Sueño con el día en que pueda releer esto sentada a tu lado en algún porche. Por favor, por favor, por favor, vuelve.
Safi nunca había leído antes el diario. “Era demasiado doloroso. Pero en nuestra boda, lo leímos juntos”.
Incluso el anillo de compromiso de la pareja tiene historia: Safi incrustó en él un fragmento de metal de la cerradura de su celda.
“Esa experiencia sentó las bases de nuestras vidas”, afirma.
Fuente de la imagen, Sammi Cannold
Lecciones de amor
Mirando hacia atrás, Sami cree que su terrible experiencia transformó su relación.
“Discutimos menos que cualquier otra pareja que conozco. Porque cuando casi has perdido a alguien, las pequeñas cosas no importan”, reflexiona.
Para Safi, se trata de gratitud. “Sea lo que sea lo que nos depare la vida ahora, nunca será tan duro como lo que hemos pasado. Estar aquí, sin estar destrozados y seguir enamorados, es un milagro”.
Fuente de la imagen, Sammi Cannold

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Cortesía de BBC Noticias
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