Y al final, Keith Jarrett se quedó solo.
Con la muerte de Jack DeJohnette, a los 83 años, se apaga la última voz del trío que cambió para siempre el sonido del jazzcontemporáneo. Gary Peacock se había ido en 2020. Ahora, el baterista que supo tocar con Miles Davis, Charles Lloyd y el propio Keith Jarrett deja un legado tan vasto como la música que lo habitó: libertad, riesgo y belleza.
Nacido en Chicago en 1942, DeJohnette comenzó como pianista antes de descubrir que los tambores también podían cantar. En los años 60 se unió a la banda eléctrica de Miles Davis y fue parte de una revolución sonora que expandió los límites del jazz. Tocó en Bitches Brew, Jack Johnson y On the Corner, discos que fundieron el jazz con el rock, el funk y la psicodelia, y que lo convirtieron en una figura esencial de la modernidad musical.
Dueño de un estilo elástico y poderoso, también acompañó tanto a Sonny Rollins y Herbie Hancock, siempre con la misma mezcla de precisión, lirismo y furia controlada.
Su encuentro con Keith Jarrett y Gary Peacock en los años 80 dio lugar al trío más influyente del jazz de las últimas décadas. Durante más de treinta años giraron por el mundo y grabaron decenas de discos para el sello ECM, donde reinterpretaron los estándares con una profundidad casi espiritual.
La química entre ellos era única: Jarrett, el pianista que convertía el silencio en melodía; Peacock, el contrabajista de sonido redondo y reflexivo; y DeJohnette, la energía contenida, el pulso libre que daba forma al espacio.
El trío dejó grabaciones emblemáticas como Still Live, Standards Live y Tokyo ’96, donde el tiempo parecía expandirse dentro de cada tema.
Además de acompañar a los grandes, DeJohnette grabó más de 50 discos como líder o co-líder. En su catálogo figuran proyectos tan diversos como Gateway, junto a John Abercrombie y Dave Holland, o Special Edition, donde mezcló avant-garde, swing y groove con una libertad absoluta.
Ganador de dos premios Grammy y declarado Jazz Master por el National Endowment for the Arts, fue también un innovador técnico: usó la batería como un instrumento melódico y exploró las texturas electrónicas sin perder su raíz acústica.
Su último reconocimiento llegó en 2022, cuando el álbum Skyline —grabado con Ron Carter y Gonzalo Rubalcaba— ganó el Grammy al mejor álbum instrumental de jazz. “El mejor regalo que tengo es escuchar, no solo con los oídos sino con el corazón”, dijo alguna vez.
Hoy, mientras el jazz despide a uno de sus pilares, Keith Jarrett realmente quedó solo. Sin sus dos cómplices, el eco de aquel trío sigue flotando: como una última nota suspendida que se niega a apagarse.
Cortesía de Clarín
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