Recuperar espacio para el peatón, un pendiente en las ciudades mexicanas

Recuperar el espacio público y mejorar la calidad de vida urbana es uno de los pendientes en las ciudades mexicanas, especialmente para garantizar la seguridad de los peatones. Instalar mobiliario o resignificar calles son acciones que pueden dar respuesta a los desafíos sociales, ambientales y de movilidad que enfrentan las principales metrópolis. 

De acuerdo con la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), las ciudades concentran más del 80% de la población nacional, lo que las coloca como puntos estratégicos para implementar políticas de sostenibilidad y resiliencia.

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Sin embargo, la necesidad de priorizar al peatón es urgente. Durante el segundo trimestre del 2025, se registraron 1,090 peatones lesionados y 29 fallecidos por hechos de tránsito en la Ciudad de México, según el Reporte Trimestral de Hechos de Tránsito de la capital.

En este contexto, el urbanismo táctico surge como una estrategia de transformación urbana rápida, económica y participativa, capaz de generar cambios en la movilidad, la seguridad y la convivencia.

“El urbanismo táctico nos recuerda que no siempre son necesarias grandes infraestructuras para cambiar la vida en las ciudades. A veces, basta con acciones pequeñas y bien pensadas para que los vecinos se apropien de los espacios públicos”, afirmó Elena González, especialista en Diseño de Espacios en ESDESIGN.

Además, la combinación entre infraestructura construida y masa vegetal —conocida como infraestructura verde— se perfila como una de las herramientas más efectivas para mitigar el cambio climático y recuperar el equilibrio ambiental en los entornos urbanos.

Un nuevo urbanismo

González explicó que un caso del urbanismo táctico en México es la peatonalización de la calle Francisco I. Madero, en el centro histórico de la Ciudad de México.

El proyecto, liderado por la Autoridad del Espacio Público, surgió como respuesta al incremento del flujo peatonal y la necesidad de conectar dos puntos clave: la Alameda Central y la Plaza de la Constitución.

El cierre temporal de la calle en el 2009 tuvo como resultado que el tránsito peatonal aumentó 250%, las rentas comerciales subieron 50% y los predios aledaños elevaron su plusvalía, según datos compartidos por ESDESIGN.

Así, Madero se convirtió en una de las avenidas más transitadas del país, con alrededor de 400,000 peatones diarios.

Otro ejemplo es la red de ciclovías emergentes de la Ciudad de México, impulsada por la Secretaría de Movilidad (SEMOVI) y ONU-Habitat dentro del programa de urbanismo táctico SNG2030. Estas intervenciones buscan conectar colonias, reducir tiempos de traslado y fomentar la movilidad activa.

De acuerdo con la Estrategia Misión Cero (2025), actualmente más de 400 kilómetros de ciclovías operan en la capital, lo que beneficia a más de 300,000 ciclistas diarios y reduce las emisiones contaminantes en zonas de alta congestión.

Peatones al centro del modelo urbano

Estudios del Instituto de Políticas para el Transporte y el Desarrollo (ITDP México) apuntan que promover la movilidad activa puede reducir hasta 11% las muertes prematuras por enfermedades no transmisibles, al incentivar hábitos saludables como caminar o pedalear.

Además, el Project for Public Spaces documenta que estos rediseños pueden incrementar entre 20 y 40% las ventas de negocios locales.

“El caso mexicano demuestra cómo la participación ciudadana y la visión sostenible pueden generar resultados medibles en muy poco tiempo”, agregó González.

Para la experta, las acciones de urbanismo táctico no solo transforman el espacio físico, sino también la percepción de seguridad y pertenencia de quienes lo habitan, lo que fortalece la identidad comunitaria y el dinamismo económico local.

“El urbanismo táctico debe ir acompañado de reflexión y diseño profesional para evitar que se quede en un parche temporal. Bien aplicado, puede ser el inicio de transformaciones urbanas profundas y sostenibles”, remarcó González.

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Cortesía de El Economista



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