Escapan tres monos de laboratorio en Mississippi tras un accidente de camión: estaban sanos, pero su agresividad y origen desconocido desconciertan a los expertos

La tranquilidad de una autopista rural del sur de Estados Unidos se vio alterada por un suceso insólito: el escape de tres monos de laboratorio tras el vuelco de un camión en Mississippi. El incidente, ocurrido el 28 de octubre de 2025 en la carretera interestatal 59, cerca de Heidelberg, ha generado un inusual cruce entre ciencia, seguridad pública y la curiosidad colectiva. Pero, más allá del titular llamativo, lo sucedido revela un trasfondo complejo y en cierta medida inquietante sobre el manejo de animales destinados a la investigación biomédica.

El vehículo siniestrado transportaba 21 monos rhesus (Macaca mulatta), una especie ampliamente utilizada en laboratorios por su similitud genética con los humanos. Al menos tres de los ejemplares escaparon del contenedor en el momento del accidente y, a pesar del despliegue de equipos especializados —incluyendo personal con trajes de protección biológica, mascarillas y redes—, al cierre de esta edición continuaban en paradero desconocido.

Las primeras informaciones causaron alarma: se dijo que los monos podían portar enfermedades como herpes B, hepatitis C o incluso COVID-19. El conductor del camión alertó a las autoridades de que se trataba de animales “peligrosos”, lo que justificó la orden de “neutralizarlos” emitida por la oficina del sheriff del condado de Jasper. Sin embargo, días después, Tulane University —institución vinculada al centro de investigación de donde provenían los monos— desmintió cualquier riesgo infeccioso. Según su comunicado, los primates habían sido recientemente certificados como libres de patógenos y no eran propiedad del centro, sino que estaban siendo trasladados por otra entidad para propósitos científicos.

Más preguntas que respuestas

El incidente ha dejado una estela de interrogantes sin respuesta. ¿Quién era exactamente el propietario de los animales? ¿Con qué fin se estaban transportando? ¿Por qué el conductor alertó sobre un peligro biológico inexistente? La confusión ha alimentado teorías en redes sociales y ha sacado a la luz la escasa transparencia que a menudo rodea al uso de primates en la investigación biomédica.

Tulane University, cuyo Centro Nacional de Investigación Biomédica en Covington (Luisiana) acoge regularmente a miles de monos para experimentación, confirmó que sus expertos participaron en la revisión del estado sanitario de los animales, pero subrayó que no eran responsables del traslado. En una situación así, la cadena de custodia y la responsabilidad legal quedan difusas, lo que plantea preocupaciones tanto éticas como legales.

Uno de los monos logra salir entre los restos del camión accidentado en Mississippi
Uno de los monos logra salir entre los restos del camión accidentado en Mississippi. Foto: Departamento del sheriff del condado de Jasper, Mississippi/Facebook

El hecho recuerda a otro escape similar en Carolina del Sur en 2024, donde 43 monos rhesus huyeron de un centro de cría debido a una negligencia en el cierre de los recintos. También entonces, el temor inicial fue amplificado por la desinformación. Aunque no se reportaron ataques ni contagios, ambos sucesos evidencian la fragilidad de los protocolos en torno al transporte y confinamiento de animales con potencial riesgo sanitario.

¿Son realmente peligrosos los monos rhesus?

Aunque se trata de una especie relativamente pequeña —los machos adultos rara vez superan los 10 kilogramos—, los monos rhesus son conocidos por su temperamento fuerte. En estado salvaje, pueden desarrollar conductas territoriales y agresivas, incluso entre ellos. En entornos urbanos de Asia, donde conviven con los humanos, se han documentado ataques, especialmente cuando los animales pierden el miedo a las personas al habituarse a la presencia humana.

En contextos de laboratorio, el estrés, la falta de socialización natural y el confinamiento pueden amplificar estos comportamientos. A lo largo de las últimas décadas, múltiples investigaciones han documentado que los monos criados en cautividad, especialmente aquellos que no se desarrollan dentro de grupos sociales, pueden desarrollar conductas anómalas como la automutilación, ataques repentinos o fobias extremas. La agresividad no es innata, pero sí una posibilidad real cuando las condiciones de manejo son deficientes.

En el caso de los fugados en Mississippi, no se ha reportado que hayan atacado a ninguna persona ni que se hayan aproximado a zonas habitadas. Sin embargo, las autoridades han insistido en que no deben ser abordados por civiles, y que cualquier avistamiento debe ser comunicado inmediatamente a las fuerzas del orden.

La ciencia detrás del experimento

Los monos rhesus no son nuevos en los laboratorios. Se trata de la especie más utilizada en experimentación biomédica por su proximidad genética con el ser humano y su respuesta fisiológica a diferentes tratamientos. Han sido clave en el desarrollo de vacunas, en estudios sobre el VIH, la hepatitis y más recientemente en la validación de las vacunas de ARN mensajero contra la COVID-19.

Imagen de un macaco rhesus en su hábitat natural en la India, uno de los muchos países asiáticos donde vive esta especie
Imagen de un macaco rhesus en su hábitat natural en la India, uno de los muchos países asiáticos donde vive esta especie. Foto: Istock

Pero ese protagonismo también ha generado controversia. En 2023, cientos de científicos pidieron públicamente el fin de ciertos experimentos considerados “crueles”, en particular aquellos realizados con crías sometidas a condiciones extremas. Las críticas se centran en la falta de transparencia y en el cuestionamiento ético sobre la necesidad de algunos estudios, especialmente ahora que las alternativas con inteligencia artificial y tejidos sintéticos comienzan a ofrecer nuevas posibilidades.

Estados Unidos, China y Europa mantienen grandes centros de cría y experimentación con primates, muchos de ellos en ubicaciones remotas y con acceso restringido. El escape en Mississippi ha vuelto a poner en evidencia esa realidad poco conocida, revelando al gran público un mundo que suele mantenerse fuera del radar.

Un sistema opaco con implicaciones globales

Más allá del evento anecdótico, el accidente en Mississippi pone sobre la mesa un debate más profundo sobre el sistema de investigación con animales. ¿Quién supervisa el transporte de especies potencialmente peligrosas? ¿Con qué criterios se decide qué se considera un riesgo biológico? ¿Y cómo se gestiona la comunicación pública en casos de emergencia?

Aunque Tulane ha mejorado sus protocolos desde un incidente interno en 2015 que obligó al sacrificio de varios monos por un fallo en las medidas de bioseguridad, los vacíos normativos siguen siendo notorios. El estado de Mississippi no tiene una legislación específica para el transporte de primates de laboratorio, más allá de requerir documentación veterinaria básica. En la práctica, esto significa que camiones con animales vivos pueden cruzar varios estados sin una supervisión efectiva.

Mientras tanto, los tres monos fugitivos siguen siendo buscados, y el misterio en torno al destino de estos animales continúa alimentando la incertidumbre. El caso no solo ha captado la atención de los medios, sino también de organizaciones defensoras de los derechos de los animales, que exigen mayor control y transparencia.

Tal vez el mayor peligro de todo este episodio no residía en los propios monos, sino en lo que ha revelado sobre las grietas de un sistema científico que aún debe mucho en términos de ética, comunicación y seguridad pública.

Cortesía de Muy Interesante



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