
El proyecto para reducir la jornada laboral de 48 a 40 horas semanales avanza en México y se encuentra en una etapa clave de diseño. A diferencia de otras reformas recientes, este proceso ha destacado por un diálogo técnico sostenido entre sindicatos, empresarios y autoridades laborales, lo que refleja un esfuerzo por alcanzar consensos amplios y equilibrados.
Una reforma en proceso de construcción
Durante octubre, la presidenta Claudia Sheinbaum anunció que el debate formal sobre esta medida se llevará a cabo en noviembre, con el propósito de reformar la Ley Federal del Trabajo (LFT). Diversos especialistas consideran que este proceso marca una nueva etapa de cooperación social orientada a modernizar las condiciones laborales del país.
En los últimos meses, las mesas de trabajo han permitido pasar del debate conceptual a la fase operativa. Germán de la Garza, socio director de Fisher Phillips, explicó que existe un consenso creciente sobre la necesidad de alinear a México con las tendencias internacionales de jornadas laborales más cortas, conforme a las recomendaciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Aspectos pendientes por definir
Aunque la propuesta ha tenido avances significativos, aún no se ha alcanzado un cierre definitivo. De la Garza detalló que persisten temas fundamentales en discusión, como la diferenciación por sectores productivos, los mecanismos de implementación gradual y la preservación de condiciones que favorezcan el empleo formal y la competitividad, especialmente en micro, pequeñas y medianas empresas.
El gobierno federal planea presentar en noviembre una propuesta formal de reforma a la LFT que incluya el esquema de aplicación y calendario de transición. El objetivo es lograr una implementación ordenada que equilibre el bienestar de los trabajadores con la sostenibilidad económica de los empleadores.
Calendario y gradualidad
La diputada Patricia Mercado, secretaria de la Comisión de Trabajo y Previsión Social, anticipó que la reforma podría aprobarse antes de que concluya 2025, aunque su aplicación sería gradual. “Antes de acabar este año vamos a ver legislada la reforma a la jornada laboral semanal; no quiere decir que el primero de enero ya vamos a tener 40 horas, pero sí una legislación que marque el camino… Nosotros proponemos dos años de gradualidad para llegar lo más pronto posible a las 40 horas”, explicó.
Mercado agregó que la reducción de la jornada será una de las prioridades del Congreso en 2025, y adelantó que en 2026 continuarán las discusiones sobre otros temas laborales vinculados con este cambio estructural.
Elementos centrales de la reforma
La reducción de la jornada no se limitará a disminuir el número de horas. La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) ha delineado un conjunto de medidas complementarias destinadas a proteger los derechos laborales y mantener la competitividad empresarial:
- Revisión del tope de horas extraordinarias para evitar abusos y sobreexplotación.
- Reconocimiento formal del pago por hora para mayor transparencia en la remuneración proporcional.
- Creación de la prima sabatina como compensación adicional por trabajo en fines de semana.
- Establecimiento de un observatorio laboral encargado de vigilar la correcta implementación de la reforma y prevenir prácticas de simulación.
- Deducibilidad total de prestaciones e incentivos fiscales para empresas que adopten la jornada reducida sin afectar productividad.
- Inclusión de trabajadores del Estado dentro del nuevo esquema, garantizando uniformidad en los derechos laborales.
La STPS destacó que el proceso se basará en el consenso tripartito —entre gobierno, trabajadores y empleadores— y en la construcción de un modelo de sostenibilidad económica, evitando impactos negativos en sectores sensibles como manufactura, comercio y servicios.
Los retos para el sector empresarial
La reducción de la jornada laboral plantea desafíos significativos para las empresas, especialmente en términos de productividad, costos operativos y reorganización de turnos.
- Ajuste de plantillas y horarios: muchas empresas deberán rediseñar sus esquemas de trabajo para cubrir los mismos niveles de producción con menos horas laborales.
- Incremento en costos laborales: la necesidad de contratar personal adicional o pagar horas extra puede generar presiones financieras, particularmente en las pymes.
- Transformación tecnológica: se prevé que las compañías inviertan en automatización, digitalización y capacitación para compensar la menor disponibilidad de tiempo.
- Gestión del cambio organizacional: la transición requerirá diálogo constante entre empleadores y trabajadores para mantener la motivación y evitar impactos en la calidad del servicio o la producción.
Contexto histórico y relevancia internacional
El consultor en Derecho Colectivo Humberto Huitrón recordó que el Convenio 1 de la OIT estableció desde 1919 la jornada de 48 horas semanales, y que en 1935 ya se había planteado su reducción a 40. “A México nos está llegando el análisis y la prisa por empezar a accionar una reducción de la jornada laboral 90 años después de que la OIT estableció en su Convenio”, señaló.
Una oportunidad histórica
Expertos coinciden en que la reducción de la jornada laboral representa una oportunidad histórica para modernizar los estándares laborales en México y mejorar la calidad de vida de las personas trabajadoras, sin poner en riesgo la estabilidad económica del sector productivo. El proceso avanza con la expectativa de lograr un equilibrio entre productividad, competitividad y bienestar social.
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