
Cancún, QRoo.- El secretario de Ecología y Medio Ambiente del gobierno de Quintana Roo, Óscar Rébora, informó que se logró descartar la reproducción ilegal de mamíferos marinos en delfinarios del estado luego de la reforma a la Ley General de Vida Silvestre que prohíbe expresamente este práctica.
“Se hicieron inspecciones solicitadas en conjunto con la Profeoa, pero al momento no hay ningún tipo de violación a la reforma aprobada. Lo que sí estamos viendo es la posibilidad de que haya una articulación entre gobierno federal, gobierno estatal y también los delfinarios y las organizaciones ambientalistas para buscar mecanismos de coordinación hacia una transición responsable”, dijo.
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El funcionario reconoció, sin embargo, que lo que sí ha continuado son los amparos contra el cierre de estos espacios, por lo que se encuentran delineando una estrategia que permita una transición más tersa hacia la salvaguarda de todos los especímenes con los que cuentan estos establecimientos.
Consideró que la reforma se aprobó y se aplicó muy rápido, lo cual “ha dado espacio a que algunas empresas se puedan amparar. Entonces, básicamente, lo que ahorita necesitamos son mecanismos de coordinación hacia esta nueva realidad de los delfinarios”.
Explicó que aunque aún se pueden realizar nados con delfines, éstos ya están muy limitados, evitando en todo momento el estrés del animal.
Lo anterior luego de que en junio de 2025 se aprobó una reforma al artículo 60 Bis de la Ley General de Vida Silvestre (LGVS) en México, que prohíbe el uso de mamíferos marinos en espectáculos, así como su reproducción con fines de lucro y su aprovechamiento comercial.
Esta reforma condena al cierre definitivo de los delfinarios en México, pero no manera inmediata, sino conforme vaya concluyendo el ciclo de vida de los actuales mamíferos marinos que ya poseen estos negocios.
Se espera que parte de los acuerdos a los que se llegue con los delfinarios sea convertir varios de estos espacios en santuarios de protección de las especies que aún se encuentran en cautiverio, la mitad de las cuales se encuentran en Quintana Roo.
Cortesía de El Economista
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