Descubren en China la primera evidencia directa de un pterosaurio herbívoro: tenía 320 fitolitos en el estómago y piedras para digerir plantas hace 120 millones de años

Durante décadas, la imagen más aceptada de los pterosaurios —aquellos espectaculares reptiles alados que compartieron el mundo con los dinosaurios— era la de cazadores aéreos: devoradores de peces, insectos o pequeños animales. Algunos incluso eran vistos como oportunistas voraces capaces de alimentarse de cualquier cosa que encontraran a su paso. Pero un nuevo descubrimiento en China ha encendido todas las alarmas paleontológicas. Y es que, por primera vez, se han encontrado restos que prueban que al menos uno de estos pterosaurios fue herbívoro. Y no solo eso: el fósil proporciona evidencias directas de una dieta a base de plantas. Un hecho sin precedentes.

El hallazgo, publicado en octubre de 2025 en la revista Science Bulletin, representa un punto de inflexión. Se trata del primer caso conocido en el que se recuperan fitolitos (estructuras microscópicas de sílice que se forman en las células vegetales) en el contenido estomacal de un pterosaurio. Además, el fósil también contenía gastrolitos —pequeñas piedras que algunos animales ingieren para ayudar a triturar alimentos vegetales—, lo que refuerza aún más la hipótesis de una dieta vegetal.

Un fósil de 120 millones de años que lo cambia todo

El protagonista de esta historia es Sinopterus atavismus, un miembro del grupo de los tapejáridos que vivió en lo que hoy es China hace aproximadamente 120 millones de años. El ejemplar fue encontrado en la Formación Jiufotang, en la provincia de Liaoning, una región famosa por la conservación excepcional de fósiles del Cretácico Inferior.

El esqueleto, completo y articulado, fue estudiado mediante imágenes de microtomografía y análisis de laboratorio. Lo que llamó la atención de los investigadores fue una masa en forma de elipse situada en la zona abdominal del animal. Esta acumulación resultó ser el contenido estomacal fosilizado, una verdadera rareza en el registro fósil de los pterosaurios. Hasta ahora, solo se conocían media docena de casos con contenidos estomacales preservados, y en todos ellos se trataba de restos de peces.

Este nuevo caso es diferente. No hay escamas, ni huesos, ni señales de presas animales. En su lugar, una mezcla de sedimento rico en sílice, en cuyo interior los investigadores extrajeron nada menos que 320 fitolitos perfectamente conservados. Estas diminutas estructuras revelan la presencia de diversos tipos de plantas, lo que sugiere que Sinopterus no solo era herbívoro, sino que tenía una dieta bastante variada.

Nipponopterus mifunensis
Los pterosaurios fueron los primeros vertebrados en conquistar el cielo con vuelo activo, y durante más de 150 millones de años dominaron los cielos del Mesozoico con una asombrosa diversidad de formas, tamaños y estilos de vida. Créditos: Zhao Chuang

Fitolitos y piedras digestivas: el menú de un pterosaurio

Los fitolitos son partículas microscópicas formadas por sílice que se acumulan en las células de las plantas durante su crecimiento. Tienen formas y estructuras diferentes según el tipo de planta que los produce, y su composición resistente les permite fosilizar con gran facilidad. De ahí que se utilicen cada vez más en estudios de paleodieta.

En este caso, los fitolitos encontrados en el estómago de Sinopterus presentan una gran variedad de formas: desde estructuras poliedrales asociadas a plantas leñosas, hasta formas bilobuladas y alargadas características de gramíneas primitivas, helechos o gimnospermas. Esta diversidad sugiere que el animal no se alimentaba de una única especie vegetal, sino que consumía distintos tipos de vegetación, quizás incluso frutas o semillas.

Junto a estos fitolitos, los investigadores hallaron numerosas pequeñas piedras pulidas, conocidas como gastrolitos. Estas se concentran en la parte posterior del estómago, una zona equivalente al molleja de las aves modernas, donde los alimentos se trituran. El paralelismo con aves como los avestruces o incluso con el ave fósil Jeholornis, también hallada en la misma región, es claro: ambos animales compartían no solo el uso de gastrolitos, sino también ciertos patrones en la distribución del contenido estomacal.

¿Por qué descartar otras opciones?

Ante un hallazgo tan extraordinario, los investigadores fueron especialmente cautelosos. ¿Y si los fitolitos provenían de la matriz rocosa que rodeaba el fósil? ¿Y si el animal los había ingerido accidentalmente al comer otra criatura herbívora?

Para responder a estas preguntas, se realizaron controles en la roca circundante y no se hallaron fitolitos. Tampoco se encontraron rastros de exoesqueletos de insectos ni huesos de vertebrados, lo cual sería esperable si el pterosaurio hubiera comido presas animales. La presencia exclusiva de material vegetal, unida a los gastrolitos, refuerza la conclusión de que Sinopterus se alimentaba directamente de plantas, y no de animales que las consumían.

Además, el pariente cercano de este pterosaurio, Tapejara, ya había sido propuesto como candidato a una dieta vegetal debido a la estructura de su cráneo y mandíbulas, capaces de ejercer una fuerte mordida, ideal para triturar frutos o vegetación fibrosa. El parecido anatómico entre ambos refuerza aún más la idea de que los tapejáridos eran, al menos en parte, consumidores de plantas.

El ejemplar de Sinopterus atavismus
El ejemplar de Sinopterus atavismus. Fuente: Jiang et al., Science Bulletin (2025)

Un giro inesperado en la historia evolutiva

Este descubrimiento abre una nueva ventana sobre la ecología de los pterosaurios. Hasta ahora, se les consideraba, en su mayoría, carnívoros o insectívoros, con unos pocos casos ambiguos que sugerían dietas más amplias. La idea de un pterosaurio que comía plantas, frutas o semillas era marginal. Ahora, gracias a este ejemplar de Sinopterus atavismus, hay pruebas directas de que al menos una especie de pterosaurio era netamente herbívora.

Esto obliga a los paleontólogos a replantear muchas hipótesis sobre el comportamiento, la fisiología y la evolución de estos reptiles voladores. ¿Cuántas otras especies pudieron haber tenido dietas similares? ¿Qué papel jugaron los recursos vegetales en su éxito evolutivo durante el Cretácico? ¿Y cómo influyó esto en su eventual desaparición?

La investigación también subraya la importancia de los fitolitos como herramienta para entender la alimentación de animales extintos, una técnica que, aunque común en estudios arqueológicos y de paleobotánica, apenas comienza a utilizarse en la paleontología de vertebrados.

La primera prueba directa

Este estudio, liderado por investigadores del Instituto de Paleontología de Vertebrados y Paleoantropología de la Academia China de Ciencias, en colaboración con colegas brasileños, constituye la primera evidencia directa de herbivoría en un pterosaurio. No es una interpretación basada en la forma del pico, ni en analogías con especies modernas. Es una prueba concreta: restos fosilizados del alimento que una vez digirió.

En el mundo de la paleontología, estas oportunidades son rarísimas. Cuando ocurren, no solo enriquecen nuestro conocimiento científico, sino que reescriben capítulos completos de la historia natural.

Cortesía de Muy Interesante



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