Cada que se menciona a Napoleón Bonaparte no podemos evitar relacionarlo con sus grandes conquistas y el imperio que dejó a su paso. Sin embargo, algo muy curioso de este personaje histórico es la leyenda que rodea su visita a la Gran Pirámide de Egipto, y el misterio de aquello que vio cuando durmió en el templo de Amón.
Fue en 1798 el año en que Bonaparte llegó a tierras egipcias. Tras su llegada, quiso replicar aquella anécdota de Alejandro Magno sobre cómo éste se adentró a una de las pirámides y al salir, convenció a todos de que el oráculo lo nombró hijo del dios Amón. Al no querer quedarse atrás, Napoleón buscó replicar aquel viaje al autoconocimiento.
Dentro de las páginas del libro Secretos de la Gran Pirámide, el periodista Peter Tompkins narra dicha leyenda. Según se cuenta, durante su campaña en Egipto y Siria, Napoleón regresó a El Cairo para quedarse una noche en el interior de la Gran Pirámide. Tras recorrer estrechos pasillos, quiso vivir en carne propia el último descanso de Keops.
Pasaron siete horas hasta que el sol comenzó emerger en el horizonte de Giza. Napoleón salió pálido y alterado de aquellas paredes. Hasta el día de hoy, el denominado “gran secreto” sigue guardado entre él y las milenarias piedras de la pirámide. La razón de ello fue que cuando se le cuestionó sobre qué vio, si limitó a responder: “Aunque te lo dijera, no me creerías”.
Evidentemente, la veracidad de este relato ha sido punto de debate entre historiadores y académicos. Al vagar entre un momento histórico genuino o una simple leyenda que se ha modificado con el pasar de los años, resulta difícil distinguir si es real o un mito. Para ello, vamos por partes.
Realidad. Uno de los defensores de este relato fue el artista Dominique Vivant Denon, quien acompañó la expedición y llegó describir la noche dentro de la pirámide. A su testimonio se suma el del General Phillip- Paul de Ségur en el libro Memorias de un ayudante de Napoleón. Y finalmente se encuentra el escritor Javier Sierra con su novela La Pirámide Inmortal. Allí, afirmó que la noche de Napoleón en la pirámide pudo haber ocurrido.

Mito. Entre quienes no dan por sentada tal historia se encuentra Louis Antoine Fauvelet de Bourrienne, secretario personal de Napoleón. En la biografía del conquistador, Bourrienne señaló que mandó a otras personas a explorar las pirámides y éste ni siquiera entró. Es decir, desmiente la idea de la visita nocturna en solitario.
Por su parte, la historiadora Shannon Selin apunta a que muchas leyendas sobre Napoleón no cuentan con un fundamento sustancial. Aquí se incluye la historia de la pirámide. Selin, explica que no existe evidencia de que nadie en la expedición documentara una entrada de Napoleón. Nuevamente: es más un mito que un hecho histórico.
Leyenda. Al final, si bien nos encontramos ante una anécdota que tiene más tintes de mito que de realidad, pone sobre la mesa el gran impacto que tuvo la figura de Napoleón en la historia humana. Como recordatorio, la expedición militar a Egipto terminó en fracaso, por lo que el estratega francés se vio obligado a regresar a Europa en 1799.
Aunque sabemos que el resultado no fue del todo favorable, la expedición de Napoleón a Egipto generó interés por la antigua civilización hasta crear la egiptología. Los científicos que acompañaron al ejército recorrieron el país y documentaron sus hallazgos en Description de l’Égypte, una obra monumental publicada entre 1809 y 1822. Su contenido arqueológico es limitado, pero tuvo un enorme impacto al dar pie a la fascinación de esta cultura.
Cortesía de Xataka
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