Quiénes fueron los hermanos Hunt, los “gangsters de la plata” que manipularon el precio del metal y provocaron el colapso del mercado

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    • Autor, Cecilia Barría
    • Título del autor, BBC News Mundo

Llegaron a tener en sus manos casi toda la plata del mundo.

Miembros de una familia millonaria gracias a la riqueza petrolera, los hermanos Hunt se hicieron famosos por hacer una de las mayores manipulaciones de precio de la historia de Estados Unidos.

Su padre, Haroldson Lafayette Hunt, inició sus negocios operando una plantación de algodón en Arkansas, aunque relatos de la época señalan que el negocio de las apuestas fue uno de los motores que lo ayudó a despegar.

Pronto ingresó al negocio petrolero y terminó convirtiéndose en una de las personas más ricas del país. Criticado por realizar operaciones comerciales sin escrúpulos, el magnate -que habría inspirado la creación de uno de los personajes de la serie de televisión Dallas- apoyó las ideas de supremacistas blancos y utilizó los medios de comunicación para promover ideas de extrema derecha.

Hunt tuvo 14 hijos, tres de los cuales participaron en un escándalo financiero vinculado a la especulación con el precio de la plata, un mineral que acapararon al punto de tener más reservas en sus bóvedas que las de muchos países.

Nelson Bunker, William Herbert y Lamar, fueron los tres hermanos involucrados en el escándalo del metal, apodados por sus críticos como los “gangsters de la plata”.

De ellos, el más prominente fue Nelson Bunker, quien llegó a ser unos de los hombres más ricos del mundo gracias a sus negocios con gigantescos yacimientos petroleros en Libia, los cuales terminaron siendo nacionalizados por el gobernante Muammar Gadafi en 1973.

Según William L. Silber, autor del libro “La historia de la plata”, la obsesión de Bunker por la plata nació justamente en 1973 cuando Gadafi se quedó con sus pozos de petróleo.

Propietario y criador de caballos de carreras pura sangre y ferviente anticomunista, a Bunker le preocupaba el espiral inflacionario en EE.UU. y para evitar que su dinero perdiera valor adquisitivo, decidió buscar otras maneras de atesorar su riqueza.

Junto a sus hermanos William y Lamar, el trío comenzó a acumular el metal para protegerse ante las fluctuaciones del mercado y amasar una enorme fortuna con un activo que intentarían controlar.

Compraron decenas de millones de onzas del metal, parte de las cuales transportaron a Suiza en aviones especialmente diseñados para ese objetivo y custodiados por trabajadores armados de sus ranchos texanos, según la firma Proveedores Globales de Lingotes (GBS, por sus siglas en inglés).

Al acumular lingotes y comprar “contratos de futuro” basados en el precio del metal, la demanda por plata generó un gigantesco aumento del precio.

No solo utilizaron su propia fortuna para adquirir más plata. Los hermanos se endeudaron profusamente con el objetivo de seguir haciendo crecer su negocio.

La fiebre de la plata

Fue a finales de 1973, cuando el precio del metal rondaba apenas los US$3 dólares la onza, cuando los Hunt comenzaron a comprar el metal.

Muchas de las operaciones fueron hechas a través de estos contratos de futuro que funcionan como un acuerdo legal entre dos partes que se comprometen a, en una fecha futura establecida y a un precio determinado, intercambiar un activo (llamado activo subyacente) que puede ser físico (como la plata o los productos agrícolas) o financiero.

Herbert, Lamar, Ruth (la madre), y Nelson Bunker (de izquierda a derecha), son parte de la familia del magnate petrolero H.L. Hunt.

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“La plata parecía más segura que las concesiones petroleras en el extranjero. Y los metales preciosos eran una buena protección contra el papel moneda”, le dijo Bunker a la revista Time en enero de 1980, en pleno apogeo del metal precioso.

No se sabe con exactitud cuántos millones de onzas acumularon los Hunt, aunque algunos informes de la época señalan que sus activos superaban la producción anual del metal.

Hacia finales de 1979, señala una estimación, los Hunt tenían unos 40 millones de onzas de plata física y más de 60 millones en contratos futuros de plata. De los tres hermanos, aparentemente el hermano menor, Lamar, tenía la posición más modesta.

Se cree que controlaban dos tercios de todos los contratos del metal negociados en la Bolsa Mercantil de Nueva York (COMEX) y un tercio de todas las reservas de plata no pertenecientes a gobiernos. En un solo año, el valor del metal subió cerca de 700%.

Los Hunt, consiguieron socios internacionales para expandir aún más sus operaciones., incluidos miembros de la elite saudí.

En medio de la efervescencia, hasta las abuelas vendían su platería y sus joyas.

A medida que se corría la voz sobre los negocios de los Hunt, otros inversores intentaban subirse a la ola comprando el metal.

Era la fiebre de la plata de 1979.

Tanto escaló, que el 17 de enero de 1980, llegó a marcar el histórico récord de US$50 la onza.

Para esa época se decía que los Hunt habían “secuestrado” el mercado de la plata.

El precio de la onza del metal precioso pasó de US$11 en septiembre de 1979 a US$50 en enero.

Sin embargo, así como algunos ganaban, otros perdían.

La situación se complicó tanto para la joyería Tiffany’s que la empresa publicó un anuncio en el New York Times atacando indirectamente a los hermanos Hunt como los responsables de la subida del precio del metal.

Y la empresa Kodak, que dependía de la plata para la producción de películas fotográficas, también se vio muy afectada.

El éxito de los negocios de los Hunt despertó las sospechas de las autoridades estadounidenses por presuntas prácticas de monopolio y manipulación de mercado.

El multimillonario Nelson Bunker Hunt comparece ante un subcomité de la Cámara de Representantes que investiga el colapso del mercado de la plata (2 de mayo de 1980).

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La bolsa COMEX anunció en enero unas “normas de emergencia” para regular la compra y venta del metal, mientras que la Bolsa de Comercio de Chicago (CBO), suspendió la emisión de nuevos contratos.

Las nuevas normas aumentaron los llamados “requisitos de margen”, es decir, las garantías de dinero exigidas a los inversores para respaldar sus operaciones.

Los precios de la plata comenzaron a descender.

Bancos y corredores de bolsa que les habían prestado enormes cantidades de dinero a los hermanos, les pidieron dinero en efectivo para resguardarse, pero ellos no lo tenían.

Los Hunt, negándose inicialmente a vender plata por temor a desatar el pánico, no podían responder a los nuevos requisitos establecidos por los reguladores del mercado de la plata y las presiones de sus acreedores.

El 25 de marzo de ese año, el Grupo Bache, la casa de bolsa que había sido un importante financista de los hermanos, comenzó a deshacerse de sus tenencias de plata para recuperar parte de sus pérdidas.

Finalmente, el pánico se apoderó de los mercados.

El 27 de marzo de 1980 la onza del metal cayó a US$10, un día recordado en la historia como el “Jueves de Plata”.

Así, los Hunt pasaron de estar entre los hombres más ricos del mundo a estar entre los más endeudados.

El juicio contra los Hunt

Tras la debacle vino el juicio. Pasaron ocho años hasta que en agosto de 1988 los hermanos Hunt fueron declarados culpables de conspiración, manipulación, monopolización, extorsión y fraude, según el estudio “Revisando la crisis de la plata”, publicado en la revista económica Journal of Commodity Markets.

La prensa de la época entregó detalles sobre el juicio.

“Los extravagantes hermanos Hunt de Texas, cuya fortuna combinada llegó a alcanzar los US$6.000 millones, fueron declarados culpables”, informó el periódico Los Angeles Times el 21 de agosto de 1988.

 Los multimillonarios hermanos Hunt, William Herbert (izq.) y Nelson Bunker (der.), prestan juramento ante un subcomité de la Cámara de Representantes que investiga el reciente colapso del mercado de la plata. (2 de mayo de 1980).

Fuente de la imagen, Bettmann/Getty Images

El periódico explica que no todos los Hunt fueron hallados culpables de los mismos delitos.

Aunque el veredicto señaló que los tres hermanos violaron las leyes de fraude, materias primas y antimonopolio, Nelson Bunker y William fueron declarados culpables de crimen organizado, aunque como se trata de un veredicto civil, no conlleva sanciones penales, señala el artículo.

Solo Lamar, propietario del equipo de fútbol americano Kansas City Chiefs, fue declarado inocente de crimen organizado.

El jurado también determinó que International Metals Investment Co. y Mahmoud Fustok, un destacado propietario de caballos de carreras, participaron en la conspiración.

La empresa de inversión en metales era propiedad de dos jeques árabes y dos de los hermanos Hunt, mientras que Fastouk era cuñado del príncipe heredero de Arabia Saudita, agrega la publicación.

Los Hunt negaron los cargos bajo el argumento de que los acontecimientos políticos mundiales impulsaron el precio de la plata.

El demandante en el juicio era la empresa minera estatal peruana Minpeco.

La firma demandó a los Hunt por daños y perjuicios financieros y tras seis días de deliberación, el jurado de Nueva York ordenó a los acusados pagar más de US$130 millones a la compañía latinoamericana.

Aun así, los hermanos no cayeron en la ruina porque sus fideicomisos, que controlaban las compañías petroleras de la familia, no se vieron afectados por el litigio.

La Comisión de Comercio de Futuros de Materias Primas (CFTC, por sus siglas en inglés) multó a los hermanos con US$10 millones a cada uno y les prohibió operar en los mercados de materias primas estadounidenses.

Y en el tema de las deudas tributarias, llegaron a un acuerdo para pagar impuestos atrasados, multas e intereses al Servicio de Impuestos Internos.

Mientras esto ocurría en el mercado de la plata, las inversiones petroleras de los hermanos se vinieron abajo cuando en la década de los 80s cayó el precio del crudo.

En medio de todos sus líos financieros, los Hunt se declararon en quiebra corporativa en 1986 y en quiebra personal en 1988.

A pesar de todos los escándalos, la familia Hunt mantuvo inversiones en una multitud de industrias. Los herederos continúan involucrados en el sector energético, son dueños de una vasta cartera inmobiliaria, y mantienen intereses en equipos de fútbol americano.

Foto genérica de cartel callejero que dice Wall Street.

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Cortesía de BBC Noticias



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