El cierre del gobierno de EE.UU. se acerca a su fin por un acuerdo en el Senado

Después de más de 40 días de cierre de servicios públicos federales, un récord, Estados Unidos divisaba el lunes una posible solución al bloqueo presupuestario que causó este “shutdown”, tras un acuerdo en el Senado entre la mayoría republicana y algunos demócratas moderados, quienes ya enfrentan las críticas de su propio partido. Desde el 1 de octubre más de un millón de trabajadores federales no trabajan o lo hacen sin cobrar. La presión sobre los legisladores aumentó en los últimos días por la cancelación de miles de vuelos. Tras superar un importante obstáculo procedimental el domingo por la noche, se prevé que el Senado apruebe un proyecto de presupuesto en las próximas horas.

El texto tendrá que pasar por la Cámara de Representantes, controlada por los republicanos, previsiblemente el miércoles. El presidente Donald Trump elogió el lunes el acuerdo. “Vamos a reabrir nuestro país muy rápidamente”, dijo Trump a periodistas en la Oficina Oval, en alusión a la reapertura de los servicios públicos federales que dejaron de funcionar debido a la parálisis presupuestaria. El mandatario se comprometió a “cumplir el acuerdo” y dijo que “es muy bueno”, cuando se le preguntó si se adheriría a los términos del pacto que incluyen la reincorporación de los trabajadores federales despedidos durante el cierre o “shutdown”.

El acuerdo bipartidista, sellado tras intensas negociaciones entre senadores republicanos y un grupo de demócratas, busca garantizar el funcionamiento de las agencias federales hasta el 30 de enero. La propuesta incluye fondos para los departamentos de Agricultura, Asuntos de Veteranos, Defensa y para el Congreso, además de la reincorporación de los trabajadores despedidos durante las semanas de cierre.

Romper la parálisis

El acuerdo, sin embargo, está lejos de cerrar todas las grietas políticas. El líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, y figuras del ala progresista de su partido rechazaron la iniciativa por considerar que deja sin resolver la renovación de los subsidios de salud de la Ley de Cuidado Asequible (Obamacare), que expiran a fin de año.

Según el texto en discusión, los republicanos se comprometieron a someter a votación en diciembre una extensión de esos subsidios, aunque sin garantizar su aprobación. “Mientras el gobierno estuvo cerrado, el presidente Trump tomó como rehenes a los estadounidenses al suspender la asistencia alimentaria y sanitaria para millones de familias“, denunció Schumer durante el debate, a quien el presidente señala como el “culpable” del cierre, que rebautizó como “Schumer-shutdown”.

La votación del domingo, que se resolvió por 60 votos a favor y 40 en contra y empezó a destrabar la parálisis, llegó después de 14 intentos fallidos en el Senado para aprobar una medida similar. Ocho senadores demócratas rompieron con la posición de su bancada para acompañar a los republicanos, entre ellos los representantes de Illinois, Virginia, Pensilvania y Nevada. Del lado conservador, el único voto en contra fue el del senador Rand Paul, conocido por su oposición sistemática a los aumentos del gasto público.

Para los senadores demócratas que decidieron acompañar la propuesta, entre ellos Jeanne Shaheen, Angus King, Tim Kaine y Maggie Hassan, el compromiso de abrir esa discusión fue suficiente para destrabar el conflicto. “Era el único acuerdo posible tras seis semanas de sufrimiento para los trabajadores federales y las familias más vulnerables”, justificó Shaheen.

Un cierre histórico

Mientras el Senado intenta destrabar el conflicto, las consecuencias del cierre ya se sienten en todo el país. Con 40 días de inactividad, el cierre del gobierno federal se convirtió en el más largo de la historia de Estados Unidos, superando los 35 días registrados durante la administración Trump en 2018-2019. Aquella vez el conflicto se centró en el financiamiento del muro fronterizo con México, pero en esta ocasión el eje de la disputa volvió a ser el gasto en salud y asistencia social.

Desde el comienzo del cierre el pasado 1 de octubre, programas federales de alimentación quedaron suspendidos, miles de empleados públicos fueron enviados a sus casas sin sueldo y los aeropuertos del país sufrieron un colapso progresivo por la falta de controladores aéreos. Según la plataforma Flightaware, el lunes fueron cancelados 1.983 vuelos en el país, lo que supone un 7,7 por ciento de los 25.735 vuelos que estaban programados.

El impacto social del cierre fue especialmente visible entre los trabajadores de menores ingresos y los beneficiarios del Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP), del que dependen unos 42 millones de personas. La suspensión temporal del programa empujó a miles de familias a recurrir a bancos de alimentos y donaciones comunitarias. “El acuerdo permitirá reactivar esos fondos y garantizar el pago retroactivo a los funcionarios”, destacó el senador demócrata Tim Kaine.

A pesar del avance en el Capitolio, las diferencias políticas persisten. La congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez criticó el acuerdo por considerarlo una “rendición innecesaria” frente a las presiones de Trump. “Esto no se trata de apelar a una base electoral. Se trata de las vidas de las personas”, escribió en la red X. En la misma línea, el gobernador de California, Gavin Newsom, consideró que la decisión de sus colegas demócratas significaba “darse vuelta” frente a las presiones y resumió su postura en una sola palabra: “Patético”.

Cortesía de Página 12



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