
Sin dejar de reconocer que la actividad agrícola es una expuesta de manera directa a los imponderables meteorológicos, los indicadores relacionados con la producción de maíz en México deberían tener extremadamente preocupado al gobierno federal porque de acuerdo con la información estadística reportada por el Servicio de Información Agroalimentaria y Pesquera (SIAP), de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), al cierre del 30 de septiembre pasado, el año agrícola 2025 no pinta nada bien.
De hecho, todo apunta a que será un muy mal año en términos de producción de maíz, lo que resulta paradójico en el contexto de un gobierno de la República que no se ha cansado de repetir una y otra vez a manera de propaganda el eslogan “sin maíz no hay país”.
Según el SIAP, al 30 de septiembre de este año se habían sembrado 6 millones 715 mil 135 hectáreas de maíz, lo que representa un incremento de 2.3 por ciento respecto a la superficie sembrada a esa misma fecha del año pasado. Pero puesto en perspectiva, el dato se compara desfavorablemente con el promedio de superficie sembrada al 30 de septiembre de cada año entre 2018 y 2023: 7 millones 178 mil 814 mil hectáreas. Esto significa que los datos reportados para 2025 muestran una caída de 6.5 por ciento en la superficie sembrada con maíz.
Y bueno, la menor superficie sembrada también se traduce en menor producción. Nuevamente, con los datos publicados al 30 de septiembre, se reporta que la producción obtenida a esa fecha en 2025 fue de 4 millones 741 mil 248 toneladas. Para darnos una idea, en el último año de la administración del presidente Peña Nieto, a esa misma fecha, ya se habían producido 8 millones 508 mil 392 toneladas.
Y todo esto apunta a que la producción de maíz para el año agrícola 2025 se ubicará según lo que estiman algunos expertos ligeramente por debajo de las 22 millones de toneladas, lo que representaría una caída de 20 por ciento aproximadamente frente al promedio de producción para los años agrícolas 2018 al 2023, que fue de 27.2 millones de toneladas. Es decir, que mientras que el tamaño de la población de México se incrementó en casi 9 millones de personas entre 2018 y 2025, ahora producimos menos maíz.
Para esta prospectiva tan preocupante confluyen diversos factores, algunos de orden meteorológico como la sequía que padeció Sinaloa hasta hace poco, pero también está y yo señalaría que de manera central, la errática y poco predecible política agrícola instrumentada desde la administración anterior, así como la del gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Así como se desmanteló una buena parte del andamiaje institucional cuyo propósito era impulsar que México pudiera transitar a mejores niveles de desarrollo económico, también se desmanteló buena parte de las políticas de apoyo al campo. Apenas en las semanas recientes hemos visto como el campo mexicano se ha convertido en hervidero de malestar entre los productores, en buena medida por la falta de claridad de los instrumentos de apoyo para los productores de maíz y, por lo que ellos consideran, insuficiente apoyo del gobierno federal. Otros factores son desde luego el incremento en los costos de producción y la caída en los precios internacionales del maíz, lo que ha presionado a la baja los precios que los industriales están dispuestos a pagar a los productores en México.
Justo para escenarios como ese es que están diseñadas las políticas de apoyo al sector agropecuario, incluso en economías desarrolladas como las de Estados Unidos o la Unión Europea, para evitar sobresaltos tan marcados. Pero no, en México la 4T optó por desmantelar todo, creyendo que sus esquemas de apoyo como Sembrado Vida o Jóvenes Construyendo el Futuro, mas una buena dosis de propaganda serían suficientes para mantener al campo bajo control.
El golpe de realidad que les ha significado 2025 ha provocado que el gobierno de Claudia Sheinbaum reconozca que debe reintroducir enfoques abandonados, como el de generar instrumentos para promover una modernización en los esquemas de comercialización, en este caso de maíz. Así que el campo hoy padece las consecuencias de una muy mala combinación de decisiones de políticas públicas. ¿Se pondrá las pilas de verdad el gobierno para enderezar el camino?
*El autor es economista.
Cortesía de El Economista
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