¿Se puede en pleno siglo XXI seguir haciendo ballets sobre cuentos de hadas?

Hace pocos días se estrenó en el teatro porteño El Cubo un espectáculo de ballet creado por Paula Argüelles -ex bailarina del Teatro Colón- e inspirado en Rapunzel, antiguo relato de los hermanos Grimm. Todos los ingredientes de los cuentos de hadas están allí: tanto la bella joven encerrada en una torre y víctima de una bruja malvada, como los obstáculos que debe vencer un príncipe muy apuesto para que triunfen el bien y el amor.

Los que nos lleva a la pregunta: ¿se puede en pleno siglo XXI seguir haciendo obras de danza sobre cuentos de hadas?

Si nos remontamos a la segunda mitad del siglo XIX, y fundamentalmente al pródigo período de Marius Petipa, vemos que una gran proporción de su repertorio -muy vital hasta hoy- tiene todos los rasgos de los cuentos de hadas.

Este género se define por la presencia de personajes dotados de poderes mágicos, ya sean buenos o malos, y por un universo de objetos encantados en el que las leyes físicas y de la naturaleza se encuentran suspendidas. El ballet La bella durmiente de Marius Petipa basado en el cuento de Charles Perrault, inspirado a su vez en el relato original de los hermanos Grimm, coincide perfectamente con esas características.

¿Pero qué ocurre hoy con esos elementos llevados a ese lenguaje sin palabras que es la danza?

Antes de reproducir la entrevista con Paula Argüelles veamos cómo responden a aquella pregunta un grupo de muy jóvenes estudiantes del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. Su profesora de Historia de la danza, Patricia Casañas, les había propuesto como ejercicio que pensaran la vigencia que puede tener hoy la estructura y los temas de los ballets del siglo XIX llevados a obras nuevas.

Patricia Casaña es periodista cultural con una gran formación en danza y música y dice: “Aquel modelo de obras muy extensas de Marius Petipa, con varios actos y numerosas variaciones coreográficas no directamente relacionadas con el argumento central existió durante sesenta años. Y no sé si tiene sentido volver a él. Por otra parte, aquellos grandes ballets académicos continúan dándose en todo el mundo y forman un repertorio que podemos ver hoy”.

“Rapunzel”. Un cuento de hadas hecho ballet. Foto: Prensa/Antonio Fresco

¿Y qué han dicho sus alumnos? En una gran proporción opinan que no se puede volver a las formas del siglo XIX, esos espectáculos tan extensos y tan opulentos.

Por otra parte, proponen como alternativa temáticas muy distintas, o en otras palabras, hablan de la necesidad de modernizar las historias que se quieren contar a través del ballet: argumentos tomados de la primera película de la serie de Harry Potter, el Capitán América, Star Wars e incluso, ya con un sesgo feminista, el relato de la película de animación Valiente.

Uno de los estudiantes escribe: “Los ballets de Petipa son realmente hermosos, pero la realidad es que todo evoluciona y la danza no es una excepción. Una obra puede simplemente querer transmitir una emoción o un estado y, en el caso de que se quiera contar una historia, que todo en ella tenga sentido y que no sea necesario leer el argumento en el programa para entenderla”.

Una Rapunzel no sólo para niños

Paula Arguelles ingresó al Ballet del Teatro Colón cuando tenía 16 años, al retirarse dirigió el Ballet de Salta y en 2018 creó su propia compañía, el BPA. Es un conjunto juvenil formado con bailarines reunidos en audiciones y que se formaron, como Paula misma, en el Instituto Superior del Arte del Teatro Colón aunque también en otras escuelas. Tienen entre 15 y 22 años y para Paula es un propósito fundamental que, más allá de la técnica, aprendan a maquillarse, a estar en el escenario, a trabajar profesionalmente.

La increíble Marianela Núñez como la Princesa Aurora, en La increíble Marianela Núñez como la Princesa Aurora, en “La bella durmiente”. Para los jóvenes bailarines es una referente.

-¿Cómo llegaste a la historia de Rapunzel?

-Mi hijo Manuel Galván creció en el Colón porque su papá Julián también forma parte, hasta hoy, del cuerpo estable. Manuel nunca quiso bailar, pero hace dos años comenzó a escribir historias para ballet y fue él quien me propuso la idea. El cuento original es mucho más siniestro que la versión en película de animación, pero por supuesto aquí tiene igualmente una adaptación.

-¿Es una obra para niños?

-No, no sólo para niños. Quise hacer como un ballet de repertorio, muy exigente desde el punto de vista técnico. Pero por otro lado me interesa que los bailarines sean capaces de contar un cuento con la danza. Los chicos que hoy estudian ballet se deslumbran con lo que hacen aquellos bailarines-estrella que siguen en las redes. Pero si ellos reproducen sólo las proezas más acrobáticas pueden llegar a transformarse sólo en máquinas que bailan.

-Y hoy hay extraordinarias figuras del ballet, bailando e incluso ensayando, a las que se puede acceder fácilmente gracias a las redes,

El gran modelo es Marianela Núñez, pero muchos chicos se olvidan de que para llegar adonde llegó, Marianela atravesó muchos procesos. Las generaciones nuevas quieren lograr todo lo más rápido posible.

“Rapunzel”, de Paula Argüelles, no es solamente para que lo vean los chicos. Foto: Prensa/Antonio Fresco

-Volviendo al tema del ballet y los cuentos de hadas, el público de hoy acepta tranquilamente la convención de que el cisne se transforme en princesa y viceversa como ocurre en “El lago de los cisnes”. Pero es una convención que forma parte de una tradición ya largamente establecida. ¿Cómo se puede lograr hoy algo similar? Es decir, que los elementos mágicos sean convincentes desde el punto de vista narrativo.

-En realidad es una incógnita, pero creo que los seres humanos estamos actualmente bajo un dominio tan grande de la tecnología y en un mundo tan cruel, que se hace necesario volver a la fantasía.

Información

Las próximas funciones de Rapunzel serán el sábado 15 de noviembre y el domingo 23 de noviembre a las 17 horas, en el Teatro El Cubo, Zelaya 3053, CABA.

Cortesía de Clarín



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