
Con el incremento de los efectos del calentamiento global en todo el mundo, también se multiplican los desafíos. A mayor sensación térmica, mayor es la necesidad de refrigeración o climatización de espacios. Se está disparando la demanda global de enfriamiento con dispositivos mecánicos o tecnológicos y con ella se dispara el uso de energía y la emisión de gases de efecto invernadero, sobre todo en las zonas de alta urbanización.
Desde este punto, de no cambiar rotundamente los parámetros globales, se calcula que para 2050 el empleo de sistemas de enfriamiento artificial en el mundo se habrá triplicado. Esto elevará las emisiones de dióxido de carbono (CO2) hasta en 7,200 millones de toneladas al año, considerando los esfuerzos para reducir el efecto de dispositivos ineficientes.
En contraparte, la evolución del calentamiento global afectará sobremanera a miles de millones de personas sin posibilidades de acceso a una protección adecuada contra el calor.
Todo esto lo indica el documento Global Cooling Watch Report, publicado recientemente por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), en ocasión de la 30ª Conferencia sobre el Cambio Climático (COP30), que desde el lunes pasado tiene lugar en la amazonia brasileña, en la ciudad de Belém, en Pará.
Replantear políticas
de refrigeración
El objetivo del estudio y su lanzamiento en el contexto de la cumbre climática, además de ofrecer información cuantitativa, es establecer propuestas concretas de acción global para garantizar un futuro con acceso a sistemas de refrigeración sostenible y reducir el impacto de aquellas tecnologías obsoletas o contraproducentes con el medio ambiente.
“Debemos replantearnos la refrigeración, no como una fuente de emisiones, sino como un pilar fundamental de la resiliencia ante el calor y el desarrollo sostenible. Durante las olas de calor, el acceso a la refrigeración puede marcar la diferencia entre la vida y la muerte. Durante todo el año, permite comunidades prósperas, seguridad alimentaria, aprendizaje continuo y ciudades habitables. La refrigeración sostenible y accesible —desde el diseño pasivo hasta la refrigeración eficiente— debe considerarse una infraestructura esencial”, declara el documento firmado por Winston Chow, codirector del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), y Martin Krause, director de Cambio Climático en el PNUMA.
Para ofrecer un mejor contexto de las condiciones del presente y las previsiones con miras a la mitad de siglo, el reporte además detalla que en 2022 únicamente los equipos de refrigeración y aire acondicionado emitieron unos 4,100 millones de toneladas de CO2. Un tercio de esta cifra se debió a fugas de refrigerante y dos tercios al consumo de energía. Para 2050, las emisiones por refrigeración, como ya se ha establecido aquí, podrían ascender a 7,200 millones de toneladas de CO2, es decir que en tan sólo tres décadas el impacto climático por dispositivos de este tipo prácticamente se habrá duplicado.
Entonces, ¿qué hacer?
Es necesario impulsar iniciativas y la visibilidad sobre el desarrollo consciente de métodos de refrigeración híbrida y la adquisición de dispositivos de bajo consumo eléctrico y alta eficiencia.
Para lograr lo anterior, los gobiernos y la iniciativa privada en todo el mundo, así como las personas desde la acción individual, deben evitar la venta o adquisición de dispositivos con refrigerantes de hidrofluorocarbono, hoy en día uno de los recursos más usados.
Este compuesto, el hidrofluorocarbono, comenzó a implementarse a finales de la década de los 80, después de la firma del Protocolo de Montreal, relativo a la mitigación de sustancias que afectan al medio ambiente. La sustancia suplió a otros componentes, como los clorofluorocarbonos, que impactaban mucho más sobre el medio ambiente.
No obstante, el impacto de un compuesto que en su momento parecía una alternativa limpia y de mínimo impacto climático se ha acumulado por la demanda de dispositivos de refrigeración, hasta convertirlo en un factor de preocupación.
El escenario ideal que plantea el estudio es ambicioso. Sugiere la reducción del parque de dispositivos de refrigeración obsoletos en torno al 40% hacia mitad de siglo y, con ello, el descenso hasta los 2,600 millones de toneladas de CO2 al año, es decir, un 64% por debajo de las emisiones del escenario ascendente.
¿En qué escenario nos encontramos?
Naciones Unidas realizó un análisis sobre 192 países. De este total, 29 naciones confirmaron la puesta en marcha de medidas para la reducción específica de gases de efecto invernadero emitido por dispositivos de refrigeración, mientras que otros cinco anunciaron que están desarrollando dichas políticas y 134 naciones contemplan estrategias dentro de sus planes a largo plazo.
El informe en cuestión presenta información estadística y líneas de acción de cara al futuro que vale la pena analizar.
Cortesía de El Economista
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