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- Autor, Anthony Zurcher
- Título del autor, BBC News
Tras 43 días, el cierre del Gobierno estadounidense más largo de la historia llegó a su fin.
Los empleados federales volverán a recibir su salario. Los parques nacionales reabrirán. Los servicios gubernamentales que habían sido restringidos o suspendidos por completo se reanudarán. Los viajes aéreos, que se habían convertido en una pesadilla para muchos estadounidenses, volverán a ser simplemente frustrantes.
Una vez que se calmen las aguas y se seque la tinta de la firma del presidente Donald Trump en el proyecto de ley de financiación, ¿qué se ha logrado con este cierre del gobierno sin precedentes? ¿Y cuál ha sido su coste?
Los demócratas del Senado, mediante el uso de la táctica dilatoria parlamentaria, lograron provocar el cierre del Gobierno a pesar de ser minoría en la cámara, al negarse a aceptar una medida republicana para financiar temporalmente al Gobierno.
Marcaron un límite, exigiendo que los republicanos aceptaran prorrogar los subsidios al seguro médico para los estadounidenses de bajos ingresos que expiran a finales de año.
Cuando un puñado de demócratas rompió filas para votar a favor de la reapertura del Gobierno el domingo, no recibieron prácticamente nada a cambio: la promesa de una votación en el Senado sobre los subsidios, pero ninguna garantía de apoyo republicano ni siquiera la votación necesaria en la Cámara de Representantes.
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Desde entonces, los miembros del ala izquierda del partido están furiosos.
Han acusado al líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer —quien no votó a favor del proyecto de ley de financiación—, de ser cómplice secreto del plan de reapertura o simplemente incompetente.
Sintieron que su partido se rindió incluso después de que el éxito en las recientes elecciones demostrara que tenían ventaja. Temían que los sacrificios del cierre hubieran sido en vano.
Incluso demócratas más moderados, como el gobernador de California, Gavin Newsom, calificaron el acuerdo de cierre del gobierno de “patético” y de ser una “rendición”.
Jugando con reglas antiguas
“No vengo a pegarle a nadie”, dijo a Associated Press, “pero no me agrada que, ante esta especie invasora que es Donald Trump, que ha cambiado por completo las reglas del juego, sigamos jugando con las reglas antiguas”.
Newsom aspira a la presidencia en 2028 y puede ser un buen indicador del sentir del partido. Fue un leal partidario de Joe Biden, a quien defendió incluso después de su desastrosa actuación en el debate de junio contra Trump.
Si está dispuesto a presentar batalla, no es una buena señal para los líderes demócratas.
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Para Trump, en los días transcurridos desde que se desbloqueó el estancamiento en el Senado el domingo, su estado de ánimo ha pasado del optimismo cauto a la celebración.
El martes felicitó a los republicanos del Congreso y calificó la votación para reabrir el Gobierno como “una victoria muy importante”.
“Estamos abriendo nuestro país”, dijo en una conmemoración del Día de los Veteranos en el cementerio de Arlington. “Nunca debió haber estado cerrado”.
Trump, tal vez intuyendo la ira de los demócratas hacia Schumer, se unió a los ataques durante una entrevista en Fox News el lunes por la noche.
Sin concesiones sustanciales
“Pensó que podía dividir el Partido Republicano, y los republicanos acabaron con él”, dijo Trump sobre el senador demócrata.
Aunque hubo momentos en que Trump pareció ceder —la semana pasada reprendió a los senadores republicanos por negarse a eliminar la obstrucción parlamentaria para reabrir el Gobierno—, finalmente salió del cierre sin haber hecho concesiones sustanciales.
Aunque sus índices de popularidad han disminuido en los últimos 40 días, aún falta un año para que los republicanos tengan que enfrentarse a los votantes en las elecciones de mitad de mandato.
Y, salvo algún tipo de reforma constitucional, Trump no tendrá que preocuparse nunca más por presentarse a las elecciones.
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Tras el fin del cierre del Gobierno, el Congreso retomará su programación habitual. Si bien la Cámara de Representantes ha estado prácticamente paralizada durante más de un mes, los republicanos aún confían en poder aprobar legislación sustancial antes del inicio del ciclo electoral del próximo año.
Aunque varios departamentos gubernamentales recibirán fondos hasta septiembre en virtud del acuerdo que pone fin al cierre, el Congreso deberá aprobar el gasto para el resto del Gobierno antes de finales de enero para evitar otro cierre.
Los demócratas, lamiéndose las heridas, quizá estén deseando otra oportunidad para luchar.
Mientras tanto, el tema por el que se enfrentaron—los subsidios a la atención médica— podría convertirse en una preocupación acuciante para decenas de millones de estadounidenses que verán duplicarse o triplicarse el costo de sus seguros médicos a finales de año. Los republicanos ignoran este problema que afecta a sus votantes, lo que les perjudica políticamente.
Otros peligros
Y ese no es el único peligro que enfrentan Trump y los republicanos. Un día que se suponía que estaría marcado por la votación de la Cámara de Representantes sobre la financiación del Gobierno, se dedicó a discutir sobre las últimas revelaciones en torno al fallecido delincuente sexual Jeffrey Epstein .
Más tarde, este miércoles, la congresista Adelita Grijalva juró su cargo en el Congreso y se convirtió en la 218º y última firmante de una petición que obligará a la Cámara de Representantes a celebrar una votación para ordenar al Departamento de Justicia que publique todos sus archivos sobre el caso Epstein.
Esto bastó para que Trump se quejara, en su sitio web Truth Social, de que su éxito en la obtención de fondos gubernamentales estaba siendo eclipsado.
“Los demócratas están tratando de volver a sacar a relucir el engaño de Jeffrey Epstein porque harán cualquier cosa para desviar la atención de lo mal que lo han hecho con el cierre del Gobierno y muchos otros temas”, escribió.
Todo ello fue un claro recordatorio de que hasta los planes y estrategias políticas mejor trazados pueden descarrilar en un instante.

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Cortesía de BBC Noticias
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