¿Por qué las mujeres suelen vivir más que los hombres?


Durante décadas se ha observado que, en prácticamente todos los rincones del planeta, las mujeres superan a los hombres en esperanza de vida. La brecha global ronda los cinco años: mientras los hombres alcanzan una media cercana a los 76 años, las mujeres viven alrededor de 81 años. 

Un reciente trabajo científico, “Sexual selection drives sex difference in adult life expectancy across mammals and birds”, publicado en la revista Science Advances, ha arrojado nueva luz sobre las causas de esta diferencia, combinando aspectos biológicos y conductuales. Aquí los detalles.

Desde el nacimiento, la balanza se inclina a favor

De acuerdo con el estudio, las estadísticas muestran que los varones son más frágiles desde el inicio: los recién nacidos masculinos presentan mayor riesgo de sufrir enfermedades genéticas o infecciones. Esta vulnerabilidad temprana continúa a lo largo de la vida. En la adolescencia y juventud, los hombres se exponen más a accidentes y violencia; en la edad adulta, el tabaquismo, el alcohol y otras conductas de riesgo aumentan su mortalidad frente a las mujeres.

Más allá del estilo de vida, el cuerpo femenino parece contar con una protección adicional. Las hormonas como los estrógenos favorecen la salud cardiovascular y refuerzan el sistema inmunológico, lo que contribuye a una mayor resistencia ante enfermedades. Además, desde una perspectiva evolutiva, la biología femenina ha desarrollado mecanismos de autopreservación ligados a la necesidad de garantizar la supervivencia de la descendencia.

Un estudio internacional dirigido por el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania) analizó los datos genéticos de más de mil especies, incluidas 528 de mamíferos, y descubrió un patrón revelador: las hembras de mamíferos viven, en promedio, un 12 % más que los machos.

Las conclusiones respaldan la llamada teoría del sexo heterogamético, que sugiere que tener dos cromosomas sexuales iguales —como el par XX en las mujeres— ofrece una ventaja genética. En los machos (XY), la ausencia de un segundo cromosoma X limita la posibilidad de compensar mutaciones dañinas.

Curiosamente, en las aves ocurre lo contrario: las hembras son las que poseen cromosomas distintos (ZW) y, por ello, los machos —con dos cromosomas Z— tienden a vivir más tiempo.

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Estrategias evolutivas y comportamiento social

No obstante, los cromosomas no explican toda la historia. El tipo de reproducción también influye. En especies de mamíferos polígamos, donde los machos compiten intensamente por las hembras, la esperanza de vida masculina es menor. En cambio, las aves, que suelen mantener relaciones monógamas y comparten responsabilidades parentales, muestran una brecha menor o incluso invertida.

Así, la longevidad femenina puede entenderse como una estrategia evolutiva destinada a maximizar la supervivencia de las crías. Esta ventaja se refuerza por el rol protector y de cuidado que las hembras —y, en el caso humano, las mujeres— han desempeñado históricamente.

Los investigadores señalan que la diferencia no está escrita en piedra. Los hombres podrían reducir la brecha si adoptan ciertos hábitos más frecuentes en las mujeres: realizar chequeos médicos con regularidad, cuidar la alimentación, evitar el consumo excesivo de alcohol o tabaco y participar activamente en la crianza y el hogar.

En las generaciones más jóvenes ya se observa un cambio: la igualdad de género no solo promueve una sociedad más justa, sino que podría traducirse, literalmente, en una vida más larga para todos.

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AO
 

Cortesía de El Informador



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