Svetlana Mojsov, la científica que descubrió la hormona GLP-1 usada en medicamentos contra la diabetes e inyecciones para bajar de peso (y que casi borran de la historia)

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    • Autor, Servicio Mundial de la BBC
    • Título del autor, Serie “Witness History”*

En la década de 1980, los científicos hicieron un descubrimiento que con el tiempo conduciría al desarrollo de fármacos que hoy se utilizan en todo el mundo para tratar la diabetes y ayudar a controlar la obesidad mediante inyecciones para bajar de peso.

Una de las científicas clave detrás de este avance fue Svetlana Mojsov.

“Mi descubrimiento realmente ayuda a millones de personas en todo el mundo. Esa es la mayor recompensa que podría obtener”, le dijo a la BBC.

Mojsov descubrió que el GLP-1 (una sigla en inglés que significa péptido similar al glucagón tipo 1) era una importante incretina.

Cuando comes, la comida entra en el intestino y libera una hormona, una incretina. Eso estimula la liberación de insulina y reduce los niveles de glucosa en el torrente sanguíneo.

Los niveles altos de glucosa no son buenos para nuestra salud.

“Fueron mis experimentos los que demostraron que el GLP-1 es una incretina”, explicó la premiada investigadora.

En los últimos años ganó premios de gran prestigio, entre ellos, el Princesa de Asturias de Investigación Científica y Química, Fronteras del Conocimiento y Pearl Meister Greengard en 2024; los premios Breakthrough en Ciencias de la Vida y Trienal Warren en 2025 y el premio anual Kimberly en Bioquímica y Genética Molecular de 2026.

Además de los premios científicos, Mojsov ha recibido otros honores como ser elegida una de las 100 personas más influyentes de 2024 según la revista Time.

Pero la historia estuvo a punto de olvidarla.

Pasión por la ciencia

Mojsov se describe a sí misma como yugoslava nacida en Macedonia.

“Nací en la ciudad de Skopje, que ahora está en el norte de Macedonia. Y luego mi familia, cuando tenía 10 años, se mudó a Belgrado”, contó.

Fue en la escuela secundaria de Belgrado donde desarrolló su interés por la ciencia: “Nos introdujeron en química y física, y las clases eran seguidas por experimentos”.

“Me quedé completamente fascinada al ver cómo se podían mezclar dos o más compuestos y crear uno completamente nuevo, que tenía propiedades muy diferentes”, agregó.

“Mis maestros notaron mi entusiasmo y me apoyaron mucho, pero durante la escuela secundaria realmente no pensé en una carrera. Pero luego, cuando estaba en la Universidad de Belgrado, fue muy claro que quería ser científica y los profesores allí también me apoyaron”.

Ilustración de un péptido de semaglutida (azul) unido a su diana, el péptido similar al glucagón-1 (GLP-1, rosa claro). La semaglutida es un fármaco antidiabético y contra la obesidad.

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Su investigación sobre GLP-1 comenzó en la década de 1970 mientras estudiaba el glucagón, una hormona que controla los niveles de azúcar en la sangre.

“Desarrollé una comprensión muy buena de la biología del glucagón. Fue realmente mi investigación con glucagón lo que preparó el escenario para mi descubrimiento de GLP-1 como una incretina”.

Perlas en una cuerda

En los primeros días de su carrera, Mojsov encontró inspiración en la historia de un médico que era diabético y fue una de las primeras personas en recibir insulina en la década de 1920.

“Se quedó ciego. Era un muy buen científico y dirigía un laboratorio. Incluso cuando estaba ciego, con la ayuda de su asistente de investigación, pudo realizar experimentos. La historia realmente me conmovió y creo que, inconscientemente, eso fue realmente un impulso para que intentáramos desarrollar un medicamento para la diabetes”, contó.

Mojsov hizo su descubrimiento clave después de cambiar de trabajo, construyendo sobre los cimientos establecidos por el trabajo de otros.

“En el verano de 1983 acepté el puesto como investigadora independiente en la unidad de endocrinología del Hospital General de Massachusetts, en Boston. Y casi al mismo tiempo, Graeme Bell y sus colegas publicaron el artículo crítico que condujo a mi descubrimiento”, contó.

“Así que estuve en el momento adecuado y en el lugar correcto para hacerlo”.

Bell dirigía un equipo de investigación en Chiron Corporation, California, y fue él quien les dio el nombre de GLP-1.

Pero hacía falta dar el siguiente paso y preguntarse: “¿Qué función cumple realmente el GLP-1?”.

Las proteínas como GLP-1 están formadas por bloques de construcción llamados aminoácidos. Así que imagínalos como perlas en una cuerda.

“La secuencia de GLP-1 estaba flanqueada por dos aminoácidos que se sabía que servían como señales para liberar péptidos biológicamente activos. Y basándose en la posición de las señales, Bell propuso que GLP-1 era un nuevo péptido biológicamente activo que contenía 37 aminoácidos”, dijo.

“Otros investigadores en el campo estuvieron de acuerdo con esa conclusión”.

El GLP-1 tiene 37 de estas perlas, los aminoácidos. Entonces, cada perla en la cuerda tiene un número en secuencia del 1 al 37.

Collar de perlas con números marcados

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Mojsov miró las 37 perlas y notó algo.

“Cuando revisé la secuencia predicha de GLP-1, noté que contenía una señal oculta. Y que esa señal oculta liberaría un péptido más corto, que es similar al glucagón, y sería ese péptido más corto el que sería biológicamente activo”.

“Lo llamé GLP-1-7-37. Y predije entonces que GLP-1-7-37 sería la incretina”, explicó.

Entonces, si volvemos a las perlas en la cuerda, lo que Mojsov había notado era que las primeras seis perlas no hacían mucho.

La acción real comenzaba en la perla número 7 y continuaba hasta la 37.

A través de extensos experimentos, la científica demostró que era una hormona incretina, que estimulaba la liberación de insulina y reducía los niveles de glucosa en sangre.

Sus hallazgos se publicaron en artículos influyentes a mediados de la década de 1980.

Más tarde, los científicos acordaron que GLP-1, 7 a 37, debería conocerse simplemente como GLP-1.

Mojsov tenía la esperanza de que su descubrimiento ayudara a otros a lograr nuevos avances.

“Después me convencí de que sería un fármaco. Era consciente de que eso sería difícil, porque 7-37 tenía una vida media muy corta, por lo que no podía usarse por sí solo como medicamento. Pero estaba segura de que habría alguna compañía farmacéutica a la que le interesaría eso”.

Y eso es exactamente lo que sucedió.

Persona aplicándose Wegovy en el abdomen.

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“¿Por qué no me reconocieron?”

Mojsov había sentado las bases de un enorme descubrimiento y, aunque en un principio no se le incluyó en patentes relacionadas con el GLP-1, luchó legalmente con éxito para figurar como coinventora.

Con los años, pasó lo que ella creía: una compañía farmacéutica hizo un medicamento muy efectivo, inicialmente para la diabetes.

Pero además de ese uso original, los fármacos se empezaron a recetar para suprimir el apetito y su popularidad se disparó particularmente para tratar la obesidad.

Millones de personas comenzaron a usar medicamentos como Ozempic y Wegovy en todo el mundo, generando ganancias millonarias para las empresas y transformando el tratamiento de la diabetes y obesidad.

Para 2023 y en medio de la explosión de ventas, algunos de los colegas hombres de Mojsov estaban siendo entrevistados y reconocidos con distintos premios científicos. Incluso circulaban rumores de un posible Nobel en Medicina para ellos.

Nuevamente la investigadora debió salir a defender su crucial rol científico en el descubrimiento.

La revista Science, uno de los primeros medios en destacar su labor, escribió en ese entonces: “La historia de Mojsov plantea cuestiones espinosas sobre la actividad científica, incluyendo cómo se reparten los méritos y cómo se toman las decisiones sobre los premios”.

Y continuó: “Varios expertos en el campo de la obesidad y la diabetes —incluidos aquellos reconocidos por su descubrimiento del GLP-1— expresan su incomodidad por la casi total ausencia de Mojsov en la narrativa. Sin embargo, pocos se han pronunciado para reivindicar el lugar que a ella le pertenece”.

En 2024 el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica fue para Daniel J. Drucker, Jeffrey M. Friedman, Joel F. Habener, Jens Juul Holst y Svetlana Mojsov.

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“Inicialmente no fui reconocida, aunque publiqué los dos artículos más influyentes en el campo”, contó Mojsov a la BBC. “Esos dos primeros artículos realmente abrieron el campo para futuras investigaciones y muchos otros científicos contribuyeron después”.

“¿Por qué no me reconocieron? No lo sé”.

Y agregó: “A menudo me preguntan si debido a mi género, porque soy mujer, es difícil saberlo”.

A pesar de eso, hoy mira hacia atrás en su trabajo con orgullo y sin sinsabor.

“No creo que haya habido malos momentos, en realidad, porque todos los experimentos funcionaron, lo que a veces es bastante inusual, porque es inevitable que algunos experimentos no funcionen”.

“Pero todo se juntó, y cada resultado confirmó mi hipótesis en el camino durante 7 años. Así que creo que solo hubo buenos momentos. No había nada malo”.

¿Y cómo se siente sabiendo que descubrió GLP-1?

“¡Oh, estoy muy feliz!”.

*Este artículo está basado en el programa “Witness History” sobre Svetlana Mojsov, el cual puedes escuchar completo en inglés aquí.

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Cortesía de BBC Noticias



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