
Durante el otoño e invierno, muchas personas sienten que “se enferman más”. No es percepción: en México, los casos de enfermedades respiratorias aumentan de forma considerable en esta temporada.
De acuerdo con especialistas de la UNAM, el frío modifica tanto el ambiente como al propio organismo, lo que facilita la circulación de virus y bacterias, desde catarros comunes hasta infecciones más graves como neumonía, influenza o Covid-19.
Mauricio Rodríguez, profesor de la Facultad de Medicina y vocero del Programa Universitario de Investigación sobre Riesgos Epidemiológicos y Emergentes (PUIREE), explica que cada año, según datos de la Secretaría de Salud, el mayor incremento se registra en enero.
El especialista señala que varios factores confluyen durante los meses fríos:
Aire seco y menor ventilación
El invierno provoca ambientes con menos humedad, lo que incrementa la circulación de microbios. Además, por las bajas temperaturas, las personas tienden a cerrar ventanas o convivir en espacios reducidos, lo que facilita la transmisión de virus.
Cambios en las defensas del cuerpo
El aire helado afecta directamente al sistema respiratorio. La capa de moco —que normalmente atrapa polvo y microrganismos— se vuelve más delgada o incluso se seca, impidiendo capturar patógenos.
Los cilios, pequeñas estructuras que actúan como escobillas para desalojar la mucosidad, también se mueven menos con el frío. Resultado: los microbios permanecen por más tiempo y se multiplican con mayor facilidad.
Deshidratación y menor respuesta inmune
Con temperaturas bajas, el cuerpo intenta regular el calor interno. Ese proceso requiere agua; si no se bebe suficiente, la deshidratación reduce la producción de secreciones en nariz y garganta, lo que debilita aún más las barreras de defensa.
“Una cosa lleva a la otra”, resume Rodríguez. El frío, sumado al estrés térmico y a la presencia de microbios, crea el escenario perfecto para que aumenten las infecciones.
¿Alergia, catarro o algo más grave? Cómo diferenciar síntomas
El académico explica que, durante esta temporada, es común confundir enfermedades. Algunos signos clave:
Alergia estacional: ojos llorosos, congestión nasal, moco claro y continuo.
Catarro: estornudos, molestia en la garganta, cambios en las características del moco.
Faringitis: dolor al tragar, toser o hablar.
Laringitis: voz ronca o disfónica.
Todos estos cuadros deben ser valorados por un médico.
Pero hay señales de alerta que requieren atención inmediata:
- Dolor en articulaciones y cabeza,
- Cansancio intenso
- Tos persistente
- Dificultad para respirar
- Labios o dedos azulados
- Somnolencia
Estos síntomas pueden indicar infecciones más serias como influenza, Covid-19 o neumonía, esta última la más grave por la reducción de oxigenación en la sangre.
Automedicación y uso incorrecto de antibióticos, otro riesgo de la temporada
Rodríguez advierte que en invierno también crece el consumo indiscriminado de antibióticos. Muchas personas los toman sin receta, lo que además de ser inefectivo puede generar resistencia bacteriana.
La recomendación es clara: no automedicarse y acudir a consulta ante cualquier signo de infección.
El vocero del PUIREE sugiere una serie de medidas para prevenir contagios y fortalecer la respuesta inmune:
- Respirar aire no tan frío.
- Dormir lo suficiente.
- Tomar mucha agua simple.
- Ventilar espacios cerrados, incluso por breves periodos.
- Lavar las manos con frecuencia.
- Cubrirse con el antebrazo al estornudar o toser.
- Usar cubrebocas si se presentan síntomas.
- Proteger a los grupos vulnerables: niños, personas mayores y quienes viven con enfermedades crónicas.
Aunque las vacunas contra Covid-19, influenza o neumococo ayudan a evitar complicaciones, no eliminan todos los riesgos, precisa el académico. “Aunque estés vacunado o vacunada no te confíes y, cuando tengas síntomas, cuídate y frena la transmisión”, apunta.
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Cortesía de El Economista
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