Sobre reacciones y retrasos con la Inteligencia Artificial

La Inteligencia Artificial sí es una revolución en curso que ha generado diferentes reacciones, desde las aceleradas en los mercados financieros que podrían estar en fase de corrección, hasta las reacciones lentas de los gobiernos retrógradas que no le entienden.

La IA analiza y predice, mientras su derivado más popular, la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) permite la creación y la innovación porque no automatiza la mano de obra sino la creatividad y el conocimiento.

Los movimientos revolucionarios como el que actualmente está en marcha suelen ser silenciosos al principio hasta que su dimensión sorprende a la sociedad.

El fenómeno actual se ha dado a la velocidad que suelen imprimir los mercados bursátiles que buscan más el potencial de ganancias que la proyección de integración de la IA.

El mundo está fascinado con lo que llaman “Las Siete Magníficas” (Apple, Microsoft, Alphabet, Amazon, Meta, NVIDIA y Tesla) que tienen valuaciones milmillonarias. Son la nueva cara de la tecnología.

De ellas, NVIDIA logró el nivel de valor de capitalización de mercado de 5,000 millones de dólares. El dato que encendió con más intensidad los focos amarillos en su acelerado crecimiento es que pasó de una valuación de 4,000 millones a 5,000 millones de dólares en solo tres meses.

El personaje que desató tormentas la semana pasada se llama Michael Burry (ubíquenlo en el libro The Big Short: Inside the Doomsday Machine de Michael Lewis) quien considera una sobrevaluación insostenible de tres de las siente magníficas relacionadas directamente con la IA y la IAG.

Pero más allá de su predicción Burry ya tomó medidas como las que asumió cuando predijo la crisis hipotecaria subprime del 2008.

Así, en una revolución histórica como la actual, si los mercados se adelantaron de más, tendrán que corregir, pero será en un camino que es ya inevitable.

El problema es cuando desde las cúpulas del poder político no entienden la dimensión de lo que ocurre, como sucede con la política arancelaria de Donald Trump o con en nacional-populismo mexicano.

La voz de Marcelo Ebrard, secretario de Economía, parece una voz en el desierto del régimen mexicano cuando advierte la importancia de apostar a la adopción de políticas públicas enfocadas al desarrollo de la IA.

Ebrard hace una autocrítica del gobierno cuando compara la poca comprensión que había hace 200 años del ferrocarril, con lo que ocurre hoy con la revolución tecnológica en marcha, porque fue el líder de este régimen quien detestó las inversiones privadas y derrochó recursos, justamente, en un inútil ferrocarril que partió la Selva Maya.

A Ebrard se le puede creer porque fue el único jefe de gobierno de la Ciudad de México de ese grupo político que dotó de infraestructura útil y tangible a la capital, pero desde su posición su voz es solo retórica.

La visión de Ebrard es correcta, pero el régimen se ha concentrado en fantasmas del pasado.

Sin energía eléctrica, suficiente y limpia; sin seguridad jurídica no controlada por un Poder Judicial al servicio del poder político; sin garantías de seguridad pública; y, de paso, sin certezas del futuro de la relación comercial con Estados Unidos, no hay posibilidades de juego en las canchas de la IA y la IAG.

Cortesía de El Economista



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