
Las cámaras del edificio grabaron cuando Ángel Yael salió con su hija de dos años en brazos. Lo acompañaba Ana Karen, su pareja; iban de compras al Centro tapatío. Media hora más tarde él estaba en Palacio de Gobierno, sometido y golpeado por la Policía estatal.
Ángel Yael Andrade Hernández y Ana Karen, su pareja, ambos de 20 años, trabajan como encargados del mantenimiento y aseo de un edificio con departamentos para Airbnb; allí viven también, cerca del Centro tapatío.
La tarde del sábado acudieron al Centro de Guadalajara por el Buen Fin. Ganan 2 mil 600 pesos semanales cada uno y ese día cobraron mil pesos en efectivo, lo que él llevaba en la cartera.
Se bajaron del taxi en San Juan de Dios y caminaron rumbo a Palacio de Gobierno. A la altura de Plaza de Armas, sobre la calle Pedro Moreno, tronó una bomba de gas lacrimógeno que llegó hasta ellos.
“Entonces él para cubrir la cara a la bebé se quitó la camisa, se la puso en la cara de la bebé y empezó a correr”. Ella escuchó a un policía que gritó: “¡Agárrenlo y quítenle a la bebé porque no es de él!”.
Ángel Yael fue sometido por varios policías. Apenas alcanzó a entregar la niña a su madre. Su pareja cree que lo señalaron por no llevar camisa.
Minutos antes del incidente, la pareja notó que había destrozos, pero todo estaba en calma: “Los policías te veían pasar y no te decían nada”. Todo fue repentino.
El operativo policial nunca apartó a mirones que grababan y observaban a sólo metros de la refriega. La confrontación se encendía y apaciguaba según el repliegue de los manifestantes.
Bastaba el señalamiento de un oficial contra alguien para que una estampida uniformada se lanzara contra el señalado. Fue el caso de Ángel Yael. Con esa lógica se detuvo a 47 presuntos supuestos reventadores.
Esa noche Ángel Yael tenía que acudir a su segundo empleo como chalán en una obra: “Conmigo trabajaba en las mañanas y en la noche en una remodelación”. El joven podría perder sus dos trabajos. Es la preocupación de Ana Karen.
Su padre habló con él hasta el domingo: “Dijo que lo vio, que lo habían golpeado, que le habían quitado la cartera con su dinero y los tenis”.
Derechos Humanos Jalisco me confirmó que investigan este y otros casos para determinar si hubo detenciones arbitrarias.
En la marcha del sábado participaron reventadores profesionales que deben ser castigados. Pero cuántos detenidos sólo pasaban casualmente o trabajaban por la zona como han denunciado familiares.
La Policía jamás tuvo el control durante más de tres horas de trifulca. No estaban preparados.
No hay que confundir la “no represión” y la libre manifestación con la omisión de mantener el orden público y evitar el vandalismo.
Una actuación correcta de la policía estatal habría evitado el daño al patrimonio, los riesgos para los paseantes y los abusos policiales.
Hasta el envío de esta columna a las 21:00 horas de ayer, la audiencia de los 44 detenidos continuaba en Puente Grande. Ana Karen tenía la esperanza de que Ángel Yael quede libre:
“Tenemos cámaras en el departamento y ahí se puede ver la hora en que salimos con la niña. No llevábamos otra intención”.
Cortesía de El Informador
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