En las ruinas de Pompeya, cada rincón parece susurrar secretos del pasado. Sin embargo, no todo lo que formó parte de esta ciudad romana ha sobrevivido a la devastadora erupción del Vesubio en el año 79 d.C. Muchas estructuras, especialmente los pisos superiores de las viviendas, se perdieron para siempre. O eso se creía. Un reciente proyecto de arqueología digital está cambiando esa percepción y reescribiendo lo que sabemos sobre cómo vivían las élites pompeyanas.
El punto de partida fue una residencia llamada la Casa del Tiaso, situada en la Insula 10 de la Regio IX. En apariencia, se trataba de una domus romana más, hasta que un detalle inusual llamó la atención de los investigadores: una monumental escalera de piedra que parecía no conducir a ningún sitio. Lejos de ser un error arquitectónico o una estructura inconclusa, esa escalera podría ser la clave para entender cómo era la vida en las plantas superiores de las viviendas más lujosas de la ciudad.
Una torre entre las cenizas
Gracias a un ambicioso proyecto titulado Pompeii Reset, desarrollado en colaboración entre el Parque Arqueológico de Pompeya y la Universidad Humboldt de Berlín, se ha planteado la hipótesis de que algunas residencias de la élite local contaban con auténticas torres privadas. Estas no solo habrían tenido un propósito estético o defensivo: podrían haber sido espacios privilegiados para contemplar la ciudad, el golfo de Nápoles o incluso el cielo nocturno. En una época en la que el estatus se expresaba también en la arquitectura, estas torres habrían sido un símbolo de poder y prestigio.
La Casa del Tiaso, en particular, ha servido como caso de estudio. A través de técnicas avanzadas como escaneos láser terrestres y por dron, modelado 3D y simulaciones virtuales, se ha reconstruido digitalmente una estructura de aproximadamente 12 metros de altura con dos niveles, conectados por una escalera interior de madera. En el piso inferior, probablemente se encontraban áreas de servicio, mientras que el nivel superior habría albergado un comedor decorado con ventanales para disfrutar de las vistas.

Este modelo digital, una suerte de “gemelo virtual” de la casa original, no solo es una proyección visual, sino también una hipótesis arquitectónica rigurosa basada en huellas físicas conservadas: marcas en las paredes, restos de vigas, techos caídos y la distribución del espacio. A través de esta reconstrucción, los arqueólogos han podido vislumbrar una parte de Pompeya que literalmente había desaparecido.
Una Pompeya en vertical
La idea de que las casas romanas pudieran tener varios pisos no es nueva, pero tradicionalmente se asumía que las plantas superiores eran simples estancias funcionales o incluso arrendadas a personas de clase baja. Sin embargo, el hallazgo y la reconstrucción de la Casa del Tiaso desafían esa idea. El hecho de que se invirtiera tanto en la decoración y estructura de los niveles superiores sugiere que también formaban parte del espacio noble de la casa.
En otras partes de Pompeya se han encontrado pinturas murales que representan casas con torres y balcones, como ocurre en la Casa de la Fuente Pequeña. Estas representaciones visuales, que antes podían interpretarse como idealizaciones artísticas, ahora cobran un nuevo sentido. También existen fuentes literarias, como las cartas de Plinio el Joven, que describen villas romanas con torres desde las cuales se podían observar los jardines, el mar o incluso el firmamento.
Es revelador pensar que, mientras la mayoría de los visitantes actuales de Pompeya camina por una ciudad esencialmente “decapitada”, con techos y plantas superiores perdidas, en realidad existía una dimensión vertical igualmente rica y significativa que ahora empezamos a redescubrir.

Tecnología al servicio de la Historia
El proyecto Pompeii Reset representa un enfoque no invasivo, complementario a la excavación tradicional. Su objetivo es recuperar no solo lo que se ha encontrado, sino también lo que se ha perdido. Gracias a las nuevas tecnologías, se pueden explorar hipótesis sin dañar los restos arqueológicos, creando modelos que sirven tanto para la investigación como para la divulgación.
Estas reconstrucciones digitales permiten “testear” cómo habrían sido las estructuras originales, no solo visualmente, sino también desde el punto de vista estructural. Los modelos incluyen cálculos de integridad arquitectónica, análisis de materiales y simulaciones lumínicas que permiten imaginar cómo se vería una habitación en distintos momentos del día.
Más allá de lo espectacular, este enfoque tiene implicaciones profundas para entender cómo vivían realmente los habitantes de Pompeya. No se trata solo de saber cómo era una casa, sino de reconstruir la experiencia espacial de una familia adinerada del siglo I. ¿Dónde comían? ¿Qué vistas tenían? ¿Cómo usaban el espacio doméstico para impresionar a sus invitados?
¿Una moda importada?
El uso de torres en viviendas podría haber sido parte de una tendencia arquitectónica más amplia, quizás influida por el diseño de villas suburbanas o rurales. En algunos casos, estas estructuras se asociaban a la observación astronómica o simplemente al placer estético de dominar el paisaje. No es casualidad que figuras como el emperador Nerón observaran acontecimientos desde torres elevadas, ni que en siglos posteriores las ciudades italianas como San Gimignano desarrollaran sus propios “bosques de torres” como símbolos de poder familiar.

En este sentido, Pompeya no sería una excepción, sino una precursora. La arquitectura doméstica de las élites estaría imitando —y adaptando— modelos visibles en el arte, la literatura y la vida pública. Las villas con torres representadas en frescos no eran solo sueños pintados: eran reflejos de una realidad más común de lo que creíamos.
El descubrimiento de estas posibles torres añade un nuevo capítulo a la historia de Pompeya, una ciudad que nunca deja de revelarnos sus múltiples capas. Lo más significativo de este estudio no es solo la existencia de un edificio alto, sino lo que implica sobre la forma de vida, los valores y las aspiraciones de quienes lo habitaron.
Este tipo de investigaciones no solo enriquecen nuestro conocimiento del pasado, sino que también desafían nuestras ideas preconcebidas. Nos obligan a mirar de nuevo, con otros ojos, lo que ya creíamos entender. Pompeya sigue viva, no solo bajo la ceniza, sino también en las alturas que estamos empezando a recuperar, ladrillo a ladrillo, píxel a píxel.
Cortesía de Muy Interesante
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