
En el marco del Día Internacional de la Mujer Emprendedora, celebrado cada 19 de noviembre y establecido por el Consejo de las Naciones Unidas, las emprendedoras mexicanas aún enfrentan varios retos, como problemas con el acceso al financiamiento o la adopción tecnológica.
Sin embargo, pese a los prejuicios que aún están presentes en las mujeres, las mexicanas no temen emprender, a innovar y generar un cambio tanto a nivel personal, como económico.
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En México, los motivos para emprender varían, pero en el caso de las mujeres, el 12% lo hace para tener una mayor flexibilidad en sus horarios, a comparación del 5.4% de los hombres, de acuerdo con la Asociación de Emprendedores de México (Asem).
5 retos que viven las emprendedoras en México
Las emprendedoras han demostrado que es posible destacar en los entornos competitivos y pueden aportar a la economía del país. Pero, durante este camino, experimentan barreras que limitan su crecimiento. Por eso estos son cinco retos que enfrentan dentro del ecosistema emprendedor:
1. Emprendedoras viven en la informalidad
Ser una empresa formal suele ser un proceso en el que todavía hay desconocimiento sobre cómo hacerlo y sus beneficios. Por eso, en el país, seis de cada 10 unidades económicas está bajo la informalidad, de acuerdo con los Censos Económicos 2024 (CE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi)
En el caso de las mujeres emprendedoras, la Asem muestra que el 23% no está bajo ninguna figura legal y el principal motivo es que no consideran vender lo suficiente como para formalizarse.
2. Acceso al financiamiento
Acceder a créditos y préstamos es un reto para las emprendedoras, ya que la informalidad o no sentirse seguras que obtendrán el apoyo provoca que busquen por otros medios.
De hecho, el 90% de las emprendedoras inicia su negocio conrecursos de las socias, seguido de los familiares o amigos. En este sentido, el porcentaje de inversión privada tiene poca representación.
Además, solo el 1.2% de las emprendedoras obtiene fondos de inversión o créditos de alto riesgo, mientras que para los hombres se cuadriplica el porcentaje. Aunado a que para obtener capital, el 0.8% de las mujeres lo tiene gracias a inversionistas ángeles, pero también esta cifra es cuatro veces mayor para los hombres, de acuerdo con la Asem.
3. Falta de adopción tecnológica
La digitalización se ha vuelto una necesidad para facilitar y eficientar procesos, pero cuatro de cada diez emprendedoras no usan herramientas o servicios digitales, lo que implica dificultades en su desarrollo.
En tanto, la principal razón para no digitalizarse se debe a que no lo consideran necesario. Aunado a que el 9% siente que usar la tecnología es difícil, en cambio, con los emprendimientos fundados o liderados por hombres, el porcentaje es del 1%, lo que representa una brecha de conocimiento en herramientas digitales.
4. Ser tomadas en cuenta para convertirse en proveedoras de grandes empresas
A pesar de que la mayoría de emprendimientos creados por mujeres se enfocan en el consumidor final, aquellas que se dedican al B2B, notan que hay desigualdad para ser seleccionadas como proveedoras a empresas.
Aunque cuatro de cada 10 le vende a grandes empresas, el 13% no lo hace, pero sí lo ha intentado, en el que una de las dificultades es contactar con la persona que toma las decisiones.
En este sentido, el 46% menciona que no se dio el contacto, pero a comparación de los emprendimientos fundados por hombres, el porcentaje es del 24 por ciento.
5. Conciliación vida-trabajo
En el contexto cultural, las mujeres son quienes se ocupan mayormente del cuidado de los hijos y familiares, lo que a su vez se les dificulta desarrollarse profesionalmente y emprender.
Las mujeres en el país invierten gran parte de su tiempo en el trabajo no remunerado, como el cuidado de la familia y tareas domésticas, el cual ocupan en promedio 39.7 horas semanales, mientras que los hombres 18.2, lo que conlleva a una diferencia de 21.5 horas entre ambos géneros, de acuerdo con el Inegi.
A pesar de que en Latinoamérica y el Carbe, las mujeres tienen niveles educativos más altos que los hombres, el trabajo no remunerado y la falta de un sistema de cuidados y las normas sociales, se convierten en obstáculos que limitan la trayectoria laboral, de acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Cortesía de El Economista
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