
Una nueva convocatoria, con el slogan de “Se repite la marcha”, circula en redes sociales. La cita es hoy a las 11:00 de la mañana en Ciudad de México y la demanda principal es la liberación de las personas detenidas el pasado 15 de noviembre en el Zócalo. Con prudencia, la Secretaría de la Defensa anunció el recorte del tradicional desfile militar por el aniversario de la Revolución para evitar un choque con la marcha.
De lo que suceda en la marcha de hoy depende en gran medida el futuro del movimiento. Difícilmente lograrán igualar las cifras del sábado pasado; lo que tienen que demostrar, y demostrarse a sí mismos, es que el movimiento está vivo y que existe más allá de las redes sociales. Si algo ha caracterizado a este movimiento de la Generación Z es la falta de liderazgos visibles, lo cual tiene sus virtudes, pues trae como locos a los morenistas y sus operadores de redes, que no saben contra quién apuntar las baterías, y sus defectos, pues hace muy difícil la creación de un discurso reconocible. Si el movimiento avanza, seguramente surgirán algunos voceros que irán asumiendo el liderazgo, ya sea porque los nombre el movimiento, ya sea porque los propios medios los construyan.
Independientemente del número, si en la marcha de hoy se hace evidente que hay más jóvenes que viejos y que son capaces de enfocar sus demandas, el movimiento dará señales de vida y, sobre todo, una razón para que otros jóvenes quieran sumarse a la causa. Tanto en el Politécnico como en la UNAM comienza a haber ecos. Si, por el contrario, el ánimo decae y la convocatoria es baja, será difícil que el movimiento levante. Eso no quiere decir, por supuesto, que los mismos jóvenes no puedan salir a marchar más adelante por estas mismas u otras causas; simplemente esta ola habrá pasado sin dejar mayores daños políticos a la 4T.
Montados como están en la soberbia del poder, el riesgo para el Gobierno de Claudia Sheinbaum es la ceguera. Si la marcha de hoy no prende, tenderán a negar que el problema existe; se retroalimentarán a ellos mismos diciendo que todo fue un “montaje de la derecha” y que el pueblo los ama con locura y arrebato.
Si algo tienen los movimientos sociales es que son poco previsibles, nunca son “puros” ni unívocos y están llenos de contradicciones. Las marchas de la Generación Z son apenas el germen de un movimiento cuyo futuro es tan incierto como el de la generación misma. Así como pasado mañana quizá estemos hablando de un movimiento en ascenso, de la misma manera puede suceder que no prenda y dejemos de hablar de ellos, como hemos dejado de hablar de tantas cosas. Lo que hay que tener claro como sociedad -y ojalá igual de claro lo tengan en el Gobierno- es que los problemas y las exigencias planteadas en las marchas del sábado pasado, la violencia y la desesperanza de futuro para los jóvenes, son reales, siguen ahí y nos lastiman a todos.
Cortesía de El Informador
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