En una esquina de las murallas caídas de La Loma, una antigua ciudad fortificada en las montañas del norte de Palencia, España, arqueólogos han recuperado una pieza que podría parecer insignificante, pero que ha revelado una historia mayor: la historia de un final. Se trata de un cráneo humano fragmentado, hallado entre escombros de piedra, ceniza y hierro oxidado, en un contexto que se remonta a uno de los episodios más intensos de la expansión romana en la Península Ibérica: las guerras cántabras, hace más de dos mil años.
Este descubrimiento, analizado en profundidad por un equipo internacional y publicado recientemente en el Journal of Roman Archaeology, ofrece una ventana única a los momentos finales del oppidum de La Loma, un enclave celta del pueblo cántabro conocido como los Camarici. Este asentamiento resistió la arremetida del Imperio romano en una campaña que cambió para siempre el destino de las últimas culturas indígenas del norte peninsular.
La Loma: una ciudad celta en la frontera del imperio
Antes de su caída, La Loma era una ciudad vibrante, protegida por murallas dobles de piedra y dotada de bastiones que defendían sus accesos. Situada en un punto estratégico, dominaba el paso entre valles montañosos, lo que la convirtió en objetivo prioritario durante la ofensiva romana liderada por Octavio Augusto y su sucesor en el terreno, el general Cayo Antistio Veto, entre los años 26 y 24 a.C.
La guerra contra los cántabros fue larga, compleja y costosa para Roma. A falta de fuentes escritas completas —Livio, que relató estas campañas, no ha llegado a nosotros en esa parte—, los arqueólogos han recurrido al terreno para reconstruir los hechos. La excavación de La Loma, que ha contado con dos décadas de campañas, ha revelado estructuras militares romanas —campamentos, líneas de asedio, fosos y pasarelas— que cercaron el oppidum y permitieron su toma tras una fuerte ofensiva.
Los niveles de destrucción son elocuentes. Restos de proyectiles, puntas de flecha, clavos de sandalias romanas (caligae) y fragmentos de armas y armaduras yacen entre capas de ceniza y piedras derrumbadas. Todo apunta a un asalto sistemático y contundente, seguido por la ocupación temporal del lugar y su posterior destrucción, para evitar que los cántabros lo reutilizaran como bastión.

Una cabeza, muchas pistas
Fue precisamente en uno de los puntos más fortificados de esta ciudad, junto a una entrada reforzada con un bastión y un foso de cinco metros, donde en el verano de 2020 se recuperaron los fragmentos de un cráneo humano. Su análisis cambió el curso de la investigación arqueológica.
Los restos estaban dispersos en un área de un metro de diámetro, sin signos de enterramiento ni contexto funerario, pero sí en clara asociación con la capa de derrumbe de la muralla. No se hallaron otros huesos, lo que llevó a los especialistas a plantear una hipótesis: este cráneo no fue enterrado ni olvidado, sino expuesto, posiblemente durante la ocupación romana del lugar.
El análisis osteológico y genético aportó detalles personales. Se trataba de un hombre local, de unos 45 años, probablemente uno de los últimos defensores de la ciudad. Su ADN reveló una ascendencia autóctona del norte de Iberia, emparentado con otras poblaciones de la Edad del Hierro como las de Monte Bernorio y La Hoya. Su linaje paterno (R1b-DF27) es el más común en la región desde la Edad del Bronce, mientras que el materno (V20) también se asocia a poblaciones locales antiguas.
Lo más revelador fue el estado del cráneo: hueso seco pero relativamente reciente en el momento de su deposición, con huellas de exposición al medio, como erosión, marcas de raíces y deshidratación parcial. Algunas fracturas parecen haberse producido al caer entre las piedras, quizás durante el derribo final de la muralla. Todo apunta a que esta cabeza fue colocada en lo alto de la muralla durante la ocupación romana, como una forma de aviso o señal, y cayó después, enterrándose en los restos del bastión destruido.
El simbolismo del trofeo
En el mundo romano, la exposición de restos humanos no era una práctica aislada. Desde tiempos republicanos, Roma tenía por costumbre mostrar las cabezas de enemigos vencidos en lugares públicos como símbolo de poder, castigo o advertencia. Monumentos como la Columna de Trajano en Roma muestran escenas en las que soldados ofrecen cabezas cortadas a sus comandantes, o las exhiben en picas como trofeos de guerra.
En el contexto de La Loma, todo sugiere que el cráneo fue utilizado con ese propósito simbólico. En un momento en que los romanos consolidaban su conquista del norte, mostrar la cabeza de un defensor vencido en una muralla recién ocupada transmitía un mensaje claro al entorno: la resistencia había terminado, y el imperio se había impuesto.
Lo que convierte este hallazgo en algo excepcional es que, en la región cantábrica, la escasez de restos humanos de la Edad del Hierro es notoria. El hallazgo de un cráneo casi completo, en contexto arqueológico bien documentado, representa una oportunidad única de estudiar no solo la muerte, sino la vida, de quienes habitaron y defendieron estos lugares.

La vida después de la guerra
El oppidum de La Loma no volvió a levantarse. Los romanos, como era su costumbre en enclaves clave, destruyeron las defensas y edificaron una posición temporal para sus tropas. Con el tiempo, también esta fue abandonada. La destrucción fue completa, pero el paisaje conservó las huellas de lo ocurrido.
Hoy, gracias al trabajo conjunto de arqueólogos españoles e internacionales, La Loma es uno de los sitios mejor documentados de las guerras cántabras. El cráneo hallado en 2020 es solo una pieza más de un complejo puzle que revela cómo se vivía, luchaba y moría en los márgenes del imperio.
El proyecto, que continúa abierto, promete más hallazgos. En campañas recientes se han recuperado nuevos fragmentos humanos que podrían arrojar luz sobre los usos y costumbres del ejército romano y sobre cómo las poblaciones locales resistieron, se adaptaron o desaparecieron ante el avance de una civilización que cambiaría para siempre la historia de Europa.
Cortesía de Muy Interesante
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