La fascinación por el universo de Stephen King en pleno 2025 no da tregua. Mientras el éxito de la serie “It: Welcome to Derry” mantiene al “Rey del terror” en el centro de la conversación global, otro proyecto ha demostrado la aterradora vigencia de su ingenio: el remake de “The Running Man”, dirigido por Edgar Wright y protagonizado por Glen Powell.
Esta no es una película más; es la reactivación de una pesadilla distópica que, escrita hace más de medio siglo, hoy se siente tan real que te hiela la sangre y pone los pelos de punta.
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— The Running Man Movie (@RunningManMovie) November 14, 2025
King escribió esta obra en un asombroso arrebato creativo, completando el primer borrador en tan solo 72 horas durante una tormenta de nieve en 1973. La novela era tan cruda, política y radical que decidió publicarla en 1982 bajo el célebre pseudónimo de Richard Bachman, el mismo nombre bajo el que firmó otras críticas sociales como Rage y la reciente adaptación cinematográfica de The Long Walk. El propio King quería comprobar si su obra se vendería sin la marca “Stephen King”, lo que subraya la intensidad y el carácter singular de esta historia.
Ahora, con la nueva adaptación de Wright, la novela de Ben Richards, el obrero desempleado que se ofrece voluntario para el reality show más mortal de la historia, cobra una nueva dimensión profética. En el relato, el gobierno utiliza tecnología avanzada de manipulación mediática (la precursora de los deepfakes modernos) para incriminar a Richards y mantener a una población empobrecida y adicta al reality violento.
En una entrevista exclusiva con Den of Geek, Glen Powell, el protagonista de esta remake distópica, señaló que King demostró ser un todo un “clarividente”: “Es increíble cómo Stephen King predijo el futuro de 2025, el año en el que estamos ahora, y lo inquietante que resulta ver dónde vivimos”.
“The Running Man”, el thriller sin escapatoria: Ben Richards y una carrera contra el reloj
Para entender el escalofriante parecido de “The Running Man” con nuestra realidad hiperconectada y polarizada de 2025, hay que volver al texto original. El libro, publicado bajo el nombre de Richard Bachman (e incluido en la antología The Bachman Books), es un artefacto cultural repleto de detalles que demuestran la agudeza visionaria de King, comenzando por su estructura única: los capítulos están narrados en un formato de cuenta regresiva que comienza con “Menos 100 y contando”, inyectando un suspenso constante en la lectura.
La novela nos presenta a Ben Richards, un hombre desesperado, descrito por King como “flacucho” y “en fase pretuberculosa”, muy lejos del hombre musculoso de Arnold Schwarzenegger de 1987. De hecho, King detestó esa adaptación precisamente porque transformaba a su personaje -un antihéroe desvalido y padre de familia- en una máquina de acción de los ’80. ¿Por qué? Porque la fragilidad del personaje original realza el mensaje central y crítica social de la novela: Richards es un desamparado, víctima de un sistema que utiliza el entretenimiento violento y de alto riesgo para distraer a una población empobrecida.
Richards no está confinado a un estadio; en el concurso televisivo más popular y letal de la Red de Juegos, se le da una ventaja inicial y debe evadir a los “Cazadores” profesionales a lo largo y ancho del país durante 30 días. Para la audiencia, es un juego adictivo. Para Ben, es una carrera contra el reloj.
El Ben Richards de Arnold Schwarzenegger (izquierda) no fue le gustó a Stephen King. Foto: MoviewebEdgar Wright, el director del remake, lo confirma: “Lo más sorprendente del libro es que es una predicción bastante escalofriante de la situación actual. Y eso en sí mismo es bastante inquietante, que las cosas se presenten de una forma tan directa”.
Edgar Wright y Glen Powell: el regreso al espíritu original
La nueva película de “The Running Man” (2025) ha generado una expectativa enorme precisamente por su promesa de ser una “nueva adaptación del material original”, y no una nueva versión de la película de 1987, que, como el propio Wright admite, se desvió “radicalmente” de la novela.
En charlas con Den of Geek, Wright detalló su motivación: “No me interesaba hacer una nueva versión de la película porque no había ninguna razón para ello. Creo que la razón para rehacer una película es si hay algo nuevo en el material original”.
Ben Richards (Glen Powell) tiene 30 días para sobrevivir el mortal juego. Si lo hace, ganará el dinero que necesita para su hija.Junto a su coguionista Michael Bacall, Wright rescató la médula espinal de la novela original de King: la sátira distópica sobre el poder corporativo y la televisión sin escrúpulos.
Glen Powell, el actor de moda, fue el elegido para encarnar al Ben Richards. Su carisma de “hombre común” encaja perfectamente con el “Corredor” de King. Powell relata su audaz apuesta para conseguir el papel: “Llegué al límite y le envié un mensaje muy amable explicándole por qué, si me contrataba, ningún otro actor trabajaría tan duro ni arriesgaría tanto su físico como yo”.
Según Powell, su Richards encarna la voz del “hombre contra el sistema”: “Ben Richards es un tipo algo iracundo, y lo ven como si pensaran: ‘Este tipo tiene mal genio y está enfadado con el mundo, así que podemos aprovecharnos de él'”. Pero su lucha trasciende lo personal, convirtiéndose en “un símbolo y un faro de cambio” para una sociedad sumisa, un mensaje que resuena poderosamente en nuestro 2025.
Un final sombrío y el legado inmortal de “The Running Man”
Quizás la diferencia más impactante entre la novela y la versión de 1987 sea el final. El libro ofrece un sacrificio supremo y sombrío: nuestro protagonista, gravemente herido, no es salvado. En un acto de anarquía final, Ben Richards estrella un avión secuestrado contra la sede de la Red de Juegos, asegurando su destrucción y la del sistema que lo cazó.
Este final más oscuro y político, al igual que toda la novela, es el testamento de un King joven y enfadado, que volcó sus ansiedades sobre la impotencia y la lucha de clases en un thriller inolvidable.
El hecho de que en 2025 -el mismo año en que la novela fue ambientada- estemos debatiendo sobre deepfakes, la brecha económica y la saturación de reality shows solo confirma una cosa: Stephen King, o quizás deberíamos decir Richard Bachman, siempre estuvo un paso adelante, y el horror que predijo ya está aquí.
Cortesía de Clarín
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