
El pasado 31 de octubre, el diario The New York Times publicó un editorial que refleja las dudas de muchos estadounidenses y la preocupación de la comunidad internacional: “Donald Trump ha ejercido un poder como ningún otro presidente, a menudo desafiando abiertamente la ley. Sus acciones han planteado una pregunta escalofriante: ¿Estamos perdiendo nuestra democracia?”.
Trump, así como usa al Departamento de Justicia para tomar venganza en contra de quienes lo persiguieron judicialmente en el pasado reciente -por las acusaciones en el manejo de documentos secretos, falsificación de registros, intento de revertir elecciones, abuso sexual, etc.-, da órdenes de llevar a cabo detenciones arbitrarias y hacer deportaciones sin los procesos legales, injustificadamente envía a la Guardia Nacional a ciudades administradas por demócratas bajo el argumento falso de “alta criminalidad” y de apoyo a los agentes de ICE, de atacar embarcaciones -asesinando a sus tripulantes- en aguas internacionales que supuestamente transportan drogas. Ahora, el inquilino de la Oficina Oval amenaza con retirar concesiones a cadenas de televisión, insulta a una reportera asignada a la Casa Blanca llamándola “cerdita” y quiere hasta castigar con la “pena de muerte” a legisladores de la oposición. El Presidente está desatado y trastornado.
Esta semana ha sido fatal para quien despacha en el 1600 de la Avenida Pennsylvania en Washington, D. C., quien ha sacado desde lo más profundo su “verdadero yo”, cuando, a pesar del dictamen de la inteligencia estadounidense que en 2018 lo encontró culpable, defendió públicamente al príncipe heredero saudí Mohammed bin Salman del asesinato del periodista -Washington Post- Jamal Khashoggi en el Consulado saudí en Estambul, Turquía; arremetió en contra de la reportera Mary Bruce de ABC News, quien cuestionó el tema en la conferencia, llamándola “terrible”, y amenazó con “recomendar” a la Comisión Federal de Comunicaciones (FCC) que retire la concesión de la cadena de televisión. The Washington Post publicó esta semana un editorial señalando que lo expresado desde la Oficina Oval “… contradicen los hechos y no son dignos del cargo de presidente”, mientras que la comisionada de la FCC, Anna Gomez, dijo que la comisión “no tiene la autoridad legal ni el derecho constitucional de perseguir medios por su periodismo. Estas amenazas parecen ominosas, pero son vacías”.
El otro incidente fue con la reportera Catherine Lucey de Bloomberg News, quien, a bordo del avión Air Force One, le preguntó sobre los documentos que están por salir a la luz pública del caso de Jeffrey Epstein y su posible involucramiento, y el Presidente la calló con un “Quiet, piggy -Tranquila o quieta, cerdita-”. Un comentario reprobable.
Y lo último: con motivo de un video en donde algunos legisladores demócratas invitan a las fuerzas armadas a que “puedan rechazar órdenes ilegales. Deben rechazar órdenes ilegales… Nadie está obligado a cumplir órdenes que violen la ley o nuestra Constitución”, refiriéndose a los operativos migratorios y los ataques en aguas internacionales -que la misma ONU ha calificado de “ilegales”-, Trump los amenazó cuando escribió en su cuenta social: “Comportamiento sedicioso, castigado con la muerte”. Trump está desatado o ¿está trastornado?
Usted, ¿qué opina?
Cortesía de El Informador
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