El consumo de suplementos alimenticios se ha vuelto cada vez más común. Vitaminas, minerales, proteínas en polvo y productos “naturales” se venden fácilmente sin receta y muchas personas los usan buscando mejorar su salud, rendimiento físico o apariencia. Sin embargo, automedicarse con suplementos también puede implicar riesgos importantes para el organismo.
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Sobredosis y toxicidad
Uno de los principales peligros de tomar suplementos sin supervisión médica es el exceso de ciertas vitaminas y minerales. Aunque suelen verse como productos seguros, algunos micronutrientes pueden resultar tóxicos en grandes cantidades. Por ejemplo, un exceso de vitamina A puede afectar el hígado, mientras que demasiado hierro puede provocar problemas gastrointestinales y daños en órganos.

Interacciones con medicamentos
Muchos suplementos pueden interferir con medicamentos recetados o de uso común. Algunos extractos herbales, como el ginkgo biloba o la hierba de San Juan, pueden alterar el efecto de anticoagulantes, anticonceptivos o antidepresivos, aumentando el riesgo de efectos secundarios o reduciendo la eficacia de los tratamientos.
A diferencia de los medicamentos, en muchos países los suplementos no pasan por procesos tan estrictos de regulación. Esto significa que algunos productos pueden no contener lo que prometen en la etiqueta, o incluso estar contaminados con sustancias perjudiciales. Comprar suplementos de procedencia dudosa eleva el riesgo de consumir ingredientes no declarados.
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Otro riesgo común es que los suplementos oculten síntomas de enfermedades reales. Por ejemplo, tomar suplementos para el cansancio puede retrasar el diagnóstico de anemia, problemas hormonales o trastornos metabólicos. Esto provoca que las personas no acudan a tiempo con un profesional de la salud.
El consumo prolongado y sin control de ciertos suplementos, especialmente los destinados a bajar de peso, aumentar masa muscular o “desintoxicar” el cuerpo, puede sobrecargar el hígado y los riñones, órganos encargados de filtrar sustancias. En casos graves, se han documentado daños hepáticos asociados al uso indiscriminado de productos “naturales”.
Muchas personas asumen que, por ser “naturales”, los suplementos no representan riesgo. Esta idea es incorrecta. Natural no siempre significa seguro, y cada organismo reacciona de forma diferente según la edad, el peso, las condiciones médicas preexistentes y el estilo de vida.
Recomendaciones básicas
- Para reducir los riesgos, los especialistas recomiendan:
- Consultar a un médico o nutriólogo antes de iniciar cualquier suplemento.
- No exceder las dosis indicadas en la etiqueta.
- Evitar combinar varios productos sin orientación profesional.
- Comprar suplementos de marcas reconocidas y con registro sanitario.
Aunque los suplementos pueden ser útiles en casos específicos, automedicarse no es una práctica segura. La mejor forma de cuidar la salud sigue siendo una alimentación balanceada, el seguimiento médico y el uso responsable de cualquier producto que se consuma de forma regular.
BB
Cortesía de El Informador
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