El arte de tallar la piedra en los tiempos de Altamira: la tecnología que impulsó al Homo sapiens

La llegada del humano moderno (Homo sapiens) trajo consigo una serie de importantes innovaciones en lo que a la cultura material se refiere. El mayor aprovechamiento de las rocas utilizadas, gracias a las técnicas empleadas, influyó en la producción de una importante diversidad de herramientas y armamento de piedra, lo que contribuyó a una mayor eficacia y especialización en las actividades. Este aspecto supuso una importante ventaja en cuanto a equipamiento y supervivencia en el duro contexto climático de la última glaciación

Materias primas

Los utensilios en piedra son uno de los primeros productos obtenidos por el ser humano. Modificando determinados tipos de rocas seleccionadas, mediante la aplicación de diferentes métodos y técnicas de trabajo, se pudo obtener una amplia gama de utensilios. Estas rocas debían reunir determinados requisitos para la talla, como una gran dureza, pero fragilidad para poder ser trabajadas o presentar filos cortantes al ser fracturadas.

Estas peculiaridades suponían ciertas restricciones de tipo técnico respecto al modo de realizar la talla o de tipo geográfico en relación con la localización de fuentes de abastecimiento. Las rocas que quedan englobadas en las características comentadas se agrupan en tres grandes bloques: rocas sedimentarias (principalmente, el sílex), rocas magmáticas (obsidiana, ópalo, calcedonia, cuarzo) y rocas metamórficas (jaspe y cuarcita). El sílex, el cuarzo y la cuarcita son los materiales más empleados en la confección de industria lítica tallada. De ellas, el material preferido es el sílex, principalmente por ser más fácil de fracturar y proporcionar mejores filos muy cortantes.  

Tecnología

Durante el Paleolítico superior, se utiliza principalmente la talla por percusión directa, golpeando el canto o nódulo de sílex con un percutor de piedra, hueso o madera. De forma más limitada, se emplearon también variantes como la percusión indirecta, que supone introducir un elemento intermediario a modo de cincel entre el percutor y el núcleo. Este sistema supone una mejora porque al limitar la zona de impacto obtiene productos mejor predeterminados. 

La elección de rocas como el sílex o la cuarcita permitió fabricar herramientas más efectivas y especializadas.
La elección de rocas como el sílex o la cuarcita permitió fabricar herramientas más efectivas y especializadas. Fuente: Wikimedia Commons.

Ya avanzado el Paleolítico superior, durante la fría etapa Solutrense, se aplicaron novedades como el calentamiento controlado del sílex para mejorar sus cualidades, así como un nuevo sistema, la talla a presión. Esta última consiste en fracturar la roca aplicando la presión del cuerpo sobre un compresor que trasmite la fuerza al núcleo a fragmentar. Sin embargo, el sistema de presión fue especialmente útil para retocar los soportes obtenidos con el fin de darles una forma definitiva y, en el caso de las puntas de caza, adelgazarlas para mejorar su capacidad de penetración haciéndolas más finas. 

Los productos obtenidos al tallar los nódulos se denominan lascas y láminas. La diferencia entre ellas es que las láminas proceden de un procedimiento de talla conocido como talla laminar, donde se prepara el núcleo de una forma determinada para producir formatos más estandarizados. Estos soportes estandarizados con una morfología larga y estrecha, o láminas propiamente dichas, pueden ser transformados en útiles de formas diversas mediante el retoque. Una característica del Paleolítico superior es el empleo sistemático de este método para obtener tanto láminas grandes y medianas con objetivos diversos como pequeñas laminillas con las que equipar las armas de caza. 

Las herramientas

En lo que se refiere a la industria lítica del Paleolítico superior vamos a tener una amplia variedad de herramientas. Se obtienen retocando láminas y lascas para obtener formas concretas, en muchos casos adaptadas a usos específicos. Esto no quita para que también se utilizaran láminas y lascas en bruto, sin retocar, en cuyo caso, según iban perdiendo agudeza en el filo debido al uso, en ocasiones eran retocadas para reavivar el filo. Esto significa que los retoques se empleaban no solo para configurar la herramienta, sino también para reavivarla durante el uso, prolongando la vida del útil. 

A lo largo de este periodo, en las fases más antiguas (Auriñaciense y Gravetiense) destacaron unas piezas más toscas de tradición Musteriense, complejo cultural asociado a los neandertales. Durante el Paleolítico superior medio (Solutrense), se incrementará la producción de elementos de proyectil, apareciendo sobre todo nuevos tipos de puntas. Por último, durante el Paleolítico superior final (Magdaleniense) se iniciará un proceso tecnológico de microlitización, lo que supondrá la reducción en las características morfométricas de los útiles y el punto álgido en la especialización de tareas. 

A pesar de estas peculiaridades por periodos de las que hemos hablado, algunos de los utensilios se van a mantener en todas las fases culturales, siendo los más importantes los raspadores, los buriles y los perforadores. 

El raspador es uno de los útiles más emblemáticos de esta etapa. Se realiza sobre lasca o sobre lámina a la que se aplica un retoque que redondea el filo dejando un ángulo no muy agudo. Este retoque genera un frente más o menos redondeado, que se denomina «frente de raspador» mientras que el resto del soporte puede presentar retoques laterales para otro uso, sea complementario o no al del frente de raspador o relacionados con su inserción en un mango de madera o asta. El raspador se asocia, principalmente, con el trabajo de las pieles para eliminar restos de tejido adiposo o carne y proceder a su curtido. Sin embargo, se han documentado otros usos como el raspado de maderas, huesos o astas. Algunos raspadores espesos se emplearon a modo de núcleos para obtener pequeñas laminillas. 

La microlitización marcó el final del Paleolítico superior con herramientas más pequeñas y versátiles.
La microlitización marcó el final del Paleolítico superior con herramientas más pequeñas y versátiles. Fuente: Wikimedia Commons.

El buril en la mayor parte de los casos está realizado sobre lámina y se caracteriza por presentar un bisel formando un ángulo diedro. En realidad, este es un instrumento casi de precisión ya que se utiliza para realizar incisiones sobre diferentes tipos de materiales como cuero, madera, hueso, asta o piedra. Estas incisiones o grabados nos han dejado magníficos ejemplos gráficos de arte sobre paredes de las cuevas o en objetos portátiles. También se ha constatado que tuvo otras funciones diferentes. Entre ellas se trató como núcleo para la producción de pequeñas laminillas. En algunas de estas laminillas, llamadas golpes de buril, se ha constatado su uso en tareas como la perforación de conchas con el fin de ser utilizados como adornos colgantes. También se asocia el buril a la producción de las primeras fases de la industria ósea para obtener matrices de astas de cérvido y hueso con la técnica del ranurado. En último lugar hay que señalar que el buril no solo se empleó como herramienta, sino como una técnica aplicada a la zona de prensión de la pieza para facilitar el enmangue. 

El perforador es otro de los elementos característicos del periodo. Presenta una punta perfectamente diferenciada del soporte por retoques bilaterales. Esta punta permite, mediante un movimiento giratorio sobre su eje, perforar diferentes materiales como cuero, piel, madera, hueso conchas, dientes, etc. Puede usarse directamente con la mano o insertarlo en un astil para hacerlo rotar con las palmas de las manos. 

Las láminas retocadas aparecen también con frecuencia. Mientras las de las etapas inicial y final (Auriñaciense y Magdaleniense) suelen tener retoques amplios en sus laterales, en el Gravetiense abundan aquellas con un retoque abrupto que elimina el filo y va asociado a su inserción en un mango. Estas láminas se emplean en tareas diversas entre las que sobresalen las del proceso carnicero como el desollado, descarnado de la pieza y el fileteado.

Por otro lado, tampoco es raro encontrar piezas compuestas, con un tipo de herramienta en cada extremo dándose casos de raspadores-buriles, perforadores-raspadores o perforadores-buriles, entre otros. 

Otros tipos de herramientas 

También durante el Paleolítico superior vemos herramientas de periodos anteriores como denticulados, muescas y raederas que forman un fondo común de utillaje y se emplean en múltiples labores sobre materias como madera, hasta de cérvido o hueso. Finalmente, también se utilizan lascas y láminas sin retocar en aquellas labores que solo requieren de un filo cortante. 

Dentro de este apartado hay que incluir también piezas en apariencia bastante más toscas, a menudo muy poco trabajadas. Son cantos de río y plaquetas de piedra, donde los análisis realizados de trazas funcionales y detección de residuos han evidenciado un uso importante en la transformación de elementos minerales como pigmentos y colorantes y su utilización para el procesado de diversos alimentos vegetales. 

Raspadores, buriles y perforadores se convirtieron en piezas clave del utillaje paleolítico.
Raspadores, buriles y perforadores se convirtieron en piezas clave del utillaje paleolítico. Fuente: Wikimedia Commons.

Armamento

Ya desde inicios del Paleolítico superior vemos un cambio bastante importante en la configuración del armamento. Además de la aparición de puntas óseas en los extremos de las azagayas, la proliferación de pequeñas laminillas nos habla de su utilización a modo de barbas o armaduras de proyectil, insertadas bien en las puntas de azagayas, bien en el vástago de madera.

De puntas de proyectiles hay varios ejemplos a lo largo del Paleolítico superior, como las puntas con pedúnculo del Gravetiense, pero destacan especialmente las puntas de retoque bifacial del Solutrense. En estos momentos, los frentes glaciares alcanzan su máxima extensión en el hemisferio norte y el frío intenso y la aridez provocan paisajes abiertos tipo estepa y tundra. Todo ello impulsa una fuerte renovación técnica del armamento, visible especialmente en Francia y la península ibérica, que da lugar a diversos tipos de puntas, cubiertas de retoques con nombres como punta de cara plana, hoja de sauce, hoja de laurel, punta de base cóncava, punta de muesca o punta de pedúnculo y aletas. Para la fabricación de estas piezas foliáceas, es necesario un sílex de buena calidad, pero muchos talladores y talladoras del Cantábrico obtuvieron magníficas puntas en cuarcita de grano fino y otras materias locales. Entre las pequeñas puntas de proyectil, ligadas a los momentos finales del Magdaleniense, aparecen laminillas apuntadas de doble dorso y los primeros elementos geométricos como triángulos, segmentos de círculo y trapecios. 

Estos artefactos se emplearían como puntas arrojadizas enmangadas en jabalinas y venablos y, probablemente, lanzados con propulsor. Se ha mostrado mediante experimentación que las puntas más pequeñas, desde las solutrenses de muesca hasta las magdalenienses sobre laminillas o geométricos, no serían eficaces como punta de jabalina sino de flecha. Sus características morfológicas y métricas las hacen susceptibles de ser propulsados con arco.

Cortesía de Muy Interesante



Dejanos un comentario: