Criptomanía: hacia una teoría de Bitcoin

Hoy en día no existe una teoría académica general ni uniforme que vincule la etimología con una funcionalidad intrínseca de Bitcoin (BTC). Como en otros ámbitos de la economía (en su momento sucedió con las Microfinanzas) surgen como práctica profesional y, una vez que la comunidad académica las identifica, las rechaza y mira con escepticismo, termina por adoptarlas (en un proceso que corre en paralelo a la adopción que de ese paradigma hacen las empresas, el público y los gobiernos) como el nuevo modelo a seguir.

Tal ha sido la suerte de las criptomonedas. Diversos actores, por ejemplo, Larry Fink, CEO de BlackRock (BR), el mayor fondo de inversiones del mundo, acusaba a los BTC de ser esquema Ponzi, chapucería o estafa cuyo fin era lavar dinero. Hoy BR cuenta con más de 800,000 BTC y sigue sumando. Otro ejemplo notable es el de Nouriel Roubini, connotado profesor de economía, reconocido mundialmente como el profeta del desastre (Dr. Doom), por haber vaticinado desde 2006 la crisis de las hipotecas subprime, Roubini calificaba a las criptomonedas de “shitcoins”; sin embargo, en su último libro titulado Megathreats, ya reconoce la preponderancia que tienen las criptomonedas, en particular BTC y Ethereum, al afirmar que las finanzas descentralizadas y las criptomonedas representan un riesgo para la permanencia de los bancos tradicionales, al menos en su forma actual.

Michael Saylor, CEO de Strategy (antes MicroStrategy), afirmó en una entrevista que, detrás del principio de descentralización que buscan BTC y otras criptomonedas, se encuentran, entre otras, las ideas de Murray Rothbard (1926–1995), un economista de la corriente austriaca, de ideas libertarias, considerado en cierta forma, por sus seguidores, un polímata; estimaba innecesaria la presencia del Estado en la economía, fue un activo promotor del individualismo, precisamente el tipo de ideas que defienden personajes como Javier Milei, quien en sus delirios bautizó a uno de sus perros con el nombre de Murray, o en menor medida, el propio Saylor.

Paradójicamente, la idea de moneda descentralizada, libre de la participación del gobierno, en su forma abstracta, ha dado paso a la institucionalización de BTC, Ethereum y otras altcoins. Instituciones de gobierno, destacadamente en Estados Unidos y Europa, emiten regulaciones y leyes como la Genius Act, la Clarity Act, etc., y acogen stablecoins ancladas a activos de reserva como euro o dólar, para realizar transacciones a menor costo y fungir como puente entre la moneda fiduciaria y el mundo digital.

Un caso de uso es el que explica Jeremy Allaire, fundador y CEO de la empresa Circle, que emite y gestiona la stablecoin USDC. Allaire afirmó recientemente, en un foro celebrado en octubre pasado (al que asistieron las dos máximas autoridades del FMI y el Banco Mundial, Kristalina Georgieva y Ajay Banga, respectivamente, quienes apoyan decididamente el uso de BTC), que muy pronto el envío de remesas utilizando stablecoins será prácticamente gratis, pretender cobrar este servicio será como si hoy se cobrara por enviar un correo o mensaje electrónico.

Equivale a lo que sucedió con el envío de mensajes, donde había empresas (existen algunas, pero ya en proceso de extinción) que cobraban por enviar un telegrama y, si este era expedito, demoraba 24 horas; hoy el envío de mensajes es gratuito, inmediato e ilimitado, tal es el futuro de las remesas enviadas a través de stablecoins.

Ahora bien, si el marco institucional ha terminado por acoger a BTC como activo digital, reserva de valor y commodity, ¿por qué el precio ha bajado 30% desde el 6 de octubre, fecha en la que llegó a su máximo histórico? Los fundamentales que inciden en el valor del BTC son la política monetaria, la tasa de interés de referencia, la liquidez y el marco regulatorio; todo apuntaría a un mayor precio del BTC. Recientemente, los medios esparcieron la noticia de que los reportes de NVIDIA, de ser positivos, ayudarían a subir el precio, pero no fue así. De hecho, no existe ninguna teoría confiable que explique por qué la subida de las acciones tecnológicas o el buen comportamiento de sus reportes financieros ayude a mover el precio del BTC, en todo caso sería al revés. Me explico: al ser refugio de valor, BTC se comporta de forma inversa a otros indicadores, por eso si la FED baja las tasas, la liquidez del mercado debiera irse hacia este, o si los índices de las empresas tecnológicas bajaran, de igual forma el refugio sería BTC. La realidad es que el movimiento de índices de manufactura o de empresas de tecnología no explica los movimientos de Bitcoin.

Durante las últimas semanas, mucho se comentó que el cierre del gobierno en Estados Unidos era el causante de la caída, pues en 43 días dejó de inyectar a la economía más de 50,000 millones de USD. Sin embargo, el gobierno reabrió y el precio siguió bajando. La mayor liquidez, la adopción institucional de BTC y la reducción de índices de empresas tecnológicas deberían haber hecho subir su valor.

La explicación más fiable es que inversores, denominados ballenas, han tomado ganancias una vez que el BTC llegó a los 126,000 USD, en un movimiento que denominan Wyckoff (un método de 1930 que explica cómo funciona la oferta y la demanda: acumular para subir el precio y después vender para que baje y repetir el ciclo) y, por último, la explicación más reciente, un cambio regulatorio emitido por Morgan Stanley Capital International (MSCI), encargada, entre otras cosas, de establecer índices de referencia del mercado global de acciones, índice del cual estarían expulsando a Strategy y a cualquier empresa cuyos activos digitales sean mayores al 50% de sus activos totales.

Como consecuencia, Strategy ha perdido más de 60% de su valor, desde 543 USD por acción a 177 USD, y su capitalización bursátil ha caído desde 130,000 millones de USD hasta 54,000 millones, una destrucción de valor de 72,000 millones de USD que ha afectado a todo el mercado cripto. ¿Es entonces esta situación tan grave? Probablemente para Strategy sí, por los pasivos que tiene que afrontar, pero no para el mercado BTC cuyas dos características esenciales son la escasez y la tecnología Blockchain. Los BTC que venda Strategy serán adquiridos por otros inversores, varios de ellos institucionales, gobiernos incluidos que, como EU, busquen establecer una reserva estratégica de largo plazo. Sería bueno que México dejara de lado ese rechazo y escepticismo que mencioné y comenzara a desarrollar una estrategia de adopción de BTC como reserva estratégica para el futuro.

El autor es titular del posgrado en Microfinanzas de la UNAM

Cortesía de El Economista



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