
La violencia digital es una forma de agresión que se ha expandido con rapidez, afectando de manera profunda la salud mental de mujeres en todo el país. En México, más de 10.6 millones de mujeres han sido víctimas de ciberacoso, lo que representa una problemática urgente de salud pública con impactos psicológicos visibles y duraderos.
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Los daños no se limitan al entorno virtual. Las mujeres afectadas por violencia digital reportan consecuencias como ansiedad constante, crisis de pánico, trastornos del sueño, pérdida de autoestima, aislamiento social y, en casos graves, depresión e ideación suicida. Estas afectaciones se agravan por la falta de acompañamiento psicológico especializado, así como por la impunidad y la normalización social del abuso en línea.
Este 25 de noviembre en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, la Fundación Instituto Natura y Avon lanzaron la campaña #LlámalaPorSuNombre, una estrategia que busca visibilizar todas las formas de violencia —incluida la digital— y generar conciencia sobre sus efectos emocionales y sociales. El mensaje es: lo que sucede en línea también es violencia real.
Según datos del INEGI, durante el 2024 el 21% de la población usuaria de internet fue víctima de ciberacoso, lo que equivale a 18.9 millones de personas. De ese total, 10.6 millones fueron mujeres. La mayoría de los casos presentan un patrón de agresión sexual, hostigamiento emocional o control psicológico, con efectos mentales que pueden durar años si no se atienden.
Desde la perspectiva de salud mental, especialistas coinciden en que estas formas de violencia tienen un impacto comparable al de las agresiones físicas. La exposición prolongada al acoso digital activa respuestas de estrés crónico, afecta el funcionamiento del sistema nervioso y puede desencadenar trastornos psicológicos severos.
Expresiones más comunes de violencia digital
La violencia digital adopta distintas formas, muchas de ellas normalizadas o minimizadas por el entorno social. Entre las más reportadas por víctimas y documentadas en estudios de género se encuentran:
- Ciberacoso: mensajes reiterativos con tono amenazante, sexual o intimidante.
- Troleo o ataques coordinados: comentarios masivos y ofensivos para humillar o intimidar a una persona.
- Difusión no consentida de imágenes íntimas: contenido sexual o sensible compartido sin autorización.
- Doxeo: publicación de datos personales como dirección, teléfono o identidad de familiares.
- Suplantación de identidad: creación de perfiles falsos para acosar, extorsionar o desacreditar.
- Manipulación de imágenes con inteligencia artificial (IA): uso de tecnologías para alterar fotos o videos con fines sexuales o difamatorios.
- Vigilancia o monitoreo digital no consentido: seguimiento constante de la actividad en línea de una persona.
- Discurso de odio y desinformación: publicaciones que descalifican, degradan o incitan a la violencia por razones de género.
- Aislamiento digital: bloqueo o restricción de acceso a plataformas, redes o contactos como forma de control.
- Extorsión emocional o económica a través de plataformas digitales.
Estas prácticas afectan con mayor frecuencia a mujeres activistas, periodistas, políticas o creadoras de contenido, quienes enfrentan ataques sistemáticos con el objetivo de silenciarlas o debilitarlas emocionalmente.
Panorama
El estudio Sácate la duda, desarrollado por Avon, muestra que mientras el 51% de los hombres considera que hay equidad de género en su entorno, sólo el 32% de las mujeres comparte esa percepción. Además, apenas el 15% de la población mexicana tiene un alto nivel de conciencia sobre la violencia de género, y el 30% no conoce leyes que protejan a mujeres y niñas.
Para evidenciar esta distancia entre lo que creemos y lo que realmente ocurre, Fundación Instituto Natura y Avon presentaron el índice de Concientización sobre Violencia de Género, una herramienta pionera que evalúa cómo la sociedad mexicana reconoce, comprende y responde ante esta problemática.
El estudio, desarrollado en seis países de América Latina, muestra que, en México, solo el 15% de la población mexicana alcanza un nivel alto de concientización, el 65% considera que las mujeres no denuncian por miedo, y el 30% no conoce ninguna ley de protección hacia mujeres y niñas. Estas cifras revelan una realidad preocupante: la desigualdad y los prejuicios no solo persisten, también se reproducen y amplifican en los espacios digitales.
En el caso de México, la Ley Olimpia, ha sido un avance importante al tipificar la violencia digital como delito, incluyendo la difusión de contenido íntimo sin consentimiento. Sin embargo, los expertos advierten que se requiere mayor inversión en salud mental y atención psicológica para las víctimas, además de formación en perspectiva de género para instituciones públicas, privadas y educativas.
Los especialistas consideran que hablar de violencia digital es hablar de salud emocional, derechos humanos y equidad de género. No se trata de una agresión simbólica: es una amenaza real con consecuencias psíquicas documentadas. Este 25 de noviembre, reconocer el daño emocional del ciberacoso es el primer paso para prevenirlo, denunciarlo y construir entornos digitales más seguros.
El Día Naranja busca movilizar a todos los sectores: gobiernos, plataformas tecnológicas, organizaciones y ciudadanía para erradicar todas las formas de violencia hacia las mujeres.
Cortesía de El Economista
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