
Hay indicios de que se decidirá un aumento del salario mínimo (SM) de alrededor de 10 o 12%, con el acuerdo del sector privado organizado. Hay indicios de que se decidirá un aumento del salario mínimo (SM) de alrededor de 10 o 12%, con el acuerdo del sector privado organizado.
En el pasado he sostenido que un incremento mayor a la inflación sería entonces inoportuno e imprudente. Ahora lo es más.
Independientemente de su medición, el sentido común indica que, a mayor productividad, las empresas demandan más trabajo y sube el salario de mercado. Con el tiempo, en países con mayor productividad los salarios son superiores a otros con menor, más allá de negociaciones sindicales o intervención gubernamental.
Hoy, las condiciones de la economía y del mercado laboral son desfavorables:
• Decrecimiento en el último año (-0.4%) y magro crecimiento promedio en los últimos 7, 0.8 por ciento.
• La “creación” de empleos formales (IMSS) hasta octubre (551,000) es la menor en 15 años salvo por 2009 y 2020 (la cifra de octubre sorprende; hasta septiembre iban sólo 333,000).
• La ocupación (ENOE) arroja aumento a septiembre de 1.24 millones de informales (tendencia desde 2023) y caída de 300,000 formales.
• En la industria manufacturera, anualmente la producción y el empleo caen mientras que las remuneraciones aumentan.
• 15.5 mil empleadores (IMSS) han causado baja en total, 16,000 de ellos de uno a cinco asegurados.
• La productividad laboral (INEGI) ha disminuido 6% desde 2019.
• La productividad (factorial) de la economía en su conjunto (INEGI) está estancada por décadas.
• La actividad económica (IGAE) se estancó desde julio de 2024 y la inversión física cae desde fines de 2023.
En resumen, atonía y decrecimiento de la economía, mercado laboral débil, mayor informalidad y menor productividad.
En siete años el SM se ha multiplicado por más de tres e incrementado en 123% en términos reales, lo que contribuyó a la caída reportada de la pobreza. Se estima (CEESP) que hasta 2024 los costos laborales habían subido en más de 60% en términos reales.
El repunte de los costos laborales naturalmente impacta sobre todo a las empresas pequeñas e impide su formalización y crecimiento, que dependen del trabajo en mayor proporción que las grandes, que utilizan más capital físico y tecnología. La caída en la formalidad laboral, el cierre de empleadores registrados en el IMSS y las utilidades de las empresas y grupos de gran escala respaldan esta idea.
El impacto a los costos por el SM es mayor ahora que antes, ya que la proporción de ocupados que ganan el SM mínimo ha subido mucho: de 16% en 2019 a 39.4%. El incremento del SM alcanza muchos más trabajadores que antes recibían incrementos menores que el SM.
En conclusión, en este momento un aumento del SM real significativo (10 u 11%) dificultaría la recuperación del crecimiento, la formalización laboral (y por ende a la productividad) y dañaría aún más a las pequeñas empresas.
Finalmente, se dice, con ligereza en mi opinión, que el SM no causa inflación. Obviamente, esto fue cierto cuando el SM real estaba cerca de mínimos históricos. Pero ya rebasó el de 1983 (años de altísima inflación) y la situación es muy distinta. La inflación anual promedio de 2019 a 2025 es la más alta del siglo: no es razonable decir así nada más que los costos laborales tienen nada que ver.
Cortesía de El Economista
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