Nació de una filtración y David Hasselhoff inspiró una de sus canciones: la historia detrás de “Steal This Album!” de System of a Down

El año 2002 fue uno de esos momentos decisivos donde el metal se reinventaba a sí mismo. Mientras Audioslave debutaba con la inmortal “Like a Stone”, Mastodon rompía tímpanos con “Remission”, Queens of the Stone Age llegaba con su conceptual “Songs for the Deaf” y Korn jugaba fuerte con “Untouchables”, System of a Down se preparaba para lanzar un disco que nadie esperaba. Un álbum que no estaba en los planes, que surgió del caos y la frustración, y que terminaría siendo el favorito de muchos: Steal This Album!

La industria musical atravesaba cambios sísmicos al inicio del siglo XXI gracias al avance acelerado de la tecnología, internet y un catalizador revolucionario específico: el archivo MP3, que permitía a los fans compartir música de forma digital e ilegal mediante herramientas como Napster. Metallica había emprendido una guerra legal contra la piratería y perdido la batalla en la corte de la opinión pública. Pero System of a Down estaba a punto de demostrar que existía otra forma de enfrentar el problema.

Apenas seis meses después del lanzamiento de Toxicity en septiembre de 2001, algo inesperado sucedió. A principios de 2002, versiones MP3 de calidad media del álbum fueron lanzadas en internet bajo el nombre no oficial “Toxicity II”. Más de una docena de canciones, demos sin terminar, comenzaron a circular libremente por la web.

Cuando la filtración se convierte en álbum

La banda no tardó en reaccionar. System of a Down emitió un comunicado expresando su decepción de que los fans estuvieran escuchando material sin terminar, pero en lugar de emprender acciones legales al estilo Metallica, decidieron tomar el control de la narrativa. La respuesta fue tan práctica como creativa: pulir esas grabaciones y lanzarlas oficialmente para que sus seguidores pudieran disfrutar versiones de alta calidad de las canciones que ya circulaban en baja fidelidad.

El 26 de noviembre de 2002, “Steal This Album!” llegó oficialmente a las tiendas. Producido por Daron Malakian junto con el legendario Rick Rubin, el disco llegó envuelto en uno de los empaques más minimalistas y provocadores de la historia del metal: un estuche simple sin libreto, con el título del álbum garabateado con marcador negro permanente, imitando perfectamente un CD pirata casero. Era irónico, era brillante, y era -de principio a fin- una obra de System of a Down.

A principios de 2002, versiones MP3 de calidad media del álbum fueron lanzadas en internet bajo el nombre no oficial A principios de 2002, versiones MP3 de calidad media del álbum fueron lanzadas en internet bajo el nombre no oficial “Toxicity II. Foto: Greg Watermann

El título mismo era una declaración de intenciones. El nombre del álbum es una referencia al libro de 1971 “Steal This Book” del activista político Abbie Hoffman, considerado un clásico de la literatura contracultural. SOAD, además de responder a la piratería, estaba haciendo una declaración política y artística sobre la propiedad intelectual en la era digital.

A pesar de las especulaciones mediáticas sobre que se trataba de material descartado, la banda insistió en que el material de “Steal This Album!” era de la misma calidad que las canciones que llegaron a Toxicity. Tankian fue claro al respecto: las canciones se dejaron fuera del segundo álbum porque no encajaban en la continuidad general, no porque fueran inferiores. De hecho, Dolmayan y Tankian han declarado en diferentes ocasiones que este es su álbum favorito de System of a Down, una afirmación que habla volúmenes sobre la calidad del material.

David Hasselhoff, activismo y caos controlado

Entre las 16 canciones que conforman “Steal This Album!”, hay historias tan extrañas como la música misma. Una de las más curiosas involucra a “I-E-A-I-A-I-O”, una de las canciones más icónicas del disco. John Dolmayan, en una entrevista con Loudwire, reveló que la canción se inspiró en un encuentro que tuvo con el actor David Hasselhoff en una licorería de Los Ángeles cuando tenía alrededor de 12 años.

Según Dolmayan, Hasselhoff estaba comprando una bebida no alcohólica cuando el joven baterista lo reconoció como “Knight Rider”. El actor le guiñó un ojo y le apuntó con el dedo estilo vaquero. Ese momento aparentemente trivial quedó grabado en la memoria de Dolmayan, y años después se transformó en las letras de Tankian: “Meeting John at Dale’s Jr. / Winked an eye and point a finger” (Dale’s Jr. era el nombre de la licorería). Es exactamente el tipo de historia surrealista que esperarías detrás de una canción de System of a Down.

Pero no todo en el álbum era absurdismo. “Innervision”, la canción impulsiva que llegó al puesto No. 12 en las listas Mainstream Rock, ofrecía introspección espiritual con Tankian cantando sobre la búsqueda del alma. Por otro lado, “Boom!” se convirtió en un himno antibélico, con la banda utilizando el tema como banda sonora para un video que mostraba la manifestación mundial por la paz del 15 de febrero de 2003, donde 10 millones de personas en 600 ciudades protestaron contra la inminente guerra de Irak.

El álbum también incluía una versión revisada de “Streamline”, que había aparecido previamente en la banda sonora de “The Scorpion King” a principios de 2002, demostrando que algunas de estas canciones ya tenían vida propia antes de la filtración.

El sonido de un metal en evolución

Para 2002, el nu-metal casi se había agotado, dejando a gigantes como Korn librando una acción de retaguardia. En ese contexto, “Steal This Album!” representaba algo diferente: un sonido más despojado que Toxicity, reminiscente del debut paradigmático de la banda, pero con toda la madurez que habían adquirido en el camino.

Con canciones que iban desde el caos metalizado de “Chic ‘N’ Stu” hasta el groove hipnótico de “Mr. Jack”, pasando por la intensidad política de “Fuck the System” y la experimentación de “Ego Brain” (que incluía un theremin), el álbum era un compendio de todas las excentricidades musicales de System of a Down. Era una mezcla de furia política, teatro absurdo y metal fragmentado, todo empaquetado en 16 canciones que desafiaban cualquier crítica.

Además de la icónica y minimalista tapa, Además de la icónica y minimalista tapa, “”Steal This Album!” también contó con versiones alternativas limitadas que incluían diseños -supuestamente- creados por cada miembro de la banda. Foto: Greg Watermann

Los fans respondieron comprando más de un millón de copias, llevando el álbum al puesto #15 en el Billboard 200. No estaba mal para un disco que técnicamente ya había sido “filtrado” en internet.

El legado de convertir crisis en arte

Veintitrés años después, “Steal This Album!” se mantiene como una lección magistral de cómo una banda puede sacar provecho incluso en las circunstancias más adversas. Donde Metallica eligió luchar contra la tecnología y perdió credibilidad, System of a Down decidió abrazar el caos y convertirlo en arte.

El empaque minimalista del disco -con versiones alternativas limitadas que incluían diseños supuestamente creados por cada miembro de la banda- se ha convertido en material de colección. Las cuatro portadas alternativas que circularon brevemente en Estados Unidos, Reino Unido y Australia son ahora piezas raras buscadas por coleccionistas: una con fondo azul y texto en espiral, otra con llamas estilizadas, una tercera con una calavera en blanco y negro, y la más controversial con dos formas de ‘V’ cruzadas creando un diamante (una azul y otra con rayas rojas y blancas).

El single El single “I-E-A-I-A-I-O” nació tras un encuentro entre John Dolmayan y David Hasselhoff. Foto: Jamie Beeden/Camera Press/Redux

Más allá del empaque, el álbum demostró que System of a Down podía mantener su nivel de calidad incluso bajo presión. Canciones como “36” (originalmente escrita en 1996), “I-E-A-I-A-I-O” (2000) y “Mr. Jack” (1995) probaron que la banda tenía un arsenal de material potente esperando el momento adecuado para ser liberado.

La historia de “Steal This Album!” es, en última instancia, la historia de cómo System of a Down se negó a ser víctima de las circunstancias. En un año donde el metal exploraba nuevos horizontes con bandas como Killswitch Engage revolucionando el metalcore, Opeth perfeccionando el metal progresivo con “Deliverance”, e Isis construyendo monumentos sónicos con “Oceanic”, System of a Down encontró su propio camino: convertir una filtración en una declaración artística, transformar demos robadas en un álbum certificado platino, y demostrar que incluso en la era de la piratería digital, la autenticidad y la creatividad podían triunfar.

Porque al final, no se trataba solo de robar un álbum. Se trataba de reclamar el control de “tu” arte en un mundo digital que estaba cambiando todas las reglas del juego. Y nadie lo hizo con más estilo -o más locura- que System of a Down.

Cortesía de Clarín



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