Hace menos de una semana, EL PERIÓDICO publicaba que la Nasa ponía fin a meses de especulaciones sobre 3i/Atlas, publicando imágenes del cometa.
Sin embargo, el astrofísico Avi Loeb y sus teorías conspiranoicas son incesables. Tanto es así, que el profesor de Harvard ha publicado en los últimos días dos nuevos análisis sobre el objeto interestelar 3i/Atlas.
Un posible objeto tecnológico
En los dos artículos, Loeb vuelve a cuestionar las explicaciones oficiales de la Nasa y plantea la posibilidad de que sí sea un objeto tecnológico extraterrestre.
Para ello, el experto basa sus teorías en un cúmulo de coincidencias orbitales, composiciones químicas y desviaciones que, según él, no son causadas por la gravedad.
El pasado día 23, en su publicación ‘Una nueva anomalía extraordinaria de 3i/Atlas’, Loeb destacó como anomalía principal la coincidencia casi exacta de la trayectoria del objeto interestelar con el límite de la influencia gravitatoria de Júpiter.
La Esfera de Hill
Este límite de Júpiter se llama Esfera de Hill y, en palabras más sencillas, es el área alrededor de Júpiter donde su gravedad es lo suficientemente potente como para “absorber” un objeto.
En ese perímetro, existe la probabilidad de que el objeto se convierta en un satélite de Júpiter o de que permanezca en órbita a su alrededor.
Cuando un objeto está fuera de una esfera así, principalmente está bajo la influencia gravitatoria del sol y orbitará al sol. En el caso contrario, la gravedad del planeta es la fuerza dominante que dicta la trayectoria del objeto; lo que podría ocurrirle a 3i/Atlas con el gigante gaseoso, según Avi Loeb.
Una diferencia mínima
El 16 de marzo de 2026 es el día en que, teóricamente, todo esto debe ocurrir.
De hecho, tal y como explica el astrofísico, el radio de Hill ese día será de 53,502 millones de kilómetros. Lo que hace saltar las alarmas de Loeb es que, según la predicción de JPL Horizons -la herramienta de la Nasa que proporciona datos y cálculos precisos de objetos del sistema solar- el paso de 3i/Atlas se sitúa en 53,445 millones de kilómetros.
Esto significa que la diferencia entre las dos distancias es mínima. Tanto, que es de 0,06 kilómetros entre ellas.
¿La causa? Algo extraterrestre
Para el astrofísico de Harvard, esta coincidencia equivale a una probabilidad de una entre mil si el objeto es natural. Por eso, Loeb intuye que algo extraterrestre podría estar ajustando la ruta de 3i/Atlas, a propósito, para poder entrar exactamente en la zona donde la fuerza gravitatoria de Júpiter es superior a la del sol.
“Si encontramos satélites tecnológicos de Júpiter que no hayamos enviado, implicaría que Júpiter es de interés para una civilización extraterrestre“, afirma el astrofísico.
Un empujón extra para las conspiraciones
Para Loeb también es muy importante la aceleración no gravitacional que se detectó durante el perihelio -el momento específico en que estuvo más cerca posible del sol- del objeto.
Según el experto, en ese momento se detectó la aceleración no gravitacional –un “empujón” extra que modificó su trayectoria, precisamente para que su distancia mínima coincidiera con el radio de la Esfera de Hill- que, para Loeb, resulta difícil de relacionar con el azar.
“En otras palabras: la aceleración no gravitacional introdujo una pequeña corrección de rumbo de exactamente la magnitud necesaria para llevar la distancia mínima de 3I/Atlas desde Júpiter al valor del radio de Hill de Júpiter. De lo contrario, 3I/Atlas habría perdido el borde de la Esfera de Hill”, explica el experto en su blog de ‘Medium’.
¿Qué es ese chorro de gas?
Tal y como explicaron en la Nasa, después del perihelio del cometa las imágenes mostraron una especie de cola, fruto de la sublimación del hielo de este mismo.
En otras palabras, sería que el calor del sol hace que el hielo del cometa se evapore y se convierta en una especie de chorro de gas, que actúa como un pequeño propulsor del cometa.
Aun así, para Loeb, esos chorros de gas no se originan por un fenómeno natural, sino que pertenecen a los motores de un cohete controlado. Para él, eso también explicaría ese pequeño ajuste en su trayectoria que lo acerca excesivamente a Júpiter.
La lista de las anomalías
El día 24, Loeb publicó otro artículo organizando las anomalías conocidas de 3i/Atlas en una escala de probabilidades, en el que se distribuyen desde las anomalías más graves a las más leves. Según el científico, que ocurran todas las anomalías en conjunto es algo que posee una probabilidad insólita para un objeto natural.
La teoría de Avi Loeb es que, si 3i/Atlas es un objeto tecnológico, puede estar destinado a esparcir dispositivos en los puntos de estabilidad gravitatoria de Júpiter (L1 y L2 que son dos ubicaciones en el espacio donde la atracción gravitatoria de Júpiter y del sol se anulan entre sí y, en consecuencia, son dos posiciones ideales para colocar satélites artificiales, porque requieren muy poca energía para mantener su órbita).
Necesita un motor que lo frene
Además, Loeb explica que un cometa natural como este, que viaja a 65,9 kilómetros por segundo, no puede ser capturado por la fuerza de Júpiter, porque va demasiado rápido. Por eso, una nave espacial sí que podría hacerlo, porque podría realizar una maniobra de frenado intencionada, para quedarse lo suficientemente cerca de Júpiter y, así, orbitarlo.
Ante tantas teorías y tanto desconcierto solo nos queda una opción: esperar al 19 de diciembre para que 3i/Atlas alcance su mayor acercamiento a la Tierra.
¿Veremos el primer visitante tecnológico?
Este acontecimiento, previo a los días de Navidad, permitirá que los telescopios terrestres -como Hubble o James Webb– y los observatorios espaciales recopilen nuevos datos del objeto interestelar.
Según Loeb, estas observaciones “revelarán si [los chorros de gas del objeto] provienen de la sublimación de bolsas de hielo en la superficie de una roca o de propulsores tecnológicos”.
Por su parte, la Nasa sigue sin respaldar las hipótesis de Avi Loeb, que mantiene viva la idea de que 3i/Atlas no es un cometa y puede ser el primer visitante tecnológico visto en el sistema solar.
Cortesía de El Periodico
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