
Después de 43 días de paro de actividades no esenciales en el gobierno federal de Estados Unidos ahora los mercados enfrentan una tormenta de datos que tienen que procesar de manera apresurada para anticiparse al cierre de año.
La economía más grande del mundo, el mercado que presume la mayor madurez del planeta, el epicentro de las decisiones financieras, el modelo democrático y de apertura más imitado se enfrenta hoy a problemas típicos del Tercer Mundo.
Porque no solo es la carencia de indicadores económico-financieros generados por el gobierno como consecuencia del shutdown, es la necesidad de conciliar la información para saber los efectos que ha tenido en la economía estadounidense la política arancelaria de Donald Trump en el crecimiento y en la inflación.
La lluvia de datos de la economía de Estados Unidos, actuales y retrasados, de información gubernamental, de los analistas y de organismos privados, llevó a que los mercados financieros conocieran este pasado martes 35 indicadores, ayer miércoles 33 y para hoy esperan en el transcurso del día, al menos, 14 más.
Y los datos que ahora se publican a destajo no están necesariamente completos. Ahora mismo las agencias federales de estadísticas se apuran para completar la información faltante y eso puede llevar todavía algunas semanas para regularizar sus entregas.
Muchos indicadores implican la recolección de datos que en algunos casos ya no estarán disponibles por la propia dinámica económica y otros tardarán en llegar a los centros de procesamiento.
La lluvia estadística de esta semana incluye información de septiembre pasado, mientras que muchos de los indicadores de octubre no podrán publicarse completos y ahí están incluidos referentes tan importantes como el Índice de Precios al Consumidor y el informe de empleo, que podrían aparecer a destiempo y con formatos recortados.
Hay información que proveen entidades no gubernamentales que reflejan un panorama más en tiempo real de la economía estadounidense, como el índice de confianza del consumidor, que elaboran The Conference Board y la Universidad de Michigan, que en su medición de este mes de noviembre deja ver una caída a niveles bajos no vistos desde abril pasado.
También, un análisis de J.P. Morgan Chase deja ver que las presiones inflacionarias han bajado el poder de compra de los estadounidenses a niveles similares a los de la Gran Recesión, en pleno inicio de la temporada de compras navideñas.
Los mercados financieros estadounidenses parecen estar en su propia fiesta, una diferente a las evidencias de los datos disponibles.
La cerebración bursátil está impulsada por la esperanza de una política monetaria más laxa, pero opera bajo el riesgo de ignorar la cruda realidad que pintan los datos alternativos y los lentos datos oficiales. Este divorcio entre la euforia bursátil y los fundamentales económicos no se puede sostener de manera indefinida.
Las consecuencias del shutdown en la economía y en las estadísticas no son un problema técnico, son síntoma de vulnerabilidad en una economía que parecía ser el modelo de madurez.
La economía estadounidense enfrenta una debilidad inducida por las políticas públicas de su propio gobierno y lo hace con carencias en la gestión de los datos. Además, en ese escenario, sus propios mercados bursátiles especulan con la debilidad. Así el primer mundo.
Cortesía de El Economista
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