El terrorismo, y no solo cuando es abordado por el cine, da para todo. Por ejemplo, La infiltrada, que ganó el Goya a la mejor película este año, y que se basa en hechos reales ficcionalizados, podría ser una película de acción: Aranzazu Berradre Marín, que era una agente de la Policía Nacional, es la infiltrada del título. Y lo hizo en la ETA durante ocho años.
Pero en manos de la directora Arantxa Echevarría es un thriller, y un drama con la tensión al borde de explotar, sí, pero también con connotaciones existenciales.
La ETA (por Euskadi Ta Askatasuna: País Vasco y Libertad en euskera) fue una organización terrorista que se proclamaba independentista en España. Y la protagonista acepta hacerse pasar por etarra aún sabiendo que no solo su vida corre peligro si los terroristas la descubren, sino que no va a tener reconocimiento alguno.
Es más: difícilmente puedan defenderla, porque el Gobierno nunca estará enterado de su existencia y su tarea.
Corren los años ’90 y Arantxa se irá ganando la confianza de los jóvenes terroristas hasta que le dan una misión en apariencia sencilla. No porta armas, no participa de ningún atentado. Simplemente debe darle albergue a Kepa, un miembro de la organización, desconfiado hasta lo indecible. Cada tanto ella se encuentra con Angel, el policía que la reclutó, usualmente en el comedor de un hospital. Allí le va contando lo poco que sabe y averigua.
Y cuando a quien deba tener como huésped es Sergio Polo, las cosas se complicarán más y más, porque si Kepa temía de todo, el recién llegado sospecha más aún, y no solo es un violento, sino también un misógino. Un mal tipo.
La infiltrada es un filme acerca de la identidad. Arantxa pierde el contacto con su familia, con sus amigos y no recibe afecto de nadie durante esos ocho años a excepción de su gato, que es la única condición que pone para aceptar el trabajo: llevarlo con ella. Bueno, algo sucederá, y las relaciones interpersonales jugarán una carta. Pero hasta ahí.
Lo revolucionario, si se quiere, de La infiltrada es desde dónde se cuenta la historia. No es un mero manifiesto contra la violencia, o al menos muestra las brutalidades que también cometen los policías nacionales en el País Vasco. Y el hecho de que la persona infiltrada sea una mujer también habla de otra suerte de terrorismo: el de género.
Si bien hay momentos en los que el nerviosismo y la incertidumbre se apoderan más de la trama -por algo es un thriller y no un filme de acción-, La infiltrada gana más la empatía del espectador a partir de las actuaciones, y de los diálogos que mantienen Angel y Arantxa.
Que son el gran Luis Tosar y Carolina Yuste, ganadora también del Goya a la mejor intérprete femenina. No necesitan gesticulaciones ampulosas ni nada externo para manifestar lo que les sucede por dentro.
Thriller. España, 2024. 118’, SAM 13. De: Arantxa Echevarría. Con: Carolina Yuste, Luis Tosar, Iñigo Gastesi, Diego Anido, Nausicaa Bonnín. Salas: Cinépolis Recoleta, Houssay y Pilar, Showcase Norcenter y Belgrano, Atlas Patio Bullrich y Nordelta.
Cortesía de Clarín
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