China vs EU: la Guerra Fría de la IA que definirá nuestro futuro

Imaginemos este escenario: en un laboratorio de Silicon Valley (Estados Unidos), un algoritmo perfecciona un fármaco en cuestión de horas. Simultáneamente, a 10,000 kilómetros de distancia, en Shenzhen (China), otro sistema inteligente gestiona el tráfico de una megaciudad con total eficiencia.

No es ciencia ficción. Ocurre quizás todos los días. Muchos le llaman “la nueva guerra fría” o la “Guerra Fría 2.0”. Estados Unidos vs China. El campo de batalla: la Inteligencia Artificial. Pero en esta ocasión, no se trata de quién pise primero la luna. El ganador será el que logre controlar cómo pensamos, usamos y buscamos la IA.

La rivalidad entre EU y China no es nueva (data desde los años 80). Y sí, es profunda. Pero también es cierto que esta competencia está acelerando la innovación tecnológica a una velocidad nunca antes vista. ¿Quién va ganando?

La IA estadounidense parece estar impulsada por las ganancias económicas y el poder político. Atrae 50% de la inversión mundial, gracias a gigantes como Microsoft (con su alianza estratégica con OpenAI); Google, con su profundo historial en investigación; y NVIDIA, el fabricante de los chips.

Mientras que para su rival, la IA está impulsada por el monumental “Plan Made in China 2025”, cuya fortaleza no está en crear el próximo ChatGPT (aunque lo intentan con modelos como Tongyi Qianwen), sino en generar aplicaciones masivas, que “cambien” (y dominen) al mundo.

En esta guerra hay cuatro escenarios o campos de batalla. Porque recordemos que la Inteligencia Artificial es mucho más que herramientas para hacer fotos o textos: detrás hay datos, algoritmos y estrategias de poder.

Escenario 1: La guerra de los chips (GPUs)

Así de simple: país que fabrique más y mejores GPUs (chips que hacen operar la IA), se corona como el gran campeón. Porque sin ellos, no hay Inteligencia Artificial.

Y aquí está la gran paradoja de esta guerra. Porque la delantera suprema la tiene la empresa NVIDIA, con 80% del mercado de GPUs. Y aunque opera en Estados Unidos, su fundador, Jensen Huang, es de China (Taiwán).

Quizás sea uno de los empresarios más vigilados de Estados Unidos: bajo el gobierno de Trump, tiene prohibido venderle chips a China, sin embargo, mantiene una relación compleja y constante con el mercado asiático.

Por ahora, aquí la delantera la lleva EU… a menos que NVIDIA decida llevar sus operaciones a Asia y cambie el juego drásticamente.

Aunque no hay que perder de vista a la empresa china Huawei, que apuesta por desarrollar sus propios chips para evitar seguir dependiendo de Occidente.

Escenario 2: “La nube”

Esto es, en dónde, físicamente, se almacene y opere la IA. Y aquí parece haber un empate técnico.

Por un lado, Estados Unidos lidera con las empresas AWS, Azure y Google Cloud, cuya infraestructura entrena, almacena y distribuye la mayor parte de la IA usada en Occidente.

Pero en China, la historia es otra: las firmas Alibaba Cloud, Baidu y Tencent gobiernan un ecosistema propio, enorme y en rápido crecimiento, que podría ser mayor.

Así que mientras Estados Unidos domina la nube global, China domina su propio continente tecnológico.

Escenario 3: Software y los modelos de IA.

Esto es lo que los usuarios sí vemos. Y aquí la batalla se pone interesante, porque es muy mediática.

¿Recuerdan la película de los años 80, donde Rocky, el boxeador gringo, derrota al boxeador ruso? Mucha gente aplaudió y gritó: “Les ganamos a los rusos”. Esta parte de la guerra va muy similar, ahora en las redes sociales, en donde los usuarios toman partido, por popularidad o simpatía, sin conocer el panorama completo.

Aquí, para quienes vivimos en Occidente, la popularidad de EU es evidente: el uso masivo de ChatGPT, y los otros modelos como Google, DeepMind, Meta (Facebook), Anthropic y decenas de propuestas independientes. China, mientras tanto, avanza con modelos como Ernie y Qwen, cuya innovación y desempeño es casi invisible para los no asiáticos, que no vemos ni usamos estas herramientas.

Entonces, ¿cómo medir esta rivalidad?

Inversión: Un panorama incierto. Aunque en apariencia, China podría estar en desventaja, porque su mayor (y quizás único) inversionista es el gobierno, no hay forma de comprobar este dato.

En tanto que en Estados Unidos, están los fondos de la iniciativa privada de empresas tecnológicas multimillonarias, que por impuestos e intereses propios, no revelan con detalles.

A simple vista, parece que aquí va ganando EU, sobre todo en campos de investigación.

Velocidad de adopción: China lleva la delantera, pues por cada lenguaje o herramienta que saque alguna empresa estadounidense, salen 3 chinas. Y cada innovación que hace una firma de EU, China la replica en horas o días. ¿Cómo se puede saber esto? Solo checa las actualizaciones y novedades de la IA que utilices. ¡Parece que cada día hay algo nuevo!

Aplicación práctica: Aquí es donde tenemos que ser muy observadores. ¿Para qué se usa la IA: milicia, salud, educación, medioambiente, pobreza…? Porque no es lo mismo ir ganando en salud (EU), que en milicia (China). Sin duda, aquí cada país se coloca como ganador, según sus intereses.

¿Importa quién sea el ganador?

Como en toda guerra, la visión depende de quién cuente la historia.

Pregunté su opinión sobre esto a ChatGPT (EU) y DeepSeek (China). La IA estadounidense considera que “llevan una gran ventaja”, aunque reconoce la velocidad de China. DeepSeek, por su parte, insiste en que la rivalidad no es un riesgo, sino una ventaja: ha disparado el interés y la inversión mundial, además de que ha motivado a capacitar masivamente a los usuarios, con muchas herramientas.

Por supuesto, no todo es positivo. Con esta guerra, la IA podría fracturarse en dos bloques tecnológicos incompatibles, generar mayores tensiones comerciales y acelerar modelos tan rápido que se comprometa la seguridad, la ética y la transparencia.

Aunque si hacemos un poco de memoria, ninguna revolución tecnológica ha avanzado sin tensión. ¿Qué sucederá en esta ocasión?

Porque esta guerra tecnológica tendrá una consecuencia inevitable: el ganador, en el escenario que sea, decidirá cómo trabajaremos, aprenderemos y produciremos en el futuro… incluso, hasta de qué nos enfermaremos y cómo nos enamoremos.

¿Tú, quién crees que va ganando?

Cortesía de El Economista



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