
Era obligado hablar en torno a los libros en la entrega del “RADAR” de hoy, por la grandeza de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que cada año convierte a nuestra ciudad en la capital mundial de la cultura.
Más por el buen debut de la rectora general, Karla Planter, y del nuevo presidente de la FIL, Trinidad Padilla López, hermano de Raúl, el gran fundador de la feria más importante del planeta de los libros en español, y del potente mensaje de Amin Maalouf, quien luego de recibir el sábado pasado el Premio de Literatura en Lenguas Romances 2025, expuso cómo la humanidad tiene un spin en el aceleramiento de los avances científicos y técnicos pero no así en las mentalidades, lo que socava la convivencia social armónica.
Sin embargo, la coyuntura noticiosa obliga a hablar de un libro que, sin presentarse en la FIL, marco ayer la jornada dominical. Me refiero al libro “Grandeza”, que el ex presidente Andrés Manuel López Obrador aprovechó como pretexto para irrumpir nuevamente en la escena pública.
Su reaparición desde el rancho “Quinta La Chingada” en Palenque incendió y polarizó las redes sociales bajo los hashtags “#Grandeza” que unió al oficialismo y a los simpatizantes de Morena, y el de “#narcoExpresidenteAMLO” en el que llovieron las críticas de sus detractores, y la reacción desde Palacio Nacional que operaron para que no se destacara la noticia en los espacios noticiosos dominicales de los medios así como con la promoción de la etiqueta “#EsUn HonorEstarConClaudiaHoy”.
Por haber ocurrido a unos días de la renuncia obligada de quien fuera su Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, la primera lectura de la reaparición de López Obrador fue que era una muestra de inconformidad implícita de esa decisión de su sucesora y discípula política.
En su mensaje de 49 minutos con 22 segundos de presentación de su libro, en el que aparece más delgado y bien conservado, AMLO desmiente las versiones de que hará una gira de presentación de su publicación, y advierte también que él solo volvería a las calles si la democracia y la soberanía del país estuvieran en riesgo, pero también para defender a Claudia Sheinbaum, a la que volvió a llamar la mejor Presidenta del “mundo”.
Dice estar jubilado luego de casi 50 años de activismo político por la gente pobre y que incluso le ganó ser considerado “comunista” por los espías del régimen priista. También dice estar feliz por la “transformación” del País que le da “paz espiritual”. En fin, hace un autobalance positivo de su sexenio al asegurar que sacó a más de 13 millones de mexicanos de la pobreza, y dejar un país “en paz” sin referirse nunca a los escándalos de corrupción de los que se acusa a su Gobierno.
Lo cierto es que, aunque dijo que no quiere ser una sombra para Sheinbaum “que lo está haciendo muy bien”, ni el “poder tras el trono”, su reaparición no hará más que abrirle un frente de conflicto más la Presidenta en uno de los momentos de mayor tensión dentro y fuera de su Gobierno.
Cortesía de El Informador
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