¿Es bueno cocinar con aceite de oliva? Guía para usar cada tipo según la técnica

En la cocina cotidiana, el aceite de oliva puede ser un aliado poderoso… siempre que se use el tipo adecuado. No todos los aceites de oliva tienen el mismo sabor, estabilidad ni precio. Por eso es fundamental saber cuál conviene para cada técnica: desde un salteado rápido hasta una fritura profunda, un horneado o un aderezo. Usarlo bien no solo mejora el sabor, también evita desperdicio y optimiza su rendimiento.

Aceite de oliva virgen extra: el que aporta más sabor

El aceite de oliva virgen extra (AOVE) es el más aromático y de mayor calidad. Se obtiene por extracción en frío y conserva antioxidantes naturales que le dan un sabor profundo y frutal.

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Cómo usarlo:

Terminar platos: Un chorrito sobre verduras, sopas, pescados a la plancha, pastas o frijoles.

Vinagretas y marinados: Su aroma aporta estructura y equilibrio.

Saltear a fuego medio: Ideal para vegetales, pollo o proteínas delicadas donde el sabor del aceite suma.

Salsas y guisos suaves: Realza preparaciones como un mole verde, una crema de calabaza o un sofrito de jitomate.

¿Es bueno cocinar con aceite de oliva? Guía para usar cada tipo según la técnicaFreepik

Cuándo no usarlo:

Para cocciones muy largas o frituras profundas: sus aromas intensos pueden perderse o resultar costosos.

Aceite de oliva virgen: equilibrio entre sabor y rendimiento

El aceite de oliva virgen tiene un perfil aromático más suave y un costo menor que el virgen extra. Es versátil y estable, perfecto para la cocina diaria.

Cómo usarlo:

Cocción a fuego medio-alto: Sofritos, pastas, arroces, verduras y preparaciones donde se requiera estabilidad sin perder el toque mediterráneo.

Guisos medianos: Cualquier preparación que necesite un aceite confiable, aromático y resistente al calor.

Horneados salados: Panes rústicos, focaccias, verduras al horno y pescados.

Es la opción ideal para quienes quieren cocinar con aceite de oliva sin invertir en un AOVE para todo.

Aceite de oliva refinado o “puro”: el más estable para altas temperaturas

Este aceite pasa por un proceso de refinación que reduce su sabor, lo hace más neutro y aumenta su tolerancia al calor. Es también la opción más económica entre los tres tipos.

Cómo usarlo:

Fritura profunda: Su estabilidad térmica lo hace ideal para papas, milanesas, croquetas o churros.

Cocción a fuego alto: Sellados de carne, sauté de mariscos o técnicas donde el calor es intenso y prolongado.

Cocina de grandes volúmenes: Útil para restaurantes o para cocinar para muchas personas.

Ventaja clave: Mantiene una estructura más estable que muchos aceites vegetales refinados, lo que lo hace más confiable para repetir frituras con seguridad.

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¿Cómo elegir el tipo adecuado según tu receta?

Platos donde el sabor del aceite importa: AOVE.

Cocina cotidiana sin complicaciones: Aceite de oliva virgen.

Recetas que requieren calor alto o frituras: Aceite de oliva refinado.

¿Qué pasa si mezclas tipos de aceite?

Muchos chefs combinan aceite refinado con una parte de AOVE para obtener estabilidad térmica y un toque aromático sin desperdiciar un producto costoso. Esto puede ser útil en sofritos, arroces, paellas o salteados prolongados.

En un tatemado de jitomate, en una salsa verde con aguacate, en un salteado de huitlacoche o incluso sobre frijoles recién servidos, el aceite de oliva aporta profundidad y brillo. No se trata de reemplazar ingredientes tradicionales, sino de elegirlo como un aliado que suma sabor y técnica.

Cortesía de El Economista



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