
El sufrimiento del pueblo ucraniano se ata a una lucha territorial que divide posiciones y lastima vidas. La guerra entre Ucrania y Rusia colisiona a dos grandes debates: valores y derechos frente al realismo político. Dos hijos de la Unión Soviética y el imperio zarista polarizan al planeta.
La solidaridad es un sentimiento que se ha manifestado en todo el mundo, incluyendo la población rusa. ¿Quién estaría a favor de una lucha entre hermanos? Se cuentan más de 14 mil muertes de civiles ucranianos, desde que empezó el conflicto, según Naciones Unidas (HRMMU). Sumado a ello, cerca de un millón de soldados rusos han sido heridos o muertos, de acuerdo al Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS). Además de tener historia, religiones y lenguas comunes, se estima que casi la mitad (49%) de los ucranianos tiene familiares en Rusia.
Es lamentable, la riña geopolítica ha sobrepasado el pleito familiar. El territorio ucraniano se ha visto disminuido por varios reclamos rusos. Desde la perspectiva rusa, la vecindad ucraniana es su espacio vital (Lebensraum). Moscú ha tenido avances físicos y se ha adjudicado terreno, con el argumento de proteger su seguridad nacional o recuperar posesiones “históricamente rusas”. Crimea fue anexada en 2014, aunque desde 1991 era una república autónoma ucraniana.
Ucrania por su parte, ha tenido de su lado al derecho internacional. Sustenta que el Donbas (Luhansk y Donetsk), Zaporizhzhia y Kherson son parte de su soberanía, aunque sean espacios invadidos por el ejército ruso. “Las fronteras internacionales no pueden modificarse por la fuerza”, ha recordado Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea. Hasta aquí, el problema parecería material, sobre la tenencia de la tierra.
Mas el tema comercial mostró que lo que pasa en Ucrania no sólo se discute entre rusos y ucranianos. En un momento, los ucranianos parecían candidatos naturales a la Unión Europea. Podrían integrarse económicamente a Europa Occidental como otros países ex socialistas -del Este-. Alemania y Francia lo veían con buenos ojos y Rusia también lo aprobaba. El Parlamento Europeo resaltó que “Ucrania debería entrar a la UE en el futuro”, en 2002 y el Acuerdo de Asociación Unión Europea–Ucrania fue firmado, en 2014. Sin embargo, desde el pensamiento estratégico de Estados Unidos, el interés “americano” no se vería muy beneficiado con esta sociedad. Sería un acuerdo entre europeos, occidentales y del Este, mas al fin entre europeos.
Pensábamos en este siglo XXI que las demarcaciones de la Organización del Tratado del Atlántico Norte además de imaginarias, ya eran una anécdota de la Guerra Fría. No fue así. Rusia toleraría las alianzas comerciales internacionales de Ucrania, pero no su pertenencia a la OTAN. Para el pensamiento estratégico ruso, el “acuerdo explícito” desde Gorbachov fue que el espacio ucraniano no fuera incorporado a la OTAN. Putin recordó a Occidente ese compromiso “entre caballeros”. El líder ruso realizó también analogías: “es como si Estados Unidos dejara que alguien le pusiera armas en su frontera con México”.
El problema para los ucranianos es que su destino depende de intereses globales, mientras ellos viven las bajas. Los ganadores de esta guerra son las industrias bélicas y China, dice John Mearsheimer. “El conflicto va forzar a los rusos a posarse en los brazos chinos.” En breve, Estados Unidos debería acabar las hostilidades en Ucrania, “creo que Trump entiende esto”.
*El autor es especialista en geopolítica y miembro de COMEXI.
Cortesía de El Economista
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