FCE se alista para “25 para 25”: una operación continental de lectura sin precedentes


“La operación de fomento a la lectura más grande que se haya producido en América Latina”. Así define Paco Ignacio Taibo II al proyecto —25 para el 25—, de Fondo de Cultura Económica (FCE), que pretende distribuir a lo largo y ancho de Latinoamérica un total de 2.5 millones de libros a jóvenes de entre 15 y 30 años.

Este proyecto nació hace más de dos años y medio como una idea tentativa, un borrador apenas, pero hoy es una estrategia internacional que integra alianzas, financiamiento cruzado, acuerdos editoriales, complejidades burocráticas, maniobras diplomáticas y un objetivo único: poner millones de libros esenciales de la literatura latinoamericana en manos de jóvenes.

“Hace dos años y medio, después del éxito de “21 para el 21”, la pregunta era: ¿qué sigue? ¿Cuál será la próxima gran operación de fomento a la lectura?”, recuerda Taibo, desde el stand del FCE en la FIL Guadalajara. “En conversaciones con el presidente surgió un primer esbozo, lo que después se llamaría ’25 para el 25′. Teníamos claro que debía ser una colección masiva, dirigida a jóvenes, de larguísimo tiraje, para ser regalados”. Ese fue el punto de partida de una maquinaria que no ha dejado de girar desde entonces.

Desde su concepción, el proyecto buscó ser latinoamericano. Taibo lo expone sin adorno: “Hubo que levantar un proyecto continental en medio de un panorama político cambiante. En dos años y medio cambió todo: el ascenso de la izquierda en Chile, el desastre boliviano, y ya en el colmo de la locura, la llegada de Milei en Argentina. Cada giro significaba cambiar interlocutores, replantear acuerdos, mover piezas”. Hubo reuniones con ministerios de cultura, con presidentes, con editoriales, con filiales del Fondo en toda la región. Hubo que lidiar con derechos de autor, agencias literarias, herederos, editoriales reacias a permitir ediciones gratuitas. 

“Cada libro era un vericueto”, admite. “Llegamos a tener una lista de cien títulos. Sabíamos que era imposible, que varios no los íbamos a conseguir. Y así fue: algunos se cayeron porque las editoriales no querían que hiciéramos ediciones gratuitas de millones de ejemplares; otros porque los herederos no aceptaron; y en otros casos fueron los mismos herederos quienes nos rescataron diciendo: ‘este libro tiene que estar’ y presionaron para destrabarlo”.

El resultado final fue una lista de 27 libros, que nació de la convicción de que la literatura latinoamericana del siglo XX —’el Boom’ y sus inmediaciones— debe volver a circular entre jóvenes que ya no la leen. “Preguntamos en Santiago, preguntamos en Costa Rica: ¿por qué no leen a Donoso? ¿Por qué Arguedas desapareció? ¿Por qué García Márquez se reduce a Cien años de soledad si lo leen en la escuela? El vacío era tremendo”, asegura. El corazón del proyecto fue entonces claro: reactivar la lectura del gran momento literario latinoamericano, combinando poesía, cuento, novela y testimonio social y político. Así se diseñó la colección.

La estrategia de distribución: el centro del proyecto

Si algo subrayó Taibo con vehemencia fue la estrategia de distribución. No es un gesto simbólico: es logística, infraestructura, alianzas institucionales y una operación continental coordinada. La fecha de arranque es el 17 de diciembre, a las 4 de la tarde, desde el Zócalo de la Ciudad de México, con acciones simultáneas en Santiago de Chile, La Plata, Montevideo, Guatemala, La Habana (en Casa de las Américas) Caracas, mediante Monte Ávila Editores; Bogotá, con la Imprenta Nacional, Lima y Quito.

“Arrancamos todos al mismo tiempo”, explica Paco Ignacio. “En México se repartirán entre 40 y 50 mil libros en el Zócalo el primer día. Están invitados 25 mil jóvenes, les tocan dos libros por cabeza”. Luego viene lo verdaderamente monumental: la distribución sostenida durante diciembre, enero y febrero, conforme los libros terminen de imprimirse en México, Chile, Argentina, Colombia y Perú.

EL INFORMADOR/A.NAVARRO

La colección se entregará en todas las librerías del Fondo en México (más de 110) y en las 20 librerías del Fondo en América Latina, en la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, casas de cultura, salas de lectura y clubes juveniles, bibliotecas de bomberos, marinos y barcos de guerra, así como en el Colegio Militar, academias de la Guardia Nacional y en consulados de México en Estados Unidos como apoyo a la comunidad migrante. La Universidad de Guadalajara ya acordó recibir 6 mil libros para que su comunidad lectora los distribuya —a su ritmo, en enero— entre estudiantes con vocación de lectura. “No pueden volantearlos; hay que escoger y entregarlos pensando en lectores jóvenes. La UdeG distribuirá en enero, cuando tenga la certeza de que llegan a manos de quienes realmente los leerán”, explicó Taibo.

La lógica es múltiple: entrega masiva, entrega focalizada y circulación horizontal. “Si tú agarras un libro y tu amiga otro, luego se los intercambian. Eso es lo que queremos: circulación no tradicional del libro”. Y para quienes queden fuera de la entrega directa, Paco explicó que la colección completa estará en bibliotecas. “Si un lector quiere los 27, ahí estarán. No vamos a pedirles a los jóvenes que lean 27 libros en un año, pero sí que al menos se acerquen”.

La lista final: 27 títulos para un continente

Entre los autores figuran:

  • Juan Gelman — Cómo tirar contra la muerte.
  • Nona Fernández — Space Invaders.
  • Manuel Rojas — El vaso de leche y otras historias.
  • Raúl Zurita — Poemas.
  • Piedad Bonnett — Los privilegios del olvido.
  • Gabriel García Márquez — Operación Carlota.
  • Roberto Fernández Retamar — Poemas.
  • Miguel Donoso Pareja — La muerte de Tyrone Power.
  • Roque Dalton — Las historias prohibidas de Pulgarcito.
  • Dante Liano — Réquiem por Teresa.
  • Alaíde Foppa — Vientos de primavera con prólogo de Elena Poniatowska
  • Miguel Ángel Asturias — Week-end en Guatemala.
  • Carlos Montemayor — Guerra en el paraíso.
  • Fabrizio Mejía Madrid — Disparos en la oscuridad.
  • Adela Fernández — Duermevelas.
  • Guadalupe Dueñas — Cuentos.
  • Amparo Dávila — Música concreta.
  • Sergio Ramírez — El zorro.
  • José María Arguedas — Agua.
  • Blanca Varela — Canto villano.
  • Eduardo Galeano — La maravillosa vida breve de Ernesto Guevara.
  • Mario Benedetti — Geografías.
  • Luis Britto García — Habla palabra.
  • Osvaldo Bayer — Los anarquistas expropiadores.
  • Juan Carlos Onetti — Cuentos.
  • Andrés Caicedo — El atravesado.
  • Eduardo Rosenzvaig — Mañana es lejos

Cortázar estuvo a punto de entrar, pero los derechos no se destrabaron. “Hacer una colección del boom sin Cortázar me duele el corazón, muchísimo —dice Paco—, pero simplemente no se pudo”.

PUEDES LEER: “Marciano”: Nona Fernández entra en la celda y en la cabeza de un revolucionario

Persiste la polémica 

Ante la pregunta sobre la presencia de mujeres en la colección, Paco fue tajante. No es una colección del presente, insiste; es una colección que quiere rescatar un legado. “La respuesta es no. Si tú quieres hacer una colección del boom con cuotas, ese no es nuestro proyecto. Aquí la prioridad fue recuperar un momento histórico de la literatura latinoamericana. Y aun así están Nona Fernández, Piedad Bonnett, Blanca Varela, Guadalupe Dueñas, Amparo Dávila. México aportó cinco autores: tres mujeres y dos hombres”.

En el fondo, “25 para el 25” quiere restituir la experiencia del descubrimiento literario en una generación atrapada por pantallas, redes, estímulos fugaces. “El libro ha dejado de ser ese objeto de revolución personal que fue para nuestras generaciones”, dice Taibo. “Muchos jóvenes lo ven solo como obligación escolar. Esa pérdida de la lectura como placer, como descarga eléctrica, es lo que queremos revertir”.

La magnitud del proyecto: 2.5 millones de ejemplares en circulación continental, un arranque simultáneo en más de diez ciudades y una estrategia que mezclará bibliotecas, librerías, universidades, academias militares, colectivos juveniles y hasta barcos de guerra. Luego serán miles de libros en Guadalajara, Santiago, La Plata, Montevideo, Caracas, Lima, Bogotá. Y después, en cada biblioteca del continente. La apuesta es que una nueva generación descubra a Gelman, a Arguedas, a Dalton, a García Márquez, a Varela, a Benedetti. La apuesta es que vuelvan a leer, y que no sea la última vez que un proyecto así ocurra.

YC

Cortesía de El Informador



Dejanos un comentario: