
Una de las promesas del gobernador Pablo Lemus ha sido refundar el organismo de abastecimiento de agua potable de la zona metropolitana. La famosa reingeniería del SIAPA fue una de las banderas de campaña y una de las promesas del primer año. Jalisco y en particular la zona metropolitana requiere una nueva institucionalidad en el manejo de los recursos hidráulicos y en la forma de entender los usos del agua, tanto la que se destina a la agricultura como el agua potable en las casas.
El diagnóstico del propio SIAPA no deja lugar a dudas: tenemos un organismo obeso, con una nómina inflada, un problema de pérdidas físicas y administrativas, una tarifa por debajo de los costos y una pésima gestión de la cobranza. No se necesita un genio de la administración pública para llegar a estas conclusiones, son exactamente los mismos problemas desde hace al menos 15 años, mismos que se han ido agravando ante la falta de decisiones o, peor aún, por malas decisiones políticas tomadas en las últimas administraciones.
Dice el director del SIAPA, Antonio Juárez Trueba, que el organismo necesita reducir la nómina, que tiene duplicidad de funciones y puestos innecesarios. Y sí, pero a quién le hacemos caso, al funcionario que presenta este diagnóstico ante la juta de gobierno o al que dijo que defendió la contratación de Eli Castro como súper asesora porque está dentro de sus atribuciones. Evidentemente que esta defensa hay que leerla en el marco de un proceso legal en su contra, sin embargo, tiene un alto costo para la credibilidad del funcionario.
El mismo diagnóstico plantea la necesidad de aumentar gradualmente la tarifa hasta llegar a un precio que cubra el costo real del agua por metro cúbico. Podríamos estar en principio de acuerdo, con todos los matices, pues se requiere un esquema de tarifas diferenciadas y subsidios que sean claros y transparentes. El planteamiento resulta poco creíble. Eso es lo que se intentó en 2013 con la Comisión de Tarifas y fue el mismo Enrique Alfaro quien lo reventó unos años después por razones políticas y el propio gobernador Pablo Lemus quien terminó de dinamitarlo hace unos meses cuando vetó los aumentos.
El problema del SIAPA no es pues de diagnóstico ni de capacidad técnica, es de confianza. Si realmente la administración actual quiere refundar el organismo y hacer una reingeniería, lo que se necesita es credibilidad y eso pasa por la congruencia no solo del director, sino de todos los actores, comenzando por las alcaldesas y los alcaldes, que han preferido no mojarse con los asuntos del agua, pasando por las diputadas y los diputados, que les encanta darse baños de pueblo, y por supuesto el gobernador que tiene que tomar decisiones, aunque le llueva.
Cortesía de El Informador
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