
La publicación del Ranking de Hospitales Privados 2025-2026, elaborado por Expansión, FUNSALUD y Blutitude, constituye uno de los ejercicios más relevantes de transparencia y evaluación comparada en el sector salud privado en México. Este esfuerzo, metodológicamente complejo y necesario, ilumina un espacio donde, por décadas, predominaron narrativas comerciales y autoevaluaciones difíciles de contrastar. Su mayor valor no está en la posición que cada institución ocupa, sino en la oportunidad que abre para que la discusión se apoye en datos. A los organizadores les corresponde el mérito de haber perseverado en construir un instrumento cada vez más robusto y útil para pacientes, médicos y aseguradoras. Que contemos en México con una herramienta así, no es un logro menor.
El ranking nos distingue de nuevo este año y lo agradecemos profundamente. Recibir el reconocimiento como el hospital número uno de México en la categoría de hospitales medianos, además de figurar dentro del top 15 nacional en seis especialidades, es motivo de orgullo para toda nuestra comunidad. Para el Hospital Español de Veracruz, institución que tengo el honor de dirigir, este resultado representa el fruto de años de disciplina, reinversión, profesionalización y trabajo colectivo. Agradecemos el reconocimiento no solo por el lugar en la lista, sino por el compromiso público y medible con la calidad que este implica.
En la misma edición, la revista presenta datos contundentes sobre la consolidación de los grupos hospitalarios en el país. Aunque los grupos representan apenas 5.4% de los hospitales privados, concentran ya cerca del 25% de las camas del sector. Cinco conglomerados (Hospital Ángeles, Star Médica, Hospitales Auna, Hospitales Mac y Grupo Christus Muguerza) reúnen casi el 70% del total de camas privadas. Es una tendencia que México comparte con Estados Unidos, Brasil y varias economías europeas. El sector privado se está reorganizando alrededor de grandes sistemas corporativos.
El artículo describe correctamente los beneficios que los propios grupos hospitalarios destacan, como estandarización de procesos, compras centralizadas, interoperabilidad y comités corporativos de calidad. Estos elementos pueden mejorar procesos y reducir variabilidad, pero la evidencia internacional obliga a una reflexión más técnica.
¿Qué muestra la evidencia internacional?
Una revisión sistemática publicada en Health Policy (Mariani et al., 2022) analizó 16 estudios realizados en Estados Unidos y Europa sobre hospitales antes y después de integrarse a grupos. Identificó tres hallazgos. La consolidación no reduce de manera sostenida la mortalidad ajustada por riesgo ni mejora los reingresos, un indicador sensible de calidad. En escenarios con recortes de personal o cambios estructurales rápidos se observaron aumentos discretos pero relevantes en mortalidad por algunos padecimientos y un deterioro en la experiencia del paciente.
Un estudio en JAMA (Kannan et al., 2023) encontró que tras adquisiciones por fondos de capital privado, los pacientes registraron un aumento de 25.4% en eventos adversos, principalmente caídas e infecciones del torrente sanguíneo asociadas a catéter central. Las infecciones de sitio quirúrgico se duplicaron. La mortalidad intrahospitalaria mostró una ligera disminución que dejó de ser evidente a los 30 días.
Un estudio del National Bureau of Economic Research (Setzler, 2025) en mercados hospitalarios muy concentrados mostró que los hospitales adquiridos por grandes grupos redujeron entre 9% y 13% su personal clínico, aumentaron precios y disminuyeron salarios. Estos cambios se vincularon con caída en la calidad y con incrementos en mortalidad.
Otro análisis publicado en Annals of Internal Medicine (Kannan et al., 2025) encontró aumentos significativos en mortalidad en urgencias de hospitales adquiridos por fondos con estructuras financieras muy apalancadas. El estudio sugiere que los cambios operativos orientados al ahorro explican parte de los resultados.
La estandarización corporativa no siempre se traduce en mejor atención
Casi todos los grandes grupos hospitalarios presumen protocolos homogéneos, tableros corporativos y comités centrales. Sin embargo, la experiencia internacional muestra otra realidad. La uniformidad documental no equivale automáticamente a mejor cuidado del paciente. Muchas métricas internas de cumplimiento coexisten con variabilidad clínica importante y con brechas en la experiencia del paciente. Además, cuando la estandarización se impone desde el corporativo sin considerar contextos locales (epidemiología, recursos, cultura), puede generar rigidez operativa y decisiones alejadas de la realidad de cada hospital.
Los sistemas corporativos son eficaces para generar manuales, guías y tableros, y sus procesos de estandarización pueden mejorar la eficiencia administrativa y reducir costos. Sin embargo, la evidencia muestra que ese andamiaje no garantiza mejor atención y que, en ciertos contextos, la consolidación puede deteriorar la calidad sin traducirse en beneficios para los pacientes ni en ahorros para los pagadores.
El desafío para México
El fenómeno de concentración que describe Expansión merece atención, pero falta discutir su impacto en calidad, seguridad y equidad, especialmente en un país donde no se auditan sistemáticamente indicadores críticos como mortalidad ajustada, eventos adversos o experiencia del paciente. Sin esos datos, la consolidación puede avanzar sin contrapesos. No se trata de cuestionar la existencia de grupos hospitalarios, que aportan infraestructura, tecnología y expansión geográfica, sino de no confundir escala con valor ni tamaño corporativo con resultados clínicos. Un ecosistema hospitalario sano requiere diversidad institucional con grandes redes, hospitales regionales, instituciones centenarias y, en particular, organizaciones sin fines de lucro cuya misión de reinversión aporta equilibrios que el mercado por sí solo no garantiza.
Una solución posible no pasa tanto por frenar la integración, sino por cómo se gobiernan los sistemas. La evidencia sobre descentralización sugiere que cuando los hospitales tienen margen real de decisión en lo clínico, organizacional y financiero, tienden a responder mejor a las necesidades locales. La escala puede convivir con la autonomía, pero solo si el diseño institucional lo permite. En los grandes grupos corporativos esto es difícil. La lógica de control y reporte a inversionistas empuja a recentralizar decisiones y homogeneizar modelos.
Los hospitales sin fines de lucro, como las Beneficencias Españolas, cumplimos una función insustituible. Reinvertimos excedentes, preservamos servicios esenciales no siempre rentables y entendemos la salud como un bien público incluso en el entorno privado. Existe una alternativa. La literatura sobre redes no lucrativas describe estructuras en las que varias instituciones comparten misión, marca y estándares, pero conservan su propio consejo y toma de decisiones. Este tipo de modelos federados permite aprovechar economías de escala sin entregar el control a un corporativo único que imponga una lógica puramente financiera.
Al final, la verdadera calidad hospitalaria no depende del tamaño de una red, sino de la magnitud del impacto que una institución genera cuando nadie la está observando.
*El Dr. Antonio Ramos De la Medina, FACS es Director General del Hospital Español de Veracruz.
Cortesía de El Economista
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