
La crisis de poder dentro de la 4T se hizo evidente tras las filtraciones originadas en la Fiscalía General de la República, y cuyo objetivo era no sólo golpear a los enemigos del fiscal, sino también demostrar el poder que éste había concentrado y que lo ubicaba al mismo nivel que la presidenta e incluso por encima de ella.
Las imágenes de los hijos del expresidente en situaciones comprometidas, las conexiones de Adán Augusto con grupos ilegales, y la información acerca de los negocios de un empresario del régimen como Raúl Rocha, terminaron por convertir a Alejandro Gertz en un enemigo común tanto para Andrés Manuel López Obrador, como para Adán Augusto e incluso para la propia Claudia Sheinbaum cuya relación con los otros dos personajes es sumamente compleja y difícil de mantener en la cotidianidad de la política.
Es por ello que la operación de relevo de Gertz fue muy complicada de operar, puesto que implicaba al menos a tres figuras de la primera línea de la 4T. Pero más allá de sus diferencias de fondo, tanto para Sheinbaum como para AMLO y Adán Augusto, la posición de confrontación asumida por Gertz era intolerable. Parecería ser que el ahora exfiscal llegó a pensar que la supuesta autonomía de la institución a su cargo era real y no estaba supeditada a poderes superiores. Esto es lo que sucede cuando no existen limitaciones legales ni de ningún tipo para actores políticos con aspiraciones incontenibles.
Con la ilegal destitución de Gertz, quien se resistió inútilmente a dejar el cargo, el fortalecimiento de la figura presidencial fue la consecuencia más importante de este fenómeno propio de regímenes autoritarios. El nombramiento de Ernestina Godoy al frente de la Fiscalía, pone a todos los organismos de seguridad en una línea directa con la presidenta. Repitiendo la fórmula que utilizó en la Ciudad de México: Godoy-García Harfuch, Claudia recupera no sólo el control sobre ambas dependencias, sino que ahora cuenta con un mayor margen de maniobra al deshacerse de un personaje que como Gertz, jugaba solo y sin subordinarse absolutamente a nadie.
De esta forma Sheinbaum cuenta hoy con todos los elementos para poner en marcha su estrategia de seguridad de manera coordinada y sin obstáculos internos. Sin embargo el riesgo sigue siendo el mismo: que la enorme acumulación de poder en el Ejecutivo y la ausencia de contrapeso alguno, produzcan acciones arbitrarias contra adversarios y opositores políticos, sin que esto reduzca el clima de violencia que se vive en buena parte del país.
La carambola de tres bandas, Sheinbaum-Adán Augusto-AMLO, logró sacar del juego a Gertz Manero y avanzar en el fortalecimiento del presidencialismo absoluto. Habrá que ver si en la próxima jugada Claudia se decide a reafirmar su mando, quitándose de encima las herencias de su antecesor. El poder no se hereda ni se comparte.
Cortesía de El Economista
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