La ignorancia como freno

“Cuidado con el conocimiento falso; es más peligroso que la ignorancia”. George Bernard Shaw, dramaturgo irlandés.

En el Libro VII de su obra La República, Platón describe la que se conoce como la alegoría o paradoja de la caverna, en la que hace una reflexión sobre la educación, la comprensión de la verdad y la ignorancia del ser humano. La metáfora plantea a hombres que están encadenados dentro de una caverna desde su nacimiento y cuya única percepción sobre la realidad son las sombras que ellos y los demás hombres proyectan sobre las paredes de la caverna. 

De ahí se deriva la noción de que para un ser humano que salga de la caverna, el proceso de comprensión de la realidad estará condicionado por el hecho de que él percibía su anterior condición como la realidad. Ello representa también la complejidad de la ignorancia humana, cuándo se enfrenta con el conocimiento o con la verdad; porque la ignorancia es reconocida como verdad y ello limita la capacidad de comprensión, provocando frecuentemente que las personas rechacen la verdad y prefieren mantenerse en la ignorancia que conocen, comprenden y que no les genera un conflicto con su percepción previa.

Hoy el mundo enfrenta una condición similar en casi cualquier país y en casi cualquier ámbito que implique la discusión, entre personas o grupos, que frecuentemente parten de una comprensión limitada de la realidad y de un muy limitado acceso al conocimiento que se requiere para la comprensión de los fenómenos que conforman la realidad.

Una parte importante de los procesos de polarización política y social que vivimos se desprende de este apego a la ignorancia de lo que ya conozco, que impide cambiar de visión, porque implica desechar lo que creía saber y se contrapone a la percepción que tengo sobre fenómenos o condiciones que afectan a la sociedad.

En el ensayo “The Politics of Unknowing and the Virtues of Ignorance”, publicado en 2014 por Jennifer Logue, se explora cómo las personas pueden permanecer en la ignorancia debido a la comodidad y las relaciones sociales que refuerzan patrones de desconocimiento y se plantea la necesidad de una pedagogía que fomente la apertura a un “conocimiento incómodo”.

Hoy, la discusión sobre casi todos los temas importantes para nuestro país se encuentra profundamente bloqueada, sin la posibilidad de establecimiento de consensos o, por lo menos, de alcanzar acuerdos sobre diagnósticos comunes.

Es evidente que, en muchos casos, los actores políticos de cualquier parte del espectro prefieren la simplificación y el mantenimiento de la ignorancia como mecanismos para asegurar que no exista cuestionamiento a su visión o a su aproximación a la solución de los problemas. Pero ello genera un impacto fundamental en la capacidad de encontrar soluciones compartidas y genuinamente viables para atender los graves retos que enfrenta nuestro país.

La discusión sobre, por ejemplo, por qué no crecemos como economía, frecuentemente se centra en la exposición de visiones contrarias con un amplio fundamento en la ignorancia o, por lo menos, en el desconocimiento de los problemas y procesos económicos y está más centrada en la descalificación de las visiones opuestas. Y vinculados a este tema están otros de igual relevancia como los retos de inversión pública y privada, la fiscalización, los retos pensionarios y otros derivados de la transición demográfica.

Las perspectivas de crecimiento para este año se han disminuido a niveles inferiores a 0.4% y las del próximo año tampoco prevén una recuperación de crecimiento sostenido. Ante ello, es extraordinariamente urgente establecer mecanismos que permitan discusiones que se centren en la construcción de propuestas y no en la preservación de la ignorancia y las realidades alternas.

La viabilidad económica y la mejora sostenida de las condiciones objetivas de la mayoría de nuestra población dependerán necesariamente de la construcción de acuerdos que permitan genuinamente la creación de empleos, el crecimiento sostenible, la capacidad de enfrentar los retos de un nuevo contexto geopolítico económico global y solo así será posible un camino duradero y sostenible de crecimiento para el país.

Cortesía de El Economista



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