Puede que lo hayas oído alguna vez. Incluso puede que lo hayas visto en primera persona, porque es una realidad que hay personas gravemente enfermas o con daños cerebrales severos que recuperan la lucidez mental justo antes de fallecer.
A veces se trata solo de unos minutos, otras veces se tratan de horas… pero siempre es un momento de perplejidad para aquellos que les acompañan en sus últimos instantes.
Lo más desconcertante de la historia es que los expertos todavía no le han encontrado una explicación definitiva.
Más de 800 casos documentados
Sobre eso mismo habla el filósofo y psicólogo austriaco Alexander Batthyány en su obra ‘El umbral. El extraño fenómeno de la lucidez terminal, su relación con las experiencias cercanas a la muerte y el misterio de la conciencia’.
En su libro, Batthyány relata más de 800 casos documentados que van más allá de la ciencia y lo que conocemos como conciencia.
Pero, ¿qué sabemos sobre ello?
Un momento de lucidez para despedirse
Este término es designado como lucidez terminal (o síndrome de bienestar ‘premortem’) y describe una aparente mejoría en pacientes que están en estado crítico (se encuentran en cuidados paliativos o su deterioro neurológico es muy avanzado), según explica la clínica mental Mentsalut.
Esta mejoría puede traducirse en personas que recuperan su capacidad de hablar, reconocer a familiares o mantener una conversación con plena conciencia.
De hecho, distintos testimonios afirman que esas personas llevaban meses o años sin reconocer a nadie, o con demencia severa y, de repente, se relacionan de forma coherente, recuperan los recuerdos, vuelven sus gestos de cariño y, en otros casos, la lucidez se convierte en el momento que el enfermo aprovecha para despedirse de sus seres queridos.
Posibles reacciones físicas
A pesar de que la ciencia no ha podido extraer teorías con una solidez científica suficiente, sí han ido surgiendo distintas hipótesis.
Una de ellas, por ejemplo, plantea que el cerebro podría liberar neurotransmisores u hormonas ante un colapso vital. Esta reacción física puede que reactive temporalmente los circuitos neuronales suficientes como para estar lúcido durante un tiempo.
Otra hipótesis propone un “desbloqueo inhibitorio”: cuando el cerebro se apaga, otras zonas recuperan la actividad de forma residual, lo que permite un breve retorno de la conciencia.
Un desbloqueo inhibitorio de la conciencia
En palabras más sencillas: sería algo así como que en el cerebro siempre hay dos fuerzas jugando. Por parte, está la zona de los aceleradores, que quiere activar de forma repetida y descontrolada pensamientos, recuerdos o sensaciones.
En el lado opuesto está la zona de los frenos -también conocida como control inhibitorio- que se encarga de controlar y limitar la actividad de los aceleradores para que no activen todos esos pensamientos, recuerdos o sensaciones a la vez.
Descontrol e intensidad ante la muerte
Digamos que en condiciones normales (en el funcionamiento de una persona sana), los frenos ordenan el cerebro. Sin embargo, estos fallan cuando el cerebro se encuentra en una situación extrema; el cuerpo tiene falta de oxígeno, está profundamente anestesiado o, en los peores casos, la muerte está a punto de ocurrir, entre otras opciones.
Este fallo podría explicar por qué esa zona del cerebro que normalmente está apagada -en personas muy enfermas- o controlada -en personas sanas- se enciende de repente. También explicaría por qué se activan de manera desordenada e intensa, pero a la vez tan breve. Sería como un último destello de actividad; la última experiencia consciente.
Algo que va más allá
Ante el vacío científico que existe, también han surgido explicaciones alternativas, desligadas de cualquier investigación contrastada. Entre ellas, hay especulaciones relacionadas con que la conciencia podría no depender únicamente del cerebro y su funcionamiento; podría haber otras dimensiones involucradas en este extraño suceso, que van más allá de lo que controla la ciencia.
Frente a esta posibilidad, algunos investigadores se plantean preguntas más filosóficas, como por ejemplo si existe en nuestro interior una dimensión (la conciencia) que no depende exclusivamente de nuestro cuerpo o si tenemos una percepción equivocada de lo que es la vida.
Un último suspiro para todos
Por desgracia, este fenómeno seguirá siendo un objeto difícil de estudio, ya que ocurre en situaciones extremas y de forma poco habitual. Además, las personas que lo presencian y que pueden ser útiles como testimonios, pueden ofrecer una visión sesgada o subjetiva, dado que viven una experiencia inesperada con un gran valor emocional.
Mientras la ciencia intenta conocer más sobre el suceso, el resto tendremos que tomarnos un momento así como un último suspiro para quienes se quedan, pero también para quienes se van.
Cortesía de El Periodico
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