
Joana Marcús habla con la serenidad de quien ha aprendido a caminar entre miles de lectores sin perder de vista a la adolescente que fue. Llegó a la FIL Guadalajara para presentar “Sempiterno”, cierre de su bilogía “Extraños”, y para asumir -aunque aún lo diga con pudor- que ya es escritora. Y lo sabe.
En entrevista con EL INFORMADOR recuerda que cuando empezó a escribir esta historia tenía apenas diecisiete o dieciocho años, y una certeza incómoda: “Asumí que no iba a poder ser escritora; era un sueño complicado porque no había referentes de mi edad en España”. Ese inicio estuvo marcado por una tristeza silenciosa, por la sensación de que la literatura era un territorio ajeno. Pero al publicar la serie completa y ver crecer a sus lectores, algo cambió: “estoy empezando a asumir que sí soy escritora y que esto puede durar”. Ese tránsito -de la duda absoluta a una seguridad que todavía se abre paso- define tanto su obra como su camino profesional.
La FIL, con sus multitudes jóvenes que la buscan y la leen, también la ha obligado a repensarse. Aunque disfruta las presentaciones, reconoce la presión que implica el reconocimiento: “te preguntas si estás a la altura, si otra persona lo haría mejor”. Esa duda convive con una certeza íntima: la siguen por ser ella. “Te siguen a ti por algún motivo. Quizá deberías ser tú misma y no pensar tanto en lo que esperan que seas”.
El camino de la escritora
Como mujer joven en el mundo literario, sabe que su presencia abre caminos para otras mujeres. Le conmueve especialmente que las lectoras la vean como un referente posible. “Se siente bien bonito -admite-. Cuando tenía 15 años era la rara de la clase por leer; ahora siento que el raro es el que no lee”. La literatura juvenil dejó de ser un rincón solitario para convertirse en un territorio fértil, donde las nuevas generaciones ya ven la escritura como un sueño alcanzable, con rostros como el suyo.
La bilogía “Extraños” tuvo un proceso más meticuloso de lo que muchos imaginan. Marcús desmiente el mito romántico del escritor: la historia no surgió de epifanías, sino con una planificación clara. “Siempre supe que serían dos libros: el primero cimenta el mundo y los personajes; el segundo concluye la historia”. El primer tomo pasó por ajustes, personajes y tramas que evolucionaron hasta encontrar su ritmo, pero el final siempre estuvo ahí, esperando. Alcanzarlo fue como despedir a hijos que finalmente pueden valerse por sí mismos: “En el final del libro dices: ya no me necesitan. Puedo soltarlos”.
Sin filtros para la juventud
Una de las preguntas constantes que rodean a Marcús es cómo aborda temas intensos -relaciones complicadas, trauma, escenas sexuales, drogas, abuso- en libros dirigidos a jóvenes. Ella sostiene que el prejuicio sobre la literatura juvenil parte de una infantilización persistente. “Siempre me he sentido muy infantilizada”, dice. “Y siendo adolescente, sentía que los adultos me hablaban como si yo no tuviera capacidad de determinar qué está bien y qué está mal”.
Para Joana, la juventud no es un territorio inocente: es una etapa en la que ya se conocen las dinámicas de poder, el acoso escolar, las relaciones tóxicas, las sustancias, el miedo y el deseo. Por eso rechaza la idea de edulcorar los libros para lectores jóvenes: “Ya saben perfectamente cómo funciona el mundo”. Cuando narra situaciones delicadas, lo hace desde un respeto consciente, pero sin negar la complejidad que sus lectores ya viven. “No necesitas que te lo explique. Te voy a enseñar cómo este personaje sale de aquí”.
El trauma, la culpa y el destino atraviesan la bilogía. Marcús señala que las decisiones, incluso las pequeñas, moldean el camino de los personajes: “Mi destino no está escrito; hay que apechugar con las consecuencias de mis actos”.
La reflexión también conecta con su propia trayectoria, desde sus inicios publicando en Wattpad frente a los prejuicios que antes cargaba la plataforma.
Wattpad, reconoce, fue un territorio que muchos miraban con desdén. Por momentos incluso ella misma dudó si lo que escribía podía llamarse literatura. “¿Puedo llamarme escritora? ¿Vale la pena lo que escribo?”, se preguntaba. Pero fue justamente esa comunidad de lectoras la que le dio la confianza que necesitaba. Hoy mira hacia atrás con cierta indignación lúcida frente al menosprecio histórico que ha rodeado a la literatura juvenil y, sobre todo, a la literatura escrita por y para mujeres jóvenes.
Marcús reconoce que la industria editorial tradicional sigue arrastrando una brecha de género profunda: “Si no hubiera tenido éxito tan temprano, nadie me habría dado una oportunidad”. Por eso habla con tanta insistencia sobre la importancia de abrir puertas para quienes vienen detrás. “Si yo no me empodero, la siguiente chica que quiera escribir un libro va a tener que pasar por todo lo mismo”.
Lo que viene
Su próxima novela será un romance desde un enfoque más adulto. No revela mucho -sus lectoras, dice, son detectives profesionales-, pero adelanta: “Es mi novela más adulta; los personajes son más profundos, melancólicos y centrados en buscar su propio camino”.
En la FIL Guadalajara, rodeada de lectoras devotas, Marcus habita por fin la palabra que antes le daba vértigo: escritora. Ha aprendido a sostener la voz que construyó desde adolescente, celebrando el cierre de un ciclo narrativo y de una etapa personal. Ahora puede decirlo sin temblar: es escritora. Y no está sola. Miles la escuchan.
CT
Cortesía de El Informador
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