
El programa de Vivienda para el Bienestar, propuesto por el gobierno federal para promover el acceso habitacional, podría reproducir errores de modelos anteriores si no integra planeación territorial, infraestructura y criterios centrados en las necesidades reales de las comunidades, según especialistas.
Para Eduardo Rivera, gerente de Regeneración Urbana y Social de Fundación Hogares, la construcción acelerada de 1.8 millones de casas durante el presente sexenio puede diluir el enfoque social al centrarse en cumplir una meta.
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Para el especialista, el país corre el riesgo de repetir esquemas de producción masiva, como aquellos registrados en sexenios previos, cuyos efectos aún no se han corregido, como el de la vivienda abandonada.
“Se puede repetir el mismo problema, cuando todavía ni siquiera hemos terminado de reparar los errores anteriores. Estamos ante un escenario de volver a condenar a una generación entera al incremento de sus vulnerabilidades”, advirtió Rivera.
Para el presente sexenio, se tiene la meta de edificar 1 millón 800,000 hogares, de los cuales 1 millón 200,000 estarían a cargo del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit), 500,000 por parte de la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) y 100,000 por parte del Fondo de Vivienda del Issste (Fovissste).
Capacidad de carga territorial
Uno de los puntos críticos en la implementación del programa es la capacidad de carga de los territorios. De acuerdo con Rivera, los modelos habitacionales del Infonavit y Conavi contemplados están diseñados para alojar alrededor de cuatro personas por hogar, lo que incrementará la demanda de infraestructura en las zonas de intervención.
“Dada la velocidad con la que se está construyendo, no se toman en cuenta los efectos del cambio climático. Es un reto garantizar que el territorio soporte en 10 o 15 años el abastecimiento de agua o los servicios humanos mínimos básicos. El problema de la vivienda es mucho más complejo que simplemente construir casas”, remarcó.
Datos de ONU Hábitat reflejan la complejidad económica de la expansión urbana sin planeación. El costo anual de proporcionar servicios y transporte en zonas no consolidadas supera 1% del PIB nacional.
Expansión periférica y desigualdad
Fernanda Lonardoni, jefa del programa para México, Cuba y Centroamérica de ONU Hábitat, advirtió que el modelo de expansión hacia la periferia puede acentuar la desigualdad urbana. Explicó que hacia el 2050 el gasto municipal tendría que aumentar entre 40 y 50% para ofrecer los mismos niveles de servicio en zonas alejadas.
“Este modelo de expansión sin servicios contribuye a la desigualdad urbana. Una persona que vive en los barrios más centrales tiene hasta 28 veces mejor acceso a empleos formales que alguien que vive en las periferias”, indicó.
En América Latina, ONU Hábitat estima que 30% de la población urbana vive en áreas informales, fenómeno ligado a un déficit habitacional mayormente cualitativo: viviendas sin infraestructura, sin servicios o sin integración urbana.
“Está claro que la manera como diseñamos y planificamos nuestras ciudades tiene una influencia en el aumento o no de las desigualdades”, dijo Lonardoni.
Rivera alertó que, en México, aún persisten efectos derivados de la inexistencia de una política habitacional adecuada, desde infancias en condiciones de vulnerabilidad hasta el aumento de la violencia en las comunidades.
“Si tuviera que calificarlo, como organizaciones, política pública y país, estaríamos reprobados en materia de vivienda. Se necesitan mecanismos mucho más potentes para actuar, entender que estamos hablando del ecosistema donde se desarrollan nuestras poblaciones”, apuntó.
Acción en territorio
A lo largo de 15 años, la fundación ha intervenido en más de 1,000 desarrollos habitacionales, equivalentes a 645,000 viviendas, con una inversión superior a 1,100 millones de pesos y un impacto en 2.5 millones de personas.
Su metodología se basa en diagnósticos comunitarios y participación vecinal para generar soluciones colectivas, traducidas principalmente en proyectos de mejora del entorno, como rehabilitación de parques, huertos urbanos y comedores vecinales.
Pese a que Fundación Hogares ha buscado incorporar su experiencia al diseño del programa de Vivienda para el Bienestar mediante colaboración con el Infonavit y la Sedatu, Rivera explicó que la apertura institucional aún no ha sucedido.
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Cortesía de El Economista
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