Revisan un fósil centenario y descubren que es una especie de dinosaurio nunca vista: vivió hace más de 70 millones de años y llevaba 90 años mal clasificado

A veces, la Historia se reescribe no con grandes hallazgos arqueológicos ni espectaculares excavaciones, sino con una nueva mirada. Así ha sucedido con un fósil descubierto en 1916 en el árido suroeste de Estados Unidos y clasificado formalmente como parte de la familia de los Kritosaurus. Sin embargo, un equipo de científicos internacionales, liderado en parte por el biólogo D. Edward Malinzak de la Universidad Estatal de Pensilvania (Penn State Lehigh Valley), ha demostrado que este ejemplar no solo es una nueva especie, sino también un nuevo género de dinosaurio. Su nombre, Ahshiselsaurus wimani, rinde homenaje al lugar del hallazgo original y al investigador Carl Wiman, pionero en el estudio de estos animales.

El estudio, publicado en el Bulletin of the New Mexico Museum of Natural History and Science, ha revolucionado el conocimiento sobre los hadrosáuridos, ese grupo de dinosaurios herbívoros conocidos por su característico “pico de pato”. Y es que Ahshiselsaurus wimani, que vivió hace más de 70 millones de años, no es solo un fósil más en las vitrinas de la paleontología. Representa una pieza clave para entender los patrones de migración y diversificación de estos colosos en América durante el Cretácico tardío.

Una mirada más allá del cráneo

El ejemplar, considerado holotipo de la nueva especie, incluye elementos craneales como el dentario, el cuadrado y parte del hueso cigomático, además de varias vértebras cervicales articuladas. Aunque incompleto, este conjunto de restos ha resultado ser suficiente para identificar diferencias anatómicas sustanciales con respecto a otras especies del grupo, especialmente el ya mencionado Kritosaurus.

Durante décadas, la escasez de estudios comparativos y la fragmentariedad de muchos fósiles llevaron a los paleontólogos a englobar restos dispares bajo géneros ya conocidos. Pero las técnicas actuales permiten análisis filogenéticos y morfológicos de alta precisión. El equipo investigador comparó minuciosamente los restos con otros especímenes del mismo periodo, revelando que las diferencias anatómicas eran demasiado significativas como para seguir considerando a este dinosaurio un Kritosaurus. Había nacido, por tanto, una nueva criatura en el árbol evolutivo de los hadrosáuridos.

Edward Malinzak ejerce como profesor adjunto de Biología en el campus de Penn State Lehigh Valley
Edward Malinzak ejerce como profesor adjunto de Biología en el campus de Penn State Lehigh Valley. Foto: Ryan Abramson

Un ecosistema más complejo de lo que se creía

Uno de los aspectos más fascinantes del descubrimiento es lo que revela sobre la vida en el suroeste de lo que hoy es Estados Unidos hace alrededor de 75 millones de años. La presencia de esta especie refuerza la hipótesis de que esta región fue un punto caliente en términos de biodiversidad y migración durante el Cretácico.

El análisis de los estratos geológicos en los que apareció el fósil indica que esta especie habitó la región antes que Kritosaurus, lo que sugiere una mayor antigüedad y posiblemente una coexistencia posterior con otras especies similares. Lejos de ser una rareza aislada, Ahshiselsaurus podría representar un eslabón en una cadena de intercambios faunísticos entre el norte y el sur del continente, e incluso con Asia, a través de los antiguos puentes de tierra que unían estos territorios durante las grandes migraciones prehistóricas.

Los investigadores sostienen que el suroeste americano actuó como una especie de vivero evolutivo: grupos de dinosaurios que allí prosperaban podían expandirse hacia el norte, sustituyendo a especies menos adaptadas, o desplazarse hacia el sur, integrándose en ecosistemas tan lejanos como los de Sudamérica. El descubrimiento encaja con otros hallazgos recientes que revelan una intensa actividad migratoria y adaptativa en estos gigantes del pasado.

Uno de los elementos más llamativos de este estudio no solo es su rigor científico, sino cómo ha sido integrado en el ámbito académico. El profesor Malinzak no se limitó a participar en la investigación, sino que utilizó los métodos y análisis del proyecto como material didáctico en su curso universitario sobre poblaciones y comunidades. Sus estudiantes aprendieron directamente sobre cómo se reconstruyen árboles filogenéticos y cómo se determinan relaciones evolutivas entre especies, aplicando técnicas reales en tiempo real.

Este tipo de investigación aplicada representa una forma renovadora de entender la enseñanza universitaria. No se trata solo de impartir conocimientos, sino de construirlos en colaboración con los alumnos, generando vocaciones científicas y conectando las aulas con las grandes preguntas de la paleontología moderna.

¿Cuántos otros dinosaurios mal identificados esperan su redención?

El caso de Ahshiselsaurus wimani ha abierto un debate entre los especialistas. Si un espécimen catalogado desde 1935 había sido mal identificado, ¿cuántos otros fósiles esperan una revisión con los métodos actuales? La paleontología, como la historia, no es una ciencia estática. Lo que hoy damos por hecho, mañana puede reescribirse con una nueva evidencia o una reinterpretación de los datos.

Una nueva y gigantesca especie de dinosaurio con pico de pato ha sido identificada en Nuevo México
Una nueva y gigantesca especie de dinosaurio con pico de pato ha sido identificada en Nuevo México. Recreación artística. Foto: ChatGPT-4o

El equipo investigador planea ahora revisar otros fósiles previamente asignados a géneros conocidos, especialmente aquellos descubiertos hace décadas, cuando los criterios taxonómicos eran más generales. El hallazgo en el suroeste estadounidense ha servido de catalizador para una nueva ola de estudios que podría cambiar la forma en que entendemos la evolución de los hadrosáuridos y, por extensión, del ecosistema del Cretácico tardío en todo el continente.

Y todo comenzó con un cráneo olvidado y una mirada nueva, más aguda, más meticulosa. Como en tantas ocasiones en la ciencia, el descubrimiento no fue encontrar un nuevo fósil, sino mirar con ojos distintos uno que ya se tenía entre manos.

Entre fósiles y fronteras: la historia evolutiva de América

Más allá del valor paleontológico, este nuevo dinosaurio ofrece una ventana a la historia evolutiva de América. El estudio de este ejemplar ilustra cómo los dinosaurios no solo evolucionaban, sino que también se desplazaban, se adaptaban y competían. Las conexiones entre Norte y Sudamérica en la era mesozoica empiezan a dibujarse con más claridad, revelando una red de intercambios biológicos que anticipan los grandes movimientos tectónicos y faunísticos del pasado.

Además, el hallazgo refuerza la importancia de las colecciones de museos y de la revisión constante de su contenido. El espécimen llevaba más de 100 años esperando en una vitrina del Museo de Historia Natural de Nuevo México. Su revaloración demuestra que, en ciencia, el pasado nunca está del todo escrito.

Cortesía de Muy Interesante



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