El experimento de dar una paga a más de 100 millones de mujeres por su trabajo como amas de casa (y los resultados que arroja)

Fuente de la imagen, Hindustan Times vía Getty Images

    • Autor, Soutik Biswas
    • Título del autor, Corresponsal de la BBC en India

En una aldea del estado de Madhya Pradesh, en el centro de India, una mujer recibe una pequeña pero constante suma de dinero cada mes: no se trata de un salario, ya que no tiene un trabajo formal, sino de una transferencia monetaria incondicional del gobierno.

Premila Bhalavi cuenta que el dinero le sirve para comprar medicamentos, verduras y pagar la matrícula escolar de su hijo.

La suma, 1.500 rupias (US$16), puede parecer pequeña, pero su efecto —ingresos predecibles, una sensación de control y un atisbo de independencia— es de gran importancia.

Su historia es cada vez más común.

En toda India, 118 millones de mujeres adultas en 12 estados reciben ahora transferencias monetarias incondicionales del gobierno, lo que convierte a este país en el escenario de uno de los experimentos de política social más grandes y menos estudiados del mundo.

Acostumbrada durante mucho tiempo a subsidiar cereales, combustible y empleos rurales, India se ha adentrado en algo más radical: pagar a las mujeres adultas simplemente porque se encargan del funcionamiento del hogar, asumen la carga del trabajo de cuidados no remunerado y constituyen un electorado demasiado numeroso como para ser ignorado.

Los criterios de elegibilidad varían: límites de edad, topes de ingresos y exclusiones para familias con empleados gubernamentales, contribuyentes o propietarios de automóviles o grandes extensiones de tierra.

“Las transferencias monetarias incondicionales representan una expansión significativa de los sistemas de bienestar social de los estados indios a favor de las mujeres”, declaró a la BBC Prabha Kotiswaran, profesora de derecho y justicia social en el King’s College de Londres.

Las transferencias oscilan entre 1.000 y 2.500 rupias (US$12 y US$30) al mes, sumas modestas que representan aproximadamente entre el 5% y el 12% de los ingresos familiares, y se reciben con regularidad.

Con 300 millones de mujeres que ahora tienen cuentas bancarias, las transferencias se han simplificado administrativamente.

Transferencias sin condiciones

Las mujeres suelen gastar el dinero en las necesidades del hogar y la familia: la educación de los hijos, alimentos, gas para cocinar, gastos médicos y de emergencia, el pago de pequeñas deudas y, ocasionalmente, artículos personales como joyas o pequeños lujos.

Lo que diferencia a India de México, Brasil o Indonesia —países con grandes programas de transferencias monetarias condicionadas— es la ausencia de condiciones: el dinero llega independientemente de que un niño asista a la escuela o de que una familia se encuentre por debajo del umbral de pobreza.

Mujeres votantes hacen fila para emitir su voto en un colegio electoral durante la primera fase de las elecciones a la asamblea legislativa, el 6 de noviembre de 2025, en la circunscripción de Raghopur, en el distrito de Vaishali, en el estado indio de Bihar.

Fuente de la imagen, AFP vía Getty Images

Goa fue el primer estado en lanzar un programa de transferencias monetarias incondicionales para mujeres en 2013.

El fenómeno cobró fuerza justo antes de la pandemia en 2020, cuando Assam, en el noreste del país, implementó un programa para mujeres vulnerables. Desde entonces, estas transferencias se han convertido en una fuerza de la política imparable.

La reciente ola de transferencias monetarias incondicionales se dirige a mujeres adultas, y algunos estados reconocen su trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.

Tamil Nadu presenta sus pagos como una “subvención de derechos”, mientras que el programa de Bengala Occidental también reconoce las contribuciones no remuneradas de las mujeres.

En otros estados, el reconocimiento es implícito: los responsables políticos esperan que las mujeres utilicen las transferencias para el bienestar del hogar y la familia, según expertos.

Influencia en las elecciones

Este enfoque en el papel económico de las mujeres también ha influido en la política: en 2021, el actor convertido en político Kamal Haasan, del estado de de Tamil Nadu, prometió “salarios para las amas de casa” (aunque luego su incipiente partido perdió).

Para 2024, las promesas de transferencias monetarias dirigidas a las mujeres contribuyeron a las victorias de los partidos políticos en Maharashtra, Jharkhand, Odisha, Haryana y Andhra Pradesh.

En las recientes elecciones en Bihar, el poder político de las transferencias monetarias quedó claramente de manifiesto.

En las semanas previas a las elecciones en el estado más pobre del país, el gobierno transfirió 10.000 rupias (US$112) a 7,5 millones de cuentas bancarias de mujeres en el marco de un programa de generación de medios de subsistencia.

Las mujeres votaron en mayor número que los hombres, influyendo decisivamente en el resultado.

Los críticos lo calificaron de compra de votos descarada, pero el resultado fue claro: las mujeres ayudaron a la coalición liderada por el Partido Bharatiya Janata a obtener una victoria aplastante.

Muchos creen que esta inyección de dinero fue un recordatorio de cómo el apoyo financiero puede utilizarse como palanca política.

Sin embargo, Bihar es solo una parte de un panorama mucho más amplio.

En toda India, las transferencias monetarias incondicionales llegan a decenas de millones de mujeres de forma regular.

Solo Maharashtra promete beneficios para 25 millones de mujeres; el programa de Odisha llega al 71% de sus votantes femeninas.

Trabajo no remunerado

Estos programas son criticados en algunos círculos políticos porque ejercen presión sobre las finanzas estatales: 12 estados tienen previsto gastar alrededor de US$18.000 millones en estos pagos durante este año fiscal.

Un informe del centro de estudios PRS Legislative Research señala que la mitad de estos estados se enfrentan a déficits de ingresos, lo que ocurre cuando un estado se endeuda para pagar gastos regulares sin generar activos.

Pero muchos argumentan que también reflejan un reconocimiento tardío de algo que las feministas indias han defendido durante décadas: el valor económico del trabajo doméstico y de cuidados no remunerado.

Según la última Encuesta sobre el Uso del Tiempo, en 2024 las mujeres en India dedicaron casi cinco horas diarias a este tipo de trabajo, más de 7,6 veces el tiempo que dedicaron los hombres.

Esta carga desproporcionada ayuda a explicar la persistente baja participación de las mujeres en la fuerza laboral en India.

Las transferencias monetarias, al menos, reconocen este desequilibrio, según expertos.

¿Y funcionan? La evidencia aún es escasa, pero reveladora.

Un estudio de 2025 en Maharashtra reveló que el 30% de las mujeres elegibles no se registró, a veces por problemas de documentación, a veces por un sentimiento de autosuficiencia.

Pero entre las que sí lo hicieron, casi todas controlaban sus propias cuentas bancarias.

Mujer cosiendo tela roja en una máquina de coser dentro de una habitación pequeña y oscura, con estantes llenos de frascos y ropa en el fondo, mientras un niño y una niña permanecen de pie cerca.

Fuente de la imagen, Swastik Pal

Una encuesta realizada en 2023 en Bengala Occidental reveló que el 90% de las mujeres gestionaban sus cuentas personalmente y el 86% decidía cómo gastar el dinero.

La mayoría lo utilizaba para alimentación, educación y gastos médicos; si bien no era algo transformador, la regularidad les ofrecía seguridad y una sensación de autonomía.

Un estudio más detallado realizado por Kotiswaran y sus colegas muestra resultados diversos.

En el estado de Assam, la mayoría de las mujeres gastaban el dinero en necesidades básicas; muchas valoraban la dignidad que les proporcionaba, pero pocas lo relacionaban con el reconocimiento del trabajo no remunerado, y la mayoría seguía prefiriendo un empleo pago.

En Tamil Nadu, las mujeres que recibían el dinero hablaban de tranquilidad, reducción de los conflictos conyugales y una nueva confianza en sí mismas, un beneficio social poco común.

En Karnataka, las beneficiarias informaron que comían mejor, tenían más voz en las decisiones del hogar y deseaban recibir pagos mayores.

Sin embargo, solo una pequeña parte entendía el programa como una compensación por el trabajo de cuidados no remunerado; el mensaje no había llegado.

Aun así, las mujeres afirmaron que el dinero les permitía cuestionar a los políticos y gestionar emergencias.

Autonomía financiera

En todos los estudios, la mayoría de las mujeres tenía control total del dinero.

“La evidencia demuestra que las transferencias de efectivo son enormemente útiles para que las mujeres satisfagan sus propias necesidades inmediatas y las de sus hogares. También devuelven la dignidad a las mujeres que, de otro modo, dependen económicamente de sus maridos para cada pequeño gasto”, afirma Kotiswaran.

Es importante destacar que ninguna de las encuestas halla evidencia de que el dinero desincentive a las mujeres a buscar trabajo remunerado ni que refuerce los roles de género, los dos grandes temores de las feministas, según un informe de Kotiswaran junto con Gale Andrew y Madhusree Jana.

Tampoco han reducido la carga de trabajo no remunerado de las mujeres, según los investigadores.

Sin embargo, sí fortalecen la autonomía financiera y, en cierta medida, el poder de negociación.

No son ni la panacea ni un veneno: son herramientas útiles pero limitadas, que operan en una sociedad patriarcal donde el dinero por sí solo no puede deshacer las desigualdades estructurales.

Mujer de pie sosteniendo un micrófono en medio de una reunión comunitaria, rodeada de varias personas sentadas en sillas plásticas, con un fondo azul y blanco que muestra logotipos circulares.

Fuente de la imagen, Swastik Pal

¿Qué sigue?

Las investigaciones emergentes ofrecen pistas claras.

Las normas de elegibilidad deben simplificarse, especialmente para las mujeres que realizan un trabajo de cuidado no remunerado intensivo.

Las transferencias deben seguir siendo incondicionales e independientes del estado civil.

Sin embargo, los mensajes deben enfatizar los derechos de las mujeres y el valor del trabajo no remunerado, y los esfuerzos de educación financiera deben intensificarse, según los investigadores.

Además, las transferencias de efectivo no pueden sustituir las oportunidades de empleo; muchas mujeres afirman que lo que realmente desean es un trabajo remunerado y un respeto duradero.

“Si las transferencias se combinan con mensajes que reconozcan el trabajo no remunerado de las mujeres, podrían alterar la división de género del trabajo cuando surjan oportunidades de empleo remunerado”, sostiene Kotiswaran.

La discreta revolución de las transferencias de efectivo en India aún está en sus primeras etapas.

No obstante, ya demuestra que pequeñas sumas regulares, pagadas directamente a las mujeres, pueden modificar las relaciones de poder de maneras sutiles pero significativas.

Que esto se convierta en un camino hacia el empoderamiento o simplemente en una nueva forma de clientelismo político dependerá de lo que India decida construir en torno a este dinero.

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Cortesía de BBC Noticias



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