Incertidumbre en 2026

“Navegamos en una vasta esfera, siempre a la deriva en la incertidumbre, impulsados de un extremo a otro”. Blaise Pascal.

2025 fue un año en el que el mundo navegó aguas de volatilidad, de conflictos geopolíticos, de cambios en los términos de las relaciones internacionales y de muchos otros factores que, en el caso de nuestro país, generaron efectos de volatilidad a los que, por supuesto, se sumaron los factores de incertidumbre interior.

En el plano internacional, evidentemente este fue un año afectado por el estilo “reloaded” de gobierno del presidente de Estados Unidos, qué frecuentemente a partir de amenazas exageradas, logró en muchos casos respuestas para el favorables, en relación con temas como el intercambio comercial con distintas regiones y países; aunque en algunos otros, la poca viabilidad técnica de sus propuestas, está generando elementos complementarios de incertidumbre, como puede ser el efecto de un potencial brote inflacionario en Estados Unidos, producto de los ajustes arancelarios.

La falta de una visión global por parte de Estados Unidos, evidentemente, tiene unimpacto en los equilibrios mundiales. Recientemente, el gobierno norteamericano trazó un mapa de su visión política en el que, para efectos prácticos, abandona su papel de soporte y aliado de la región europea y abiertamente se declara promotor de potenciales gobiernos de ultraderecha en esa región, lo que evidentemente tendrá un efecto en la relación entre Europa y Rusia y provocará mayor polarización y algunos cambios gubernamentales en algunos países europeos.

En el caso de Asia, la presión que ha ejercido Estados Unidos, inclusive la que ejerció para que México impusiera aranceles a la región que hoy son objeto de reclamo, particularmente por parte de China hacia nuestro país; son muestra evidente de la capacidad de presión, ante el escenario inminente de la renegociación, que no ya sólo revisión, del tratado comercial de América del Norte.

El tema de la amenaza latente de la utilización de la fuerza, por ejemplo, en relación con el tema de tráfico de drogas, elevado, ya terrorismo internacional y a las drogas, siendo equipadas como armas de destrucción masiva; mantiene una permanente inestabilidad en la región latinoamericana.

El gobierno mexicano en términos generales ha resistido mejor que otros las presiones frecuentes, en ocasiones exageradas, pero ello no implica que no sigue existiendo un factor de incertidumbre sobre el cual puede ser el enlace futuro de esta estrategia de presión, particularmente cuando se trata del conflicto con Venezuela.

Adicionalmente, los ciclos económicos de Estados Unidos y otras partes del mundo no están completamente estables, en Estados Unidos hay una cauta pauta de reducción de la tasa de referencia; porque existe el fundado temor de que la política arancelaria tenga un impacto inflacionario, que detenga la caída de tasas.

En México también podría ocurrir que los aranceles impuestos a mercancías de Asia, sumadas a presiones salariales, temas de desabasto en ciertas cadenas de producción, y por supuesto, un efecto muy evidente de contracción de la actividad económica en nuestro país tenga un efecto de freno a la reducción de la tasa de referencia.

A este tema abona también de manera muy negativa el hecho reconocido entre empresas mexicanas, extranjeras, organizaciones del sector privado e incluso de gobiernos extranjeros, de una presión recaudatoria que excede la capacidad económica de las empresas y compromete la capacidad de inversión y de generación de empleos.

Sin crecimiento económico en el 2026, la posibilidad de cumplir los objetivos de recaudación y, en consecuencia, de manejo del déficit está seriamente en duda. Otro factor con extrema incertidumbre es, por supuesto, el tipo de cambio, que hoy evidentemente tiene mucha más relación con los episodios de debilidad del dólar, que con bases sólidas de fortalecimiento del peso.

El mercado de capitales en México ha tenido un muy tibio repunte en el 2025 y su resultado para el 26 dependerá entre otros factores de que se den condiciones de mayor certidumbre para las inversiones en el país, y de qué también exista una visión clara sobre el potencial de crecimiento que tiene México como país y en relación con la región norteamericana.

Cortesía de El Economista



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